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Isabel Navarro, cocinera y dinamizadora cultural: “Hice un viaje durante una  crisis existencial y dibujé una caravana de comida saludable” Isabel Navarro, cocinera y dinamizadora cultural: “Hice un viaje durante una  crisis existencial y dibujé una caravana de comida saludable”
Isabel Navarro en su caravana gastronómica. Nebulosa Gráfica

Isabel Navarro, cocinera y dinamizadora cultural: “Hice un viaje durante una crisis existencial y dibujé una caravana de comida saludable”

‘Inspira Street Food’ sale en diciembre de su garaje de Valderrobres para crecer en la zona de bares con cultura
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Desde hace cinco años, Inspira Street Food ofrece comida saludable de calidad y kilómetro 0 desde el corazón del Matarraña, en Valderrobres. Este concepto de emprendimiento, que aúna gastronomía, cultura, bienestar y creatividad, inicia el 5 de diciembre una nueva etapa desde el antiguo bar Regis, adonde se traslada un proyecto que empezó con una autocaravana que no obstante seguirá moviéndose por eventos. Isabel Navarro es su propietaria. El lunes recogió el reconocimiento a la Innovación 2024 de la Asociación de Empresarios del Matarraña.

-¿Qué significado tiene este reconocimiento para usted?

-Para mí tiene mucho significado porque es una forma de consolidar la empresa en la comarca. Siento como que ya he echado raíces. Soy valenciana, aunque he vivido 20 años en Aragón entre Benasque (Huesca), Ribera Baja del Ebro (Zaragoza) y Valderrobres, a donde llegué hace 12 años. Empecé con una caravana, en un espacio al aire libre, sumé un espacio de coworking y ahora he cogido el bar Regis, de toda la vida del pueblo, en la zona histórica y comercial.

-¿Qué hay detrás de las palabras Inspira Street Food?

-Hay cinