Marisa Sanz, cardióloga jubilada: "Cuando empecé había muchas médicas, pero pocas en puestos directivos"
La montalbina admite que renunció dos veces a una jefatura de servicio "porque no quería dejar de ejercer"Nieta, hija y madre de médicos, Marisa Sanz era hasta su jubilación, el pasado año, responsable de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca en el hospital Miguel Servet de Zaragoza. La montalbina afirma haber estado siempre rodeada de mujeres en su trabajo, aunque reconoce que su ámbito, la sanidad, es una excepción.
-¿Se considera una pionera en el ejercicio de su profesión, la medicina?
-Quizá la medicina sea, junto con otras profesiones como enfermeras o maestras, una de las pocas en las que hemos dominado las mujeres desde hace años. En la facultad yo creo que rondábamos el 70%, y luego en el ejercicio de la profesión se nivelaba un poco más, pero aún así estábamos por encima del 50%. No sé si soy pionera de algo, no creo que haya hecho nada especial, pero siempre he estado en primera línea en mi profesión y estoy muy orgullosa.
-¿Siente que haya tenido que demostrar más, en el ámbito académico o profesional, que sus colegas varones?
-No. Solo me he sentido discriminada por ser mujer una vez en mi vida. Cuando era residente en Madrid, en los años 80, mi jefe me dijo que tenía que ir a hablar a una emisora de radio para participar en un programa divulgativo sobre medicina del corazón. Y a dos días de la entrevista, mi dijeron que no podía ir, porque un mujer no pegaba nada hablando de un tema tan importante como la cardiología. Yo me cogí un rebote tremendo y me enfadé con los compañeros hombres que fueron a la radio. Pero esa ha sido la única vez que me ha ocurrido.
-La estadística dice que los estudiantes de carreras STEM (Ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) son mayoritariamente hombres, excepto las que tienen que ver con la salud, como medicina, farmacia o enfermería. ¿Eso no es en realidad un síntoma de que los tópicos se perpetúan?
-Yo también lo he pensado, por aquello de que la medicina tiene mucho que ver con cuidar a las personas... No lo sé. Yo te puedo decir que a mí la medicina me interesó muchísimo desde pequeña. Mi abuelo era médico aunque no lo conocí, y mi padre trabajó en Montalbán hasta que se trasladó a Zaragoza, cuando yo tenía 13 años. Tenía muchos accidentes de mina, que eran tremendos, y yo en cuanto podía me escapaba a verlos. Mis hermanos, por ejemplo, nunca aparecían por allí.
-Pero, ¿y el desfase en el resto de titulaciones? ¿A qué cree que se debe?
-No lo sé, la verdad. Quizá tenga que ver con que las mujeres somos más prácticas y buscamos otro tipo de titulaciones diferentes a las científicas... Quizá pasa un poco como con los puestos directivos.
-¿A qué se refiere?
-Cuando yo empecé no había ni una sola mujer en puestos directivos en el ámbito de la medicina, y aunque empieza a haberlos, pero todavía son pocos. Pero mi experiencia me dice que las mujeres nos presentamos muchísimo menos que los hombres a puestos directivos.
Trabajos burocráticos
-¿Por qué?
-Porque la que es médica lo es, muy habitualmente, porque le gusta ejercer la medicina. Yo misma pude ser dos veces Jefa de Servicio, pero no quise porque me gustaba la medicina y no quería dejar de ejercerla y ponerme a hacer trabajos burocráticos.
-¡Pero usted ha sido responsable de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Miguel Servet!
-Pero no es lo mismo. Era responsable porque alguien tenía que serlo, pero yo seguía teniendo mi consulta y mis pacientes, sino no lo hubiera sido. Luego acudía a las reuniones y todo eso, que me aburrían muchísimo, pero yo siempre he querido estar al pie del cañón.
-Pues médicas las ha habido toda la vida, pero si me pregunta por los famosos le diré Miguel Servet, Severo Ochoa, Sigmund Froid, Ramón y Cajal... ¡todo hombres!
-Efectivamente, pero todos por lo mismo. Porque han investigado, porque han hecho grandes descubrimientos que quizá hayan cambiado la medicina. Eso es importantísimo, pero no hay muchos médicos que se vanaglorien de haber ayudado a los enfermos durante toda su vida.
-¿Entonces cree que hubo pocas eminencias de la medicina femeninas, o que las hubo pero fueron invisibilizadas?
-En el ámbito de la investigación ha habido menos mujeres, y las que pudo haber estuvieron en un segundo plano, evidentemente. Pero porque era nuestra educación, siempre se dijo que detrás de cada gran hombre siempre había una gran mujer. La había, pero siempre detrás. La sociedad de algún modo dictaba que tenían que ser ellos los que ocuparan el lugar destacado. Y las mujeres que podían dedicarse a su profesión con más entrega porque no se casaban, no tenían que cuidar de un hogar o tener hijos, eran las raras.
-Pero esto ha cambiado...
-Está cambiando, desde luego, tanto que este tipo de cosas las tenemos que valorar desde este siglo, no se pueden comparar situaciones con los siglos anteriores. Pero aún así soy consciente de que yo soy la excepción, porque en el ámbito de la medicina pública, a diferencia de la privada, no hay discriminaciones. Sin embargo mi hermana, por ejemplo, que es aparejadora, si que ha sufrido casos de discriminación por ser mujer.