Marta Borraz, durante la Feria del Libro y el Cómic de Teruel. M. A.
Marta Borraz, autora de la novela 'Cien años de vida': “Debemos dedicar tiempo para escuchar a los mayores, que siempre tienen algo que contar”
La oscense afincada en Barcelona reconstruye la historia de su familia, marcada por la Guerra Civil Española
La abogada oscense afincada en Barcelona Marta Borraz presenta en su primera novela, Años de vida (Xordica) la vibrante y emotiva historia de su familia, que no es sino la historia de miles de familias españolas que quedaron marcadas durante la Guerra Civil por heridas, muchas de las cuales tardaron décadas en sanar. Borraz presentó su libro en Alcañiz y en Teruel, durante la Feria del Libro.
-¿Hasta qué punto su obra es novela?
-Años de vida está basada en personas y hechos reales pero es una novela, está ficcionada. Es una historia que comienza a principios del siglo pasado, en 1918, hasta los años 70, y que tiene un hecho fundamental durante la guerra civil que marca a la familia de algún modo.
-Un hecho que no se puede contar para que la gente compre el libro...
-No se puede contar pero puedo dar una pista. Mi abuelo, Alfonso Borraz, que es el protagonista, era un estudiante de último curso de Medicina cuando estalló la guerra civil. Le pilló el conflicto en el Altoaragón, en los pueblos del Somontano. La trama comienza porque él, que era de una buena familia, acaba alistándose con la Roja y Negra, que era una columna anarquista del bando que acababa de fusilar a su padre. Fue cuando descubrí esta historia real de mi familia cuando me lancé a armar toda la novela.
-¿Cómo y cuando lo descubre?
-Mi abuelo murió cuando yo tenía tres años, no lo recuerdo, pero en mi casa se ha hablado mucho de él. Sabían que el bisabuelo, su padre, había muerto al principio de la guerra, pero él nunca contó nada, ni quien había sido, ni nada. Yo esto lo descubrí gracias a varios libros de historia, y eso me llevó a indagar sobre quiénes eran mi abuelo y mi bisabuelo. En nuestra casa familiar de Alquézar, que se llama Casa Médico, también encontré mucha documentación personal, y con todo eso reconstruí la historia.
-¿Esa pulsión por indagar en sus raíces la tenía de antes o surgió en ese momento?
-Desde muy pequeña me interesó, y sobre todo a mi padre le preguntaba muchas cosas acerca de mi familia. Otro de los personajes principales es mi tía Mercedes, la hermana de mi abuelo, que son dos los narradores. Ella era una monja del Monasterio cisterciense de Casbas. Yo la conocí y tenía el recuerdo de aquella mujer, que era muy pequeñita, y me fascinaba. Cuando tenía 8 años llegaba al monasterio, que no puedes pasar porque hay una reja, y ver esa mujer tan inteligente y particular me atraía mucho, y siempre preguntaba cosas sobre ella. De hecho yo empecé escribiendo historias de mi familia.
-¿Cómo se coge a la familia de uno y se hace una novela, en la que se ficcionan algunas cosas?
-Es difícil, a veces doloroso, pero también es divertido. Es doloroso porque no puedes evitar cosas dolorosas. Los nietos y bisnietos de las personas que sufrieron la guerra podemos contar estas cosas desde la distancia que da el tiempo. Ya no es tan doloroso, lo fue mucho más para los protagonistas, que generalmente no querían ni hablar del asunto. Pero no solo hay guerra, también hay historias de amor, y de amistad. En una familia pasan muchas cosas, y descubrir determinadas cosas de mi familia me ha parecido muy divertido. Y además mi familia ha sido muy partícipe, me he conectado mucho a mis tíos y a mis tías porque me han contado infinidad de anécdotas.
-¿Qué partes de la historia ficciona?
-Hay personajes reales y personajes inventados que me sirven para enlazar la trama.
-¿Y son identificables?
-No siempre. Quien conozca por nombres y apellidos a las personas reales o a personas conocidas que aparecen en otras historias pues sabrá quien es real, pero yo dejo a la imaginación que decida quién es real y quién no.
-¿Hay algún capítulo de la historia de su familia que haya decidido eliminar por inaceptable?
-No, yo creo que he sacado todos los cadáveres del armario. Pero con mucho cariño, claro. Los he colocado a todos muy bien puestos y los he peinado, pero no había nada que no se pudiera contar con cierto cariño y cuidado.
-¿Por qué la historia de su familia debería interesar a otras familias, a otros lectores?
-Todas las personas del Altoaragón o de pueblos de cualquier parte de España van a transportarse a los recuerdos de sus propias casas y familias. En muchísimas casas se vivieron historias similares, algunos abuelos las contaron y otros no, y te hacen volver a esos tiempos y recordar a esas personas que desgraciadamente ya no están. Son historias muy comunes.
-¿Hay reivindicación en eso? ¿Deberíamos indagar en nuestro pasado o es lícito olvidar?
