Juan Carlos Soriano, periodista: “Tras la victoria del PSOE en 1982, el periodismo político empezó a perder encanto”
El de Royuela presentó en Alcañiz el último número de la revista Turia, en homenaje a Pilar NarviónLa revista cultural Turia se presentó el Palacio Ardid de Alcañiz con motivo del centenario del nacimiento de la periodista bajoaragonesa Pilar Narvión, una de las grandes protagonistas del último número. El también periodista de RNE Juan Carlos Soriano, natural de Royuela y autor de Pilar Narvión, andanzas de una periodista perezosa, condujo la presentación y el homenaje a la que fue una de las grandes cronistas de la Transición.
-Pilar Narvión siempre llevó a gala su origen alcañizano, pese a que se marchó muy pronto de allí.
-Se fue con cinco años, primero a Logroño y luego a Zaragoza, pese a lo cual siempre decía que Alcañiz era su pueblo, con todo el cariño que hay en esa afirmación. Siempre lo tenía presente, lo visitaba a menudo y conseguía meterlo en casi todas sus conversaciones. Cuando en 1956 marchó de corresponsal a la capital de Francia un compañero dijo que iba a alcañizificar París.
-¿Dónde radicó su importancia profesional?
-Más allá de la gran talla como escritora y periodista que tenía, consiguió estar en el centro del huracán en algunos de los acontecimientos centrales de España y Europa. Estuvo en el Tratado de Roma de creación de la CEE, en la fundación de la V República Francesa, el Mayo Francés, la guerra de Argelia, la firma de paz de Vietnam... y después Emilio Romero, director de Pueblo, la trajo a Madrid donde fue testigo y cronista de toda la Transición Española. Vivió la gran época del periodismo político en España en primerísima persona.
-Además de la semblanza que publica en Turia, usted es el autor de la única biografía de Pilar Narvión.
-Intenté convencerla en 2008 para que escribiera sus memorias, pero ella me dijo que era demasiado vaga. Así que decidimos publicar entre los dos el libro Andanzas de una periodista perezosa que recogía varias conversaciones que mantuvimos.
-¿Se conoce lo suficiente la figura de la alcañizana?
-Creo que empieza a conocerse. Con 61 años se jubiló y desapareció del plano político, hasta el punto de que Carrillo, por ejemplo, pensaba que había muerto. La generación posterior de periodistas no tenían ni idea de que había existido. Humildemente creo que el libro que hicimos la recuperó de algún modo, 30 años después de jubilarse, y a raíz de eso se escribió una tesina sobre ella y también se ha publicado algún artículo en revistas especializadas. Ojalá alguien coja el testigo y realice una tesis doctoral, seria y sistemática, que la dé a conocer con rigor.
-No debía de ser fácil ser mujer y periodista en los años 50...
-No fue la primera, desde luego, porque en la Segunda República las hubo, aunque tras la guerra civil el periodismo se volvió cosa de hombres, como tantas otras cosas. En los años 50 comenzaron a llegar mujeres a las redacciones, y Pilar Narvión fue la primera del Diario Pueblo. Juan Aparicio, a la sazón su director, reunió a la plantilla y les dijo que iba a llegar una chica, así que se habían acabado los chistes verdes y los tacos. Entre 1956 y 1973 fue corresponsal en el extranjero, y cuando regresó ya había más mujeres.
-Que admiraron a Pilar...
-Imagínate. En la crónica parlamentaria había unas jovencísimas Julia Navarro, Pilar Cernuda, Charo Zarzalejos, Mercedes Jansa o Susana Olmo, que se convirtieron en sus pupilas. Por edad podía ser su madre, pero era más bien su colega, su amiga, con la que hablaban de periodismo y de novios, porque Pilar era una mujer moderna, que había vivido en Europa, que sabía lo que era la libertad y cómo funcionaba una monarquía parlamentaria... Las ayudó mucho y ellas la adoraban, las llamaban las niñas de la Narvión. Cuentan que la tarde del 23-F cuando Tejero entró en el Congreso y empezaron los tiros, Pilar les dijo: “niñas, tomad nota de todo y apuntad la hora que es. Según los libros de historia, esto es un golpe de Estado”.
-Usted también acabó ejerciendo en Madrid...
-Sí, pero empecé en el Lucha, con 14 años... imagínate qué cosas podía escribir un crío como yo. Mi primer titular, en mayo de 1977, fue “Royuela, paraíso místico y legendario en el corazón de la sierra” (risas). ¡Y encima el alcalde se me ofendió! Con 18 años me marché a Madrid a estudiar y fui a Pueblo a entrevistar a Pilar Narvión para DIARIO DE TERUEL. Al enterarse de que era de un pueblo de Teruel accedió a la entrevista, me invitó a colaborar en su periódico y poco después acabé en la plantilla de Pueblo. Me ayudó mucho, pero también me hizo trabajar un montón.
-Usted se ha dedicado sobre todo al periodismo cultural, llegando a dirigir El Ojo Crítico de RNE. ¿Fue elección suya o del destino?
-Me llegó sin más. Me hubiera encantado dedicarme al periodismo político como mis compañeros, aunque hay que admitir que tras la victoria del PSOE en 1982 este empezó a perder encanto. Pero me llamaron de El Ojo Crítico y empecé a rellenar mis enormes lagunas, conociendo a personajes increíbles. Poco a poco le cogí el gusto, y aunque ahora estoy en Informativos de fin de semana, la cabra tira al monte y siempre que puedo trabajo temas culturales.
-¿Se puede ejercer el periodismo de primera línea desde provincias, o es necesario vivir cerca de los centros del poder, como hicieron Pilar Narvión o usted?
-Depende del periodismo que hagas. Quienes hacen política nacional necesitan estar en el Congreso, no tanto para escuchar el Pleno sino para tomar café con tal o cual diputado. Pero para otro tipo de trabajo quizá no sea imprescindible. Y menos ahora con las posibilidades de comunicación, aunque es poco probable que nadie te pase una información confidencial por Whatsapp.
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