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Javier Arruga, escritor: “No siento compasión por Teruel porque es un paisaje vivo” Javier Arruga, escritor: “No siento compasión por Teruel porque es un paisaje vivo”
Javier Arruga acaba de publicar su última novela, un libro de viajes a través de la Sierra de Albarracín

Javier Arruga, escritor: “No siento compasión por Teruel porque es un paisaje vivo”

El autor monegrino presenta este jueves en Senda ‘Montes Universales, gentes universales’, su última novela
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El escritor aragonés Javier Arruga (Perdiguera, 1970) acaba de completar su trilogía aragonesa con Montes Universales, gentes universales, novela publicada por Mira Editores que, en la mejor de las tradiciones literarias del siglo XIX, mezcla ficción y realidad en un road movie, –más propiamente un walk movie, puestos a utilizar el anglicismo– a resultas de un viaje a pie y en solitario a través de la Sierra de Albarracín, desde Libros a Ojos Negros. Tras hacer lo propio en la aventura monegrina de En el país de los cucutes (2010) y la oscense de Primavera en la Guarguera (2012), Arruga vuelve a reinventar la novela de viajes con una mirada brillante, afable y nada compasiva al sur de Aragón. 

El escritor monegrino visitará la librería Senda de Teruel este jueves, donde presentará su última novela, a partir de las 19.30 horas, junto al crítico literario Antonio Losantos. 

- ¿Qué comparte Montes Universales, gentes universales con las otras dos novelas que forman su trilogía aragonesa?

- Pese a que a lo largo de diez años un autor evoluciona hay un continuum en la voz narradora que comparten las tres novelas, y que observa el mundo a través de ellas. Y sobre todo tiene en común el interés por los paisajes y los paisanajes. Soy un fascinado del aire libre, del terreno y también de la gente. Me apasiona hablar con las personas sosegadamente, con la sinceridad y gravedad que da un viajero. Porque la gente que se encuentra con un viajero que lleva una mochila se expresa con mayor significación y profundidad. He percibido que, ante el viajero, la gente huye de las conversaciones fáciles, de las noticias o de las chorradas que nos impiden ver las cosas importantes, y gusta conversar sobre lo trascendente.

- En ese sentido recuerda un poco desde los grandes literatos viajeros del XIX, desde Hemingway o Paul Bowles, hasta nuestro referente José Antonio Labordeta. ¿Son de alguna forma inspiradores para usted?

- Yo no soy un postmoderno ni estoy todo el día en casa viendo series de televisión. Posiblemente tengo algo de arcaico y de decimonónico. Y soy muy labordetiano en su faceta musical, menos en la literaria y no he visto ni un minuto de Un país en la mochila porque no veo la televisión. Pero creo que tengo sus mismas preocupaciones; encontrar el sentido de la vida en las personas. Labordeta inventó el Aragón que conocemos poniendo el acento en la relevancia de lugares que no tenían ningún valor. Y él les dio valor poético. Yo creo que sigo esa estela, no tanto por ser un discípulo suyo, como porque igual tenemos una sensibilidad muy parecida. Quizá haya absorbido parte de su filosofía sin ser yo muy consciente. 

- Hábleme de las diferencias que existen entre los tres libros de la trilogía.

- Con En el país de los cucutes yo buscaba de algún modo mi origen, porque tras un tiempo fuera había vuelto a Aragón y necesitaba reflexionar sobre la razón que me había impulsado a hacerlo. Después, en Primavera en la Guarguera yo acababa de terminar Antropología y me interesaba mucho el fenómeno de los pueblos deshabitados del Prepirineo. Y en el caso de Montes Universales lo que he buscado es transmitir la fuerza que tiene el paisaje turolense sin estar reivindicado. Esa altura de la provincia, esa pobreza del suelo tan rocoso, los cielos muy despejados, la trashumancia... quería acercar un lugar que en buena medida es desconocido.

- ¿A qué hace referencia la segunda parte de su título, gentes universales?