-Cada cual es libre de hacer lo que quiera, desde luego. Pero yo siempre he reivindicado escuchar a los mayores, que siempre tienen cosas que contar y nosotros vamos siempre sin tiempo para dedicarles. Ahora igual es demasiado tarde, pero seguimos teniendo la oportunidad de hablar con ellos. Porque lo que no se cuenta y no se sabe deja de existir.
-¿Hasta qué punto su obra es novela?
-Años de vida está basada en personas y hechos reales pero es una novela, está ficcionada. Es una historia que comienza a principios del siglo pasado, en 1918, hasta los años 70, y que tiene un hecho fundamental durante la guerra civil que marca a la familia de algún modo.
-Un hecho que no se puede contar para que la gente compre el libro...
-No se puede contar pero puedo dar una pista. Mi abuelo, Alfonso Borraz, que es el protagonista, era un estudiante de último curso de Medicina cuando estalló la guerra civil. Le pilló el conflicto en el Altoaragón, en los pueblos del Somontano. La trama comienza porque él, que era de una buena familia, acaba alistándose con la Roja y Negra, que era una columna anarquista del bando que acababa de fusilar a su padre. Fue cuando descubrí esta historia real de mi familia cuando me lancé a armar toda la novela.
-¿Cómo y cuando lo descubre?
-Mi abuelo murió cuando yo tenía tres años, no lo recuerdo, pero en mi casa se ha hablado mucho de él. Sabían que el bisabuelo, su padre, había muerto al principio de la guerra, pero él nunca contó nada, ni quien había sido, ni nada. Yo esto lo descubrí gracias a varios libros de historia, y eso me llevó a indagar sobre quiénes eran mi abuelo y mi bisabuelo. En nuestra casa familiar de Alquézar, que se llama Casa Médico, también encontré mucha documentación personal, y con todo eso reconstruí la historia.
-¿Esa pulsión por indagar en sus raíces la tenía de antes o surgió en ese momento?
-Desde muy pequeña me interesó, y sobre todo a mi padre le preguntaba muchas cosas acerca de mi familia. Otro de los personajes principales es mi tía Mercedes, la hermana de mi abuelo, que son dos los narradores. Ella era una monja del Monasterio cisterciense de Casbas. Yo la conocí y tenía el recuerdo de aquella mujer, que era muy pequeñita, y me fascinaba. Cuando tenía 8 años llegaba al monasterio, que no puedes pasar porque hay una reja, y ver esa mujer tan inteligente y particular me atraía mucho, y siempre preguntaba cosas sobre ella. De hecho yo empecé escribiendo historias de mi familia.
-¿Cómo se coge a la familia de uno y se hace una novela, en la que se ficcionan algunas cosas?
-Es difícil, a veces doloroso, pero también es divertido. Es doloroso porque no puedes evitar cosas dolorosas. Los nietos y bisnietos de las personas que sufrieron la guerra podemos contar estas cosas desde la distancia que da el tiempo. Ya no es tan doloroso, lo fue mucho más para los protagonistas, que generalmente no querían ni hablar del asunto. Pero no solo hay guerra, también hay historias de amor, y de amistad. En una familia pasan muchas cosas, y descubrir determinadas cosas de mi familia me ha parecido muy divertido. Y además mi familia ha sido muy partícipe, me he conectado mucho a mis tíos y a mis tías porque me han contado infinidad de anécdotas.
-¿Qué partes de la historia ficciona?
-Hay personajes reales y personajes inventados que me sirven para enlazar la trama.
-¿Y son identificables?
-No siempre. Quien conozca por nombres y apellidos a las personas reales o a personas conocidas que aparecen en otras historias pues sabrá quien es real, pero yo dejo a la imaginación que decida quién es real y quién no.
-¿Hay algún capítulo de la historia de su familia que haya decidido eliminar por inaceptable?
-No, yo creo que he sacado todos los cadáveres del armario. Pero con mucho cariño, claro. Los he colocado a todos muy bien puestos y los he peinado, pero no había nada que no se pudiera contar con cierto cariño y cuidado.
-¿Por qué la historia de su familia debería interesar a otras familias, a otros lectores?
-Todas las personas del Altoaragón o de pueblos de cualquier parte de España van a transportarse a los recuerdos de sus propias casas y familias. En muchísimas casas se vivieron historias similares, algunos abuelos las contaron y otros no, y te hacen volver a esos tiempos y recordar a esas personas que desgraciadamente ya no están. Son historias muy comunes.
-¿Hay reivindicación en eso? ¿Deberíamos indagar en nuestro pasado o es lícito olvidar?
-Cada cual es libre de hacer lo que quiera, desde luego. Pero yo siempre he reivindicado escuchar a los mayores, que siempre tienen cosas que contar y nosotros vamos siempre sin tiempo para dedicarles. Ahora igual es demasiado tarde, pero seguimos teniendo la oportunidad de hablar con ellos. Porque lo que no se cuenta y no se sabe deja de existir.