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María José y Cristina Sanz, gerentes de Lencería Escolano: “Nuestra abuela fue muy querida porque ayudó a mucha gente en la posguerra” María José y Cristina Sanz, gerentes de Lencería Escolano: “Nuestra abuela fue muy querida porque ayudó a mucha gente en la posguerra”
De izda. a dcha., María José y Cristina Sanz, ante el establecimiento familiar que ahora regentan ellas

María José y Cristina Sanz, gerentes de Lencería Escolano: “Nuestra abuela fue muy querida porque ayudó a mucha gente en la posguerra”

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La tienda turolense Escolano cumple 75 años, y para celebrarlo, las descendientes de la familia y actuales gerentes, María José Sanz y Cristina Sanz, han recuperado dos historias sobre el negocio. Escolano, el apellido de una mujer que nunca se perderá y La leyenda de Amor de la pequeña casa de la calle Nueva que condicionó el gran proyecto modernista de Pau Monguió, pueden leerse ya en los escaparates del longevo negocio.

-¿Cómo y cuándo abre Escolano sus puertas?

-Cristina Sanz: En el año 1942, en plena posguerra. Nuestra abuela, María Escolano, decidió abrir un pequeño comercio. Tuvo que pedir un permiso especial para que las leyes de la dictadura permitieran a una mujer ser titular de una tienda. Escolano comenzó como Ultramarinos y vendía de todo, alimentación, ropa, lanas, hilos, telas.. y allí se compraba con la cartilla de Racionamiento.

-Mª José Sanz: Mi abuela era muy querida porque tenía mucha manga ancha con las cartillas de Racionamiento. Nunca daba lo que estaba racionado, siempre ayudaba a la gente que más necesitaba y les daba más ración. Era una época difícil que no había ni para comer. Nuestra abuela fue muy querida porque ayudó a mucha gente en la posguerra, entonces se creó esa buena fama. 

-¿Cuándo la tienda deja de ser un ultramarinos?

-C.S.: Fue introduciéndose poco a poco de alimentación a corsetería. Después de mi abuela, la tienda se la quedó mi padre, Tomás Sanz. Estuvieron también mis tíos trabajando pero al final se la quedó mi padre. Luego se casó con nuestra madre y quitaron la alimentación y metieron mercería. Además mi padre como se apellidaba Sanz Escolano le cambió el nombre y le puso Sanz a la tienda, pero no cuadró porque Escolano estaba bastante consolidado ya en Teruel. Entonces quitó el toldo del Sanz y siguió con Escolano.

-¿Cuándo comienzan ustedes a trabajar para el negocio familiar?

-MªJ.S.: Yo recuerdo que empecé a trabajar en los 80, no había cumplido ni los 16 años. Mi madre falleció muy jovencita y me puse al frente de la tienda. Desde que entré la tienda fue ya era unicamente de lencería y corsetería.

-C.S.: Yo entre en el 92, con 20 años, y desde entonces ya hemos estado las dos. Alguna vez hemos contratado a alguna chica para ayudarnos, pero básicamente hemos estado nosotras dos porque es un negocio familiar.

-¿Cómo ha ido evolucionando Escolano?

-MªJ.S.: Escolano es un comercio intergeneracional, que como ha seguido atendiendo generaciones conjuntas, hemos evolucionado para atender a la gente joven con cosas modernas, y a la vez seguir atendiendo a la gente mayor. Tenemos ropa de caballero, de mujer y tallas especiales. Somos una tienda especializada.

-C.S.: Además ahora estamos trabajando para crear una página web. Así podremos vender nuestro producto por Internet a la clientela fiel que tenemos en la provincia, o en Valencia o Zaragoza, que eran de Teruel y se han tenido que marchar.

-Es importante tener una clientela fiel.

-MªJ.S.: Sí, tenemos mucha clientela fiel y hemos hecho un cartel con fotos para agradecérselo. Tenemos que mimar a nuestras clientas, que son las que hacen que nosotras sigamos aquí. Incluso hay clientes fieles que vienen de la provincia, que sus madres ya venían y ahora vienen las hijas. El comercio de Teruel es muy personalizado, y como este es un tema muy íntimo les gusta.

-¿En qué consisten las historias que han recuperado?

-MªJ.S.: Una de ellas es la historia de cómo un apellido materno ha tenido la fuerza como para perdurar en el tiempo, y la otra es una historia de amor y desamor, que cuentan las guías a los turistas pero que la mayoría de los turolenses no la conocen.

-C.S.: Es una historia que hemos investigado muchísimo sin poderle dar una veracidad del todo, con lo cual la hemos planteado como lo que es, una historia que se cuenta en la calle. Se supone que la propietaria del edificio donde está ubicada la Lencería Escolano se enamoró de un Ferrán, pero no fue un amor correspondido porque él se fue a Barcelona y se casó con una mujer de allí. Entonces, por despecho, la mujer turolense dijo que nunca se vendiera esa casa, y menos a un Ferrán, impidiendo así que el edificio pueda ser construido en su totalidad.

-Y así fue.

-MªJ.S.: Sí, de hecho Monguió, sin perder la esperanza, dejó el comienzo de los arcos y las dos fachadas laterales que están encima de la casa sin terminar, con el deseo de que en algún momento se pudiera finalizar su obra modernista. Y así sigue.