- Apela a que realmente somos una especie común, aunque unos estén en los Montes Universales y otros en una aldea cerca de la Muralla China. Donde quiera que vas te encuentras con personas con características distintas, pero en el fondo somos muy parecidos y tenemos las mismas preocupaciones. Este libro de hecho trata sobre la universalidad de los sentimientos y de las personas.

- Rompe así el mito del habitante serrano, entendido como alguien cuyo aislamiento le ha hecho crecer casi a espaldas del resto del mundo...

- Absolutamente. A veces cuando hablamos de la España vacía parece que estemos hablando de indígenas remotos, y nada más lejos de la realidad. Hoy en día estamos mucho más cerca de lo que parece, y la gente con la que me he encontré en este viaje no eran en absoluto piezas de museo, sino gente cercana y plenamente representativa de la especie humana. Esa idea de Teruel como algo remoto y vacío es falsa y hay que acabar con ella. Teruel es un lugar con gente llena de vida. No me ha dado nada de pena ni de compasión porque he visto un territorio vivo, fortísimo y con gente de excepcional personalidad. 

- Sus novelas nunca tratan un solo tema. ¿De qué otros asuntos habla en Montes Universales?

- El amor siempre está presente, como ideal frustrado y como algo permanentemente cambiante, no monolítico. Además hago una especie de elegía de la desaparición del libro como elemento que nos une, y de cómo con la desaparición de este, del libro, perdemos la imaginación. Por eso no es casual que el viaje termine en Ojos Negros, en honor a la película que es un homenaje a la imaginación, a la fabulación y a la necesidad de contar historias. Además este libro lo escribí después del 15-M, muy influido por este, y también existe cierta crítica política y social, especialmente en su primera parte. Pero sobre todo, y como ya te he comentado, he tratado de buscar valores universales sobre las personas a través de los pequeños detalles. 

- Todos sus libros, también los que forman la trilogía, presentan siempre particularidades lingüísticas o morfológicas a través de las que tratan de diferenciarse del resto de la literatura. ¿En este sentido qué nos sorprenderá de Montes Universales?

- Tienes razón, siempre hago algún experimento, y en este caso consiste en que toda la novela se desarrolla en el presente de la segunda persona del singular, como ocurría en algunas de las columnas que Toni Losantos publicaba en Diario de Teruel. En principio lo hice como pretensión estética, aunque he descubierto que la segunda persona apela al lector y de algún modo le insta a que se implique en el desarrollo del libro. 

- Esta vez no ha suprimido los signos de puntuación en ningún capítulo...

- No. Ya sabes que yo los suprimiría por completo para que cada cual leyera componiendo como quisiera las frases, pero no sé si triunfaré algún día con esas tesis. 

- Montes Universales se ha publicado después de Me comí su corazón. Crónica sentimental del maquis (2017) aunque fue escrito antes. Y de hecho en uno de sus capítulos dan pie al arranque de esa otra novela. 

- Así es. Haciendo el viaje por Teruel, pasando por la Masía de Ligros y el campamento escuela del maquis del Rodeno alumbré esa novela. Así que en Montes Universales fabulo con que me encuentro un texto escrito que será la primera página de Me comí su corazón. 

- ¿Hay más detalles de ficción en la novela?

- Sí, hay bastante autoficción. Aunque parece muy lineal en realidad tiene mucha cocina, seguramente más que ningún otro libro de la trilogía. Pero es que los libros de viaje tienen que tenerla, porque los viajes no suelen dar tanto de sí. Al fin y al cabo es literatura y no ensayo. 

- ¿En qué proyectos literarios anda metido? ¿Qué está escribiendo ahora mismo?

- Pues estando en Santa Fe (Nuevo México) un amigo gallego que estaba viajando por Teruel y Albarracín me envió una grabación de una mujer que en un restaurante cantaba unas jotas. Me emocionó y lo escuché hasta dejar el móvil sin batería, y empecé a escribir unos relatos de amor a Zaragoza, en los que estoy trabajando ahora. Mi objetivo es publicar eso, que se llamará La última jotera y otros relatos de amor a Zaragoza, e ir puliendo las dos novelas que me traje escritas de Estados Unidos.