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María José Rucio Zamorano, Jefa del Servicio de Incunables de la Biblioteca Nacional: “El hombre es el principal riesgo que tiene el patrimonio, las guerras causan graves pérdidas” María José Rucio Zamorano, Jefa del Servicio de Incunables de la Biblioteca Nacional: “El hombre es el principal riesgo que tiene el patrimonio, las guerras causan graves pérdidas”
María José Rucio, junto al Liber Chronicarum del Obispado de Teruel en el Museo de Arte Sacro de la Ciudad. I. Gómez

María José Rucio Zamorano, Jefa del Servicio de Incunables de la Biblioteca Nacional: “El hombre es el principal riesgo que tiene el patrimonio, las guerras causan graves pérdidas”

“Lo que hace particulares a los incunables son las anotaciones que aparecen en todos ellos”
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Cruz Aguilar

María José Rucio Zamorano es la Jefa del Servicio de Manuscritos e Incunables de la Biblioteca Nacional de España y hace unos días impartió en Teruel una conferencia sobre los libros incunables. Lo hizo durante la inauguración de la muestra Liber Chronicarum: 1473, que se expone hasta el próximo 8 de octubre en el Museo de Arte Sacro de Teruel.

-¿Por qué es tan importante el Liber Chronicarum?

-El que abre la obra ya ve su importancia, está cargada de ilustraciones, si llama la atención es porque fue un proyecto muy ambicioso que se hace en el periodo de inicio de la imprenta. Eso hace que tenga más importancia porque es un momento de arranque de esa invención que va a cambiar la forma en la que la humanidad se va a acercar a la literatura. Hasta ese momento eran lectores acostumbrados al manuscrito y todo lo que se va a hacer es innovar y construir el libro de forma más rápida, eso permite una mayor difusión de la lectura y de la cultura.

-Es uno de los que más ilustraciones tiene, ¿cómo se realizaron?

-Cuando vemos el periodo incunable obras con imágenes lo primero que nos planteamos es si se hicieron al mismo tiempo que el texto o si primero se hizo el texto y después se colocó el taco xilográfico, en este caso se puede ver que se hicieron al mismo tiempo porque el grabado no invade el texto como se ve en otros incunables, eso supone poner los tipos móviles y el taco xilográfico a la vez y para hacerlo el impresor debía tener una gran pericia porque tenía que poner tacos o utilizar elementos que le permitieran poner todo al mismo nivel, de forma que la tinta tiñera todo por igual, eso nos habla de un impresor de un gran nivel, una gran pericia, Antón Koberger. Poseer incunables en una biblioteca es tener esas joyas del inicio de la imprenta, una imprenta manual que te hace imaginar ese trabajo artesanal que cambia con la mecánica. En ese momento hay una serie de operarios que hacen los tipos, preparan las tintas, componen... Hacía falta una gran la cantidad de personas.

-¿Qué particularidades tiene el que conserva el Obispado de Teruel?

-Estamos en un momento en el que cualquier libro va a tener particularidades en las anotaciones. En concreto estas no las he podido ver porque el libro ya estaba en la vitrina. En principio hablamos de que podría tratarse de una única tirada, pero en cada hoja que vemos el componedor ha colocado esos tipos para imprimir esa hoja. Se sabe que se tiraron 1.500 ejemplares en latín, hablamos de un taller que produjo en abundancia porque son muchas las hojas que tiene la propia obra. Lo que lo hace particular son esas anotaciones marginales o, por ejemplo, en la ilustración que abre la obra hay dos huecos en blanco destinados a escudos, en el ejemplar que tenemos en la biblioteca se han coloreado esos escudos. Cada incunable merece una atención especial porque puede tener elementos que lo singularicen.

-¿Cree que en España se da el valor que merecen a los incunables?

-Es complicado responder porque los que trabajamos con el libro antiguo nos rodeamos de personas que sí sienten esa pasión, pero  creo que no hay nadie que quede indiferente cuando abre esas obras. En cuanto a que en España se cuiden, yo quiero creer que sí, se están haciendo labores importantes por parte de grupos, como el de los bibliotecarios de la Iglesia, que hacen catálogos colectivos. A nivel universitario también hay una red que recoge el catálogo de la obras históricas. Sí hay un deseo de controlarlos y cuidarlos porque es un patrimonio que no deja indiferente a nadie.

-¿Hay un interés por parte de administraciones y particulares por su restauración?

-En realidad sí porque las bibliotecas de la Iglesia son privadas y hay una intencionalidad, también hay personas que de forma anónima las financian. Sobre todo a nivel local hay un gran interés porque esos testimonios perduren. La verdad es que cuando se  muestra el resultado de las restauraciones, como ahora se está haciendo en Teruel, se genera un efecto llamada para conservar posibles obras que puedan estar en mal estado. Pero ya digo que sobre todo ese interés por conservar el patrimonio es a nivel local.

-¿Cuáles son los principales riesgos que corren estas piezas?

-El principal riesgo es el hombre, las  guerras destrozan ese patrimonio y provocan muchas pérdidas. a veces hablamos de humedad y de temperatura, que sí son un riesgo y debe haber unos mínimos y sobre todo no tener oscilaciones. Pero lo de las guerras supone una grave pérdida documental, llevamos años viéndolo no hay que remontarse a siglos, lo tenemos cercano.