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María José Gallego, autora de 'Las huelgas de las niñas de Induyco': María José Gallego, autora de 'Las huelgas de las niñas de Induyco':
Gallego, instantes previos a la presentación de su libro en el CSA A Ixena, en Teruel. CH.A.

María José Gallego, autora de 'Las huelgas de las niñas de Induyco': "Si algo me enseñó Induyco es que la unión nos da mucha fortaleza a los trabajadores"

La extremeña fue una de las líderes de las históricas huelgas en el Madrid de 1976 que narra en un libro
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María José Gallego fue una de las siete mil mujeres que participaron en las huelgas de Induyco, la empresa textil ligada al Corte Inglés, que sentaron un precedente histórico en el feminismo y la lucha obrera de la Transición. Este viernes estuvo en el CSA A Ixena de Teruel presentando su libro La huelga de las niñas de Induyco, en las jornadas de Memoria y Lucha Obrera organizadas por CGT y CNT.

-¿Qué cuenta su libro?
-Sobre todo la preparación de esas dos grandes huelgas que tuvieron lugar en Madrid en 1976 y 1977. Yo tenía 23 años pero había niñas de 14 y 15, y empezamos a organizarnos y prepararnos desde 1974, cuando Franco todavía estaba vivo.

-¿Qué situación existía en Induyco?
-Era una empresa franquista, paternalista y muy represiva. Continuamente despedían trabajadores. Era muy particular, tenía un banco propio para los trabajadores, un servicio médico propio, una tarjeta con la que podías pagar en casi todos los sitios, servicios jurídicos, equipos de fútbol masculinos y femeninos, programas de voluntariado en hospitales. Era una empresa que te proporcionaba todo lo que una persona necesitaba para vivir, pero era absolutamente asfixiante porque no podías salirte del círculo. Si lo intentabas te acusaban de desagradecida. Trabajábamos a destajo, con tiempos cronometrados y para ir al baño tenías que levantar la mano, como en el colegio.

-Hay que recordar que en ese momento la organización de los trabajadores al margen del Sindicato Vertical era ilegal.
-Y allí te despedían en cuanto te señalaban. A mi me despidieron tres veces, pero en todas se vieron obligados a readmitirme gracias a la movilización de mis compañeras. Nos movilizábamos y convocábamos asambleas siempre escondiéndonos y con trucos, que cuento en el libro, para poder juntarnos que no nos pillaran.

-¿A qué se enfrentaban?
-Te podían despedir o señalarte e intentar hacerte la vida imposible. Cuando empezamos a movilizarnos a mi me amenazaron de muerte los Guerrilleros de Cristo Rey. Antonio Moreno, el que luego fue concejal del PP en Madrid, llevaba siempre una pistola y llegué a oirle decir que no se podía tolerar que las trabajadoras hicieran asambleas, y que si hacía falta pegarme un tiro, me lo pegaba. Como yo era una de las que organizaban las movilizaciones, me tenía enfilada, estaba obsesionada conmigo. Él era gay, y como en aquella época no podía reconocerlo ante los suyos estábamos todo el tiempo poniéndolo en evidencia para fastidiarle.

Primera huelga

-Hubo una primera huelga en 1976 y después otra de dos meses en 1977. ¿Cuál fue el resultado?
-La primera fue por cuatro despidos y logramos su readmisión y que aceptaran que existiera una representación de los trabajadores al margen del Sindicato Vertical, entre otras reivindicaciones como ayudas para guarderías y otras. Y tras los paros de 1977 logramos que admitieran una tabla con 14 puntos reivindicativos muy importantes, sobre sueldos, mejoras, aprendices, elecciones libres de los representantes de los trabajadores... Pero a las 900 personas más o menos que éramos un poco las que organizábamos nos llevaron a tres pequeñas fábricas que hicieron, para tenernos apartadas y minarnos la moral, porque no había máquinas y no teníamos nada que hacer. Es un castigo terrible meter a 300 trabajadores en una fábrica sin máquinas y nada que hacer.

-¿Cuando salió usted de Induyco?
-Yo me fui en 1982. En esa época estaban continuamente intentando liquidarnos a las que habíamos llevado la voz cantante y seguíamos exigiendo nuestros derechos. Un día un jefe me escondió en su despacho y fui testigo de como un trabajador negociaba el despido con la empresa, urdiendo un plan como que daba una patada a una máquina y la empresa le despedía. Eso me afectó muchísimo y decidí irme. En esa época se producían muchos de esos despidos pactados, sobre todo con CCOO. Ese tipo de personas eran traidores, porque negociaban con la empresa a espaldas de los compañeros, y nosotros mismos nos poníamos en riesgo para defenderlos a ellos. Si algo me ha enseñado Induyco es que la unión de los trabajadores es lo que nos da fortaleza. En Induyco formamos casi una familia y eso hizo que ganáramos muchas reivindicaciones justas. No poder confiar en tus compañeros es lo peor que le puede ocurrir a un trabajador.

-Confecciones Teruel fue una empresa filial de Induyco que estuvo abierta en Teruel entre 1975 y 2016. ¿Qué papel jugo en estas movilizaciones?
-Al contrario que otras fábricas que hubo en Cáceres o Sevilla, en Teruel nunca existió ningún tipo de unidad ni movilización. Llegaron a tener casi mil personas y las condiciones eran las mismas que en el resto de plantas, pero por alguna razón nunca participaron. Nosotras fuimos a todas las empresas filiales de todas las provincias a informar, pero en Teruel no existió afinidad. Incluso en los grupos de whatsapp que se formaron en los últimos años nunca hablaba gente de Teruel. Una de las cosas que  me gustaría hacer al presentar La huelga de las niñas de Induyco es contactar con extrabajadores, reunirme con ellos y tener contacto.