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Jorge Fanjul, primer chelo de la Orquesta Reino de Aragón: “La cultura musical de base tiene que darse en el colegio y no en el Conservatorio” Jorge Fanjul, primer chelo de la Orquesta Reino de Aragón: “La cultura musical de base tiene que darse en el colegio y no en el Conservatorio”
Jorge Fanjul, durante una de las clases que impartió a los músicos de la Sinfónica

Jorge Fanjul, primer chelo de la Orquesta Reino de Aragón: “La cultura musical de base tiene que darse en el colegio y no en el Conservatorio”

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Jorge Fanjul es uno de los cinco músicos profesionales de la Orquesta Reino de Aragón que durante el pasado fin de semana impartieron clases en la Escuela de Música de Teruel y que el domingo tocaron junto a la Sinfónica turolense en el Marín. Con 37 años lleva más de 20 dedicados a la interpretación y a la enseñanza de música.

- No debe de ser nada fácil dar una clase ante músicos de diferente edad y nivel...

- Adaptas las cosas para que a todos les resulte provechoso y, sobre todo, estén motivados, que es la clave. Ahí está la mayor diferencia en cuanto a la edad, porque los músicos de cierta edad están motivados de por sí. Yo admiro a los profesores de Elemental por el gran trabajo que hacen de planificación, ejercicios y juegos para tener motivados a los alumnos. 

- ¿Un buen músico no tiene por qué ser necesariamente un buen profesor? 

- Yo lo diría de otro modo; no es necesario ser un gran concertista para saber encauzar bien a un alumno, porque son especialidades muy diferentes. En ese sentido el profesor que inicia a los niños tiene más responsabilidad, porque a los alumnos más veteranos se les presupone ciertos conocimiento, y en ese sentido la tarea del profesor es diferente. Una de mis máximas como profesor, que me llega a obsesionar un poco, es que de mis clases tiene que irse la gente con herramientas para trabajar en su casa. Un alumno que se lo tome en serio puede ensayar 30 o 40 horas semanales, y si solo tiene una hora y media de clase la responsabilidad del profesor es darle herramientas para que avance por su cuenta. 

- Uno puede pensar que la auténtica vocación del músico es interpretar como concertista y que la enseñanza es solo un trabajo que hay que hacer para pagar las facturas, pero oyéndole a usted no lo parece. 

- La circunstancia de cada persona es muy diferente. Aunque mi formación no ha sido de Pedagogía Musical, yo llevo dando clase casi ininterrumpidamente, en Conservatorio o particulares, desde los 14 años y tengo 37. Han pasado muchas personas y, aunque suene tópico, de cada uno de ellos he aprendido algo. Me enriquece mucho. Si tienes la suerte de acabar el Conservatorio y te contrata una orquesta igual no das nunca una clase, pero en este mundillo interpretar y enseñar suele ir de la mano. 

- Además de la Orquesta Reino de Aragón forma parte de otros proyectos musicales, algunos muy peculiares...

- Formo parte de Plaerdemavida Ensemble, junto a Paloma Chiner, soprano, y el pianista Pablo García Berlanga. Nos hemos juntado tres músicos muy inquietos y con muchas ideas, y pensamos en hacer un proyecto de música contemporánea, con piezas especialmente compuestas para él, y se ha ido haciendo tan grande que acabamos tocando en el Festival Ensems de Valencia casi con una performance, con María José Peris como directora de escena. Además de tocar actuábamos, tratando de llevar la ópera, que aglutina todas las artes, a un formato más pequeño para poder llevarlo a más sitios. Tenemos otro proyecto en manos que se llama Deseo, amor y muerte sobre música de Wagner y Liszt, con guion escrito por  María Cárdenas, ganadora del Premio Max de Teatro en 2017. Pablo interpreta a un afinador de pianos y yo a un técnico de sonido, y a partir de ahí hacemos un concierto en el que actuamos, tocamos y explicamos la relación tan intensa que hubo entre Wagner y Liszt.

- Ahí vuelve a relucir su vena pedagógica...

- Es que un concierto no solo es música. Llevar un concierto de Wagner y Liszt a un pueblo, a un auditorio de 300 butacas, puede resultar pesado. Pero si cuentas que hay una historia detrás, que Wagner acabó casándose con la hija de Liszt y que entre ambos hubo una admiración tal que casi pasaba la barrera de la simple amistad, interesa mucho más. 

- ¿Consiguen enganchar a la gente a la música clásica?

- Nos ha ocurrido y es muy satisfactorio, porque salimos ganando todos. La pena de la música clásica es que sigue siendo muy elitista. 

- Pero hoy en día cualquiera que quiera puede escuchar toda la clásica que quiera...

- Pero no lo hace porque no la conoce. No hay cultura musical de base. La cultura musical de base no tiene que darse en el Conservatorio sino en el colegio. Ahora cada vez la música tiene menos recursos en la educación. Está claro que el fútbol es imbatible, está ahí. Pues no pongamos más recursos en eso, que ya tiene su público. Pongámoslos en la música, que es beneficiosa para la sociedad y no se conoce. ¿Por qué gana más un violinista que hace covers de David Guetta que otro que interpreta a Bach? Pues porque Bach no se conoce. 

- Desde hace casi dos años en Teruel tenemos una Orquesta Sinfónica, todavía humilde, que se ha incorporado a las agrupaciones de la AC Santa Cecilia. ¿Cómo la ve?

- Imagínate lo positivo que es para una ciudad como esta su existencia. La Sinfónica de Teruel ahora es pequeña pero puede crecer exponencialmente. Solo depende de que haga muchos conciertos, que vayan niños a esos conciertos, que sus padres también vayan y que todos cambiemos nuestros intereses. Toda la música tiene su momento, pero la cultura que genera un proyecto como esta Sinfónica retroalimenta a toda la ciudad.