Nacho Navarro, gerente del Cine Maravillas: “Los cuarenta años del Maravillas han sido una lucha nada fácil y continua de superación”
“Los cuarenta años del Maravillas han sido una lucha nada fácil y continua de superación”Nacho Navarro es el gerente del Cine Maravillas de Teruel, la única sala de exhibición permanente que queda en la capital. El cine acaba de cumplir cuarenta años desde su apertura a finales de 1983, cuya historia ha publicado ahora la revista Cabiria.
-¿Qué le provoca ver cine?
-A mí ver una película me sigue provocando casi lo mismo que cuando las veía de pequeño, quizás ahora con una mayor capacidad de análisis e interpretación de lo que me cuenta la historia. Pero para mí sigue siendo una forma de transportarme a otras vivencias, personajes y lugares. De pequeño tal vez era una puerta abierta a algo desconocido, y ahora lo es a conocer nuevas cosas.
-¿Se está perdiendo la esencia del cine con la nueva forma de ver una película?
-El ritual de ir al cine se va perdiendo a medida que los medios audiovisuales te ofrecen más posibilidades de ver una película, pero claro, de verla en un móvil a hacerlo en una pantalla grande hay una diferencia abismal. En una pantalla pequeña no eres capaz de ver todo lo que tiene una película, es perderte casi un setenta por ciento de ella.
-¿La gente joven acude al cine en Teruel o se está perdiendo este buen hábito?
-La gente joven sigue viniendo al cine, pero lo hace ya de otra manera. Antes el cine era esa puerta abierta a soñar y es que tampoco había mucho más, porque también era una forma de refugiarte en otras historias y escabullirte del gris de la vida real que tenías. Ahora los jóvenes vienen a ver lo que les interesa, ya no se va al cine por pasar el rato o la tarde, que es lo que se hacía antes. La gente mayor en cambio viene como lo hacían casi de pequeños, con esa misma ilusión.
-Lleva cuarenta años al frente de la Sala Maravillas, ¿qué ha sido para usted este cine?
-Ha supuesto una lucha casi continua y permanente de superación, porque no ha sido absolutamente nada fácil el mantener el cine abierto, y más en las circunstancias en las que nos encontramos nosotros cuando empezamos en 1983. Era cuando empezaban a cerrarse los cines y nosotros abrimos. YâÂÂÂÂÂÂluego en una ciudad pequeña y encima con competencia, que prácticamente nos impidió todas las posibilidades que teníamos de avanzar hacia adelante. Pero nos enfrentamos a eso, fuimos saliendo y nos hemos ido manteniendo.
-¿Ha estado a punto alguna vez de tirar la toalla?
-No. La vez que más cerca estuvimos, que tampoco nos lo llegamos a plantear, sino que lo que nos planteamos fue cómo tirar hacia adelante, fue en 1994 cuando hicimos la reforma de cambio de butacas, pintura y darle prácticamente un lavado total al cine. Nunca nos planteamos el cerrar, lo que sí que nos planteamos era buscar nuevas formas de negocio que se pudiesen adaptar al cine.
-¿Cuáles fueron?
-Tuvimos la Quiniela Hípica en tiempos, y luego sobre todo sacar el cine de la sala y llevarlo a los pueblos más pequeños, con el cine de verano y en invierno, en locales que tienen los ayuntamientos más o menos adaptados y en los que puedes proyectar. Hemos trabajado esa línea de negocio porque hay que tener en cuenta que tienes que tener ingresos para poder seguir abiertos, eso está claro.
-El negocio que han hecho ha sido para sobrevivir, pero luego la sala ha estado abierta a toda iniciativa cultural que lo necesitase, ya fuese para el estreno de un corto u otras cosas.
-Sí, porque el Maravillas tiene un concepto como de sala de pueblo, y no lo digo despectivamente sino todo lo contrario, como una sala en la que devolver al ciudadano lo que te aportan cuando ellos vienen al cine. Las veces que hemos proyectado sin cobrar para exhibir el trabajo de los nuevos realizadores que van surgiendo, es una forma de devolver lo que ellos nos dan.
-Al volver la vista atrás de estos cuarenta años, ¿qué le viene a la cabeza?
-Que han sido cuarenta años muy difíciles, por supuesto que ilusionantes. Nosotros empezamos a cobrar una nómina cuando llegó el digital y cerró el Marín, y eso tardó casi veinticinco años. Cuando tuvimos trabajadores ellos eran los que cobraban, pero tanto Nano ( Fernando Vicente Redón) como yo, percibíamos lo que podíamos en cada momento, que unas veces podía ser mil y otras cien. El Marín se quedaba con todas las películas que daban dinero y nosotros siempre teníamos deudas porque había que gastar en seguir manteniendo el cine y comprando equipos.
-¿Ha cambiado ahora la situación?
-Ahora la situación ha cambiado porque al ser la única sala de cine de la ciudad puedes seleccionar las películas y tienes acceso a todas las que se estrenan, otra cosa es que tengas la capacidad de coger todas las semanas la película que más recaudación va a hacer.
-¿Faltan ayudas públicas para las salas pequeñas?
-Yo creo que sí. En algunos sitios que lo han entendido han sido los ayuntamientos los que lo han asumido. Con las últimas ayudas que ha habido en Aragón, a nosotros nos han dejado fuera porque no tienen ni idea de lo que realmente pasa.
-¿Cuál es el futuro del Maravillas?
-Es un negocio que si lo coge gente joven y con ganas puede salir adelante.