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Luis Royo Villalba, autor del libro ‘Los últimos navajeros de Villarluengo’: “En Villarluengo hubo cuchillería 125 años, era un taller pequeño, pero con maquinaria francesa” Luis Royo Villalba, autor del libro ‘Los últimos navajeros de Villarluengo’: “En Villarluengo hubo cuchillería 125 años, era un taller pequeño, pero con maquinaria francesa”
Luis Royo con una de las navajas que fabricaron sus antepasados en Villarluengo

Luis Royo Villalba, autor del libro ‘Los últimos navajeros de Villarluengo’: “En Villarluengo hubo cuchillería 125 años, era un taller pequeño, pero con maquinaria francesa”

“Fabricaban localmente, pero vendían en ferias, más allá del entorno inmediato, era producción profesional”
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Cruz Aguilar

Luis Royo Villalba es el autor del libro Los últimos navajeros de Villarluengo. Apuntes de cuchillería aragonesa, editado recientemente por el Cemat, el Centro de Estudios del Maestrazgo y con el que se profundiza sobre un oficio bastante desconocido en la comarca. Royo es economista, reside en Valencia y tiene sus raíces paternas en Villarluengo y maternas en Monreal del Campo. Es un colaborador habitual de las revistas El Peirón y Xiloca, editadas por los centros de estudios locales de las comarcas del Maestrazgo y el Jiloca, respectivamente.

¿Había una tradición cuchillera en Villarluengo?

-No he descubierto más tradición que la de mi propia familia. Comenzaron hacia 1840 y esos son los primeros documentos que he encontrado en los que se les menciona como fabricantes de navajas. No era un oficio menor, porque ya aparecen como fabricantes, lo que indicaba un nivel de seriedad en el trabajo.

-¿Solo estaba su familia dedicada a este oficio?

-Sí, solo mi familia. Aunque es cierto que cuarenta años antes había cuatro fraguas y un par de herrerías. Es probable que hubiera alguna relación, ya que comenzaron como cerrajeros y terminaron como navajeros, trabajando también con cerraduras.

-¿Qué particularidades tenía este oficio en Villarluengo?

-El taller era pequeño, pero contaba con maquinaria, según lo que he podido averiguar, de origen francés. Tenían una gran rueda de amolar, un banco de amolado, que solo he visto en grabados históricos franceses. Creo que puede haber una conexión con la fábrica de papel que existió en Villarluengo, así como con otras fábricas de acero y agujas en Utrillas y Mas de las Matas. La tipología de los cuchillos, con pequeñas láminas de acero, parece estar relacionada con esa industria.

-¿Era una tipología especial?

-Sí. Desarrollaron dos tipos principales de cuchillos, aunque en total elaboraron entre diez y doce modelos, incluidos cuchillos de cocina y cuchillos de matarife. En cuanto a las navajas, usaban madera de boj, común en la zona, e incluso cuerno de toro. También identifiqué un tipo especial llamado cuchillo de zapatico, que, por mis investigaciones, también salía de este taller.

-¿Se conservan algunas de estas piezas?

-Sí, se conservan bastantes. He catalogado cerca de cien cuchillos de este tipo, todos muy similares. Una particularidad es que las hojas estaban grabadas con textos relativos al propietario, y se utilizaban para ir de ronda, cantando por los pueblos. Eran tanto utilitarios como ornamentales.

-¿Fabricaban a nivel industrial o para consumo local?

-Fabricaban localmente, pero iban a vender a ferias, incluso en Cedrillas, Alcañiz y Tarragona. He encontrado piezas más allá del entorno inmediato, lo que indica que era una producción profesional, aunque desde un taller modesto.

-¿Cuánto tiempo perduró esta tradición cuchillera?

-Estuvo vigente durante unos 125 años, desde aproximadamente 1840 hasta 1963. Fueron cuatro generaciones de la misma familia.

-¿Y su desaparición se debió a la emigración del medio rural?

-En gran parte, sí. Además, el miembro más joven de la familia que trabajaba como navajero murió en la guerra en 1938. Sus hermanos emigraron uno a Puerto de Sagunto y otro a Cataluña. El descenso de población en Villarluengo, de más de 1.300 habitantes a poco más de cien, también influyó mucho.

-¿Existe más tradición cuchillera en el Maestrazgo de Teruel?

-La cuchillería es una evolución de los espaderos del siglo XVI. En el siglo XVII, en Alcañiz, sí había quien se dedicaba a fabricar espadas y cuchillos. Pero no he encontrado evidencias que lleguen hasta los siglos XIX o XX. En Villarluengo también hubo fábrica de fusiles durante la guerras carlistas, lo que también pudo ser un empuje a la producción.

-¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?

-Conocía parte de la historia familiar a través de mi padre, que ahora tiene 80 años. Investigando en internet descubrí que había coleccionistas interesados en las navajas Royo, pero sin información disponible. Ver que se reconocía la calidad de las piezas me animó a investigar más y, al ver el material que había, me decidí a escribir el libro sobre la cuchillería de Teruel y Aragón.

-¿Cree que esta publicación podría dar pie a nuevas investigaciones?

-Estoy convencido. En el Museo de Teruel hay piezas de cuchillería no expuestas cuya autoría no se conocía. Algunas podrían ser del cuchillo de zapatico o de navajas de balero de Zaragoza. Estoy seguro de que saldrán nuevas aportaciones gracias a esta investigación.

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