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José María Conget, escritor: “Pocas novelas buenas han ganado un premio literario importante en España” José María Conget, escritor: “Pocas novelas buenas han ganado un premio literario importante en España”
José María Conget presentó en el IAACC?Pablo Serrano la revista Turia

José María Conget, escritor: “Pocas novelas buenas han ganado un premio literario importante en España”

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José María Conget (Zaragoza, 1948) es escritor, ensayista y narrador autor de más de veinte volúmenes. Premio de las Letras Aragonesas en 2007, presentó este jueves en Zaragoza el nuevo número de la revista literaria turolense Turia, que este mes de noviembre cumple 35 años de historia.

- Usted es, entre otras cosas, uno de los colaboradores más antiguos de la revista Turia...

- Desde el número 4 de 1986, y a partir de ahí he estado colaborando durante 35 años, la mitad de mi vida prácticamente, de forma muy habitual, con textos o en monográficos sobre Borau, sobre Martínez de Pisón, el de Benjamín Jarnés... Y mi mujer (Maribel Cruzado) empezó a colaborar a partir del número 17. 

- ¿Cómo se veía Turia en 1986?

- En esa época surgían revistas literarias casi cada mes. Empezaban con mucha pasión y acababan pronto. Era imposible prever entonces que pudiera sobrevivir tantos años y manteniendo su calidad y nivel, especialmente lejos de los centros editoriales como Barcelona y Madrid. Supongo que muchos le vaticinarían un final rápido y ya ves...

- ¿Cuál cree que ha sido la clave para que Turia cumpla 35 años y 168 números?

- Buena parte la tenacidad, voluntad y empeño de Maícas y Ana María Navales, que la dirigió con él hasta que murió. Ha soportado cambios políticos, de modas y de todo tipo. En Aragón surgió otra revista por esa época que era La expedición, que nació con voluntad de no pasar de los 10 números, y otra estupenda fue El bosque pero también acabó cerrando. Supongo que en el fondo siempre es una cuestión de dinero, de financiación, porque una revista así no puede sobrevivir únicamente gracias a sus suscriptores. 

- Usted se ha definido como escritor de Worstsellers... ¿Tiene una concepción elitista de la literatura?

- No, en absoluto. Incluso lo de los worstsellers, que yo lo decía en broma, es una jactancia, porque en España somos muchos así. Hay pocos autores que vendan muchos libros y tengan calidad, aunque los hay. Pero no soy elitista con los públicos, otra cosa es que no tenga la cantidad de lectores que me gustaría tener. Pero Félix Romeo decía, con razón, que los escritores que tienen pocos lectores no deberían quejarse porque nadie les manda escribir. Yo me he ganado la vida como profesor y gestor cultural y por suerte no he necesitado vender muchos libros para vivir. 

- ¿Es cierto que nunca se ha presentado a un premio literario?

- Jamás. En nuestro país todo se hace mediante concurso, hasta conseguir un puesto de funcionario. Y en España los premios importantes están todos amañados, apalabrados entre los autores, sus agentes y los editores. Es un negociete que nunca me ha gustado.

- ¿Desprecia de algún modo los libros o los autores que han ganado grandes premios literarios en España?

- Pocas veces un buen libro ha ganado un premio importante. Hay buenos autores que han ganado un Planeta con libros malos. Muñoz Molina con El jinete polaco fue una excepción, y hay alguna más, pero pocas. El pobre Sender, un excelente novelista, fue premiado con un Planeta para que tuviera una excusa para volver de su larguísimo exilio, pero fue con una horrenda novela, La vida de Ignacio Morel, una de las peores que escribió. Juan Marsé es un novelista formidable, pero La muchacha de las bragas de oro no fue su mejor esfuerzo ni mucho menos, y no digamos ya todos estos locutores o locutoras de televisión o novelistas a sueldo de Planeta o de otras editoriales... Es un negocio, ya te digo.

- Creo que después de Confesión general (2017), su próxima obra, en la que regresa a la novela, está a punto de ver la luz...

- Posiblemente la próxima semana, y se va a llamar El mirlo burlón

- ¿Y qué puede contarme de ella?

- Normalmente mis novelas ocurren en lugares donde yo he vivido, porque soy un narrador de poca inventiva y no puedo escribir sobre Vietnam o Marte, porque no he estado ni en Vietnam ni en Marte, así que sitúo mis textos en lugares que conozco bien. Afortunadamente he tenido una vida un poco nómada y he vivido en Nueva York, Perú y París. Sin embargo El mirlo burlón está ambientada casi por completo en Zaragoza, durante una época que yo no conocí. Habla sobre un grupo de estudiantes de la antigua Filosofía y Letras que tienen un profesor que les influye mucho, y que tratan de reunirse con él al cabo de los años. La primera época es la Transición Española y la segunda el primer gobierno de Zapatero. Es una novela sobre las ilusiones perdidas de la juventud, los cambios que uno padece y en la verdad del poeta mexicano José Emilio Pacheco, que decía que al final todos nos convertimos en aquello que más despreciábamos.

- ¿A usted le ha sucedido?

- No. Ideológicamente he cambiado muy poco, o nada. 

- ¿El mirlo burlón, como casi todas sus novelas, tiene componentes autobiográficos?

- En esta ocasión no. A veces soy abiertamente autobiográfico, pero en esta novela no. Yo los últimos años de Franco estaba en Perú, así que no lo viví. Seguramente no reproduzco fielmente la atmósfera de la época por eso, pero me preocupaba más otro tipo de elementos.