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José Demaría, nieto del fotoperiodista Campúa: “Los fotoperiodistas españoles de la guerra civil merecen ser mejor tratados” José Demaría, nieto del fotoperiodista Campúa: “Los fotoperiodistas españoles de la guerra civil merecen ser mejor tratados”
José Demaría, nieto de José Demaría Vázquez ‘Campúa’, en el Museo de Teruel

José Demaría, nieto del fotoperiodista Campúa: “Los fotoperiodistas españoles de la guerra civil merecen ser mejor tratados”

El archivo de su abuelo consta de 400.000 imágenes, unas 14.000 de ellas de la guerra civil y 350 de Teruel
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José Demaría Vázquez Campúa fue uno de los mas prestigiosos fotoperiodistas del pasado siglo, autor posiblemente del mejor archivo fotográfico que existe de las ofensivas del bando sublevado durante la guerra civil. Su nieto, José Demaría, es propietario de su extensa colección, y estuvo en Teruel durante la apertura de la exposición Ciudad devastada sobre la batalla de Teruel que puede visitarse en el Museo Provincial. Allí reivindicó el papel de los fotoperiodistas españoles que se jugaron el pellejo para dejar constancia gráfica de un fragmento de la historia que hoy en día todavía levanta llagas al repasarla. 

- ¿Cuántas fotos de su abuelo se exponen actualmente en Teruel, y en base a qué se seleccionaron precisamente esas?

- El propio museo seleccionó 14 imágenes, y lo hizo muy bien porque no eligió imágenes que describieran la batalla o los sucesos militares, sino que la mayor parte de las fotos hablan del factor humano; de lo que ocurría con las personas que estaban en la ciudad durante la batalla. ´

- ¿Qué dimensiones tiene el archivo Campúa?

- Pues ocupa 70 metros cuadrados, y consta aproximadamente de 400.000 negativos. De la guerra civil son unas 11.000 fotos tomadas con las tropas nacionales, y unas 350 realizadas en Teruel. Sus fotografías abarcan 40 años de historia, pero además estoy convencido de que su archivo es el más rico en cuanto a la guerra civil. Escribió un diario perfectamente detallado en el que cuenta como hacía fotos todos los días por todos los frentes. Desde el frente Norte a León, Brunete, Extremadura, Teruel, Cataluña... cuando se tomó Barcelona en lugar de quedarse en España se fie a Perpiñán a fotografíar los campos de refugiados, y en medio de la ofensiva nacional en Teruel viajó a Roma para fotografiar el nacimiento y bautizo de Juan Carlos I... Yo me he preguntado muchas veces cómo mi abuelo pudo sobrevivir a semejante actividad. Ojeas su diario de trabajo y es realmente increible.  

- Pero su actividad se remonta mucho antes de la propia guerra...

- Su carrera periodística comenzó en 1920, trabajando con su padre que fue el fundador de Mundo Gráfico y uno de los fotoperiodistas más reconocidos de las guerras de África. Hizo reportajes de la Sublevación de Sanjurjo, la muerte de Eduardo Dato... de los grandes acontecimientos históricos de la época. Al empezar la guerra civil padre e hijo se quedan en Madrid. No tenían afecciones políticas pero ambos trabajaban para prensa monárquica considerada de derechas. En septiembre de 1936 el padre fue asesinado durante la represión a los periodistas, y el hijo fue arrestado, estuvo en la Puerta del Sol, pero logró escapar y huyó a Francia. 

- ¿Y que pasó con los negativos fotográficos que había realizado hasta entonces?

- Su archivo desde 1920 a 1936 estaba en Madrid, fue saqueado por milicianos y quemado, y se perdió prácticamente todo. Tenía fotos de la visita de Alfonso XIII a Las Hurdes, por ejemplo, y lo único que quedan son reproducciones de la Biblioteca Nacional y poco más. 

- Cuando regresa a España y empieza a fotografiar la guerra civil, lo hace siempre acompañando a tropas franquistas. ¿Trabajaba para prensa, o directamente para el ejército?

- Él fue siempre freelance. Pero en ambos bandos todos los periodistas iban absolutamente controlados, igual que en las guerras de hoy en día. Como mi abuelo conocía a Franco de las guerras de África y a Lambarri, que era jefe de prensa de la zona nacional, tuvo acceso a los frentes de batalla o al propio cuartel general de Franco. Pero el vivía de vender sus fotografías a la prensa española y también a la extranjera. 

- ¿Estuvo estar más protegido que el resto?

- Ni mucho menos. Era un fotógrafo autorizado como otros. Hay un episodio conocido, en el que tres fotoperiodistas internacionales murieron en un coche tras ser alcanzado en Teruel por una batería republicana. Él iba en ese coche, pero minutos antes de la explosión mi abuelo y otro más se habían bajado de él. 

- A pesar de su buena relación con Franco, Campúa fue encarcelado tras la guerra...

- A mi abuelo le concedieron dos cruces rojas al Mérito Militar, la medalla de la Campaña y la de Isabel la Católica, y en 1940 dirigió el Cine del Pardo donde Franco veía películas. Pero Campúa se había inscrito en una logia masónica a los 28 años llamada La Unión, y cuando se incautaron todas las actas de las logias, salió su nombre, y en 1942 pasó cinco meses en la carcel, fue inabilitado y perdió absolutamente todos sus negocios. Hasta 1952 no fue indultado por Franco, y paradójicamente, desde entonces Franco lo tuvo a su lado prácticamente hasta su muerte. Su vida fue absolutamente rocambolesca, porque además se casó con mi abuela y fue uno de los pocos que utilizó la Ley de Divorcio de la República. Pero Franco después derogó esa Ley y los matrimonios posteriores, así que se encontró de nuevo casado con ella... Su vida demuestra que Campúa se hizo a sí mismo antes de la guerra, con la República, durante la guerra tras sobrevivir en Madrid y después de la misma. 

- Una auténtica vida de aventura...

- Sí, y por eso me da mucha pena el hecho de que los fotoperiodistas extranjeros sean mucho más conocidos. Gente como Vidal o Díaz Casadiego, que fue intimo de mi abuelo, fueron grandísimos fotoperiodistas y tienen mejores imágenes que las que pudieran hacer Capa, por ejemplo, y además sin preparar. Quizá por eso sean menos artísticas, pero narran mejor los acontecimientos históricos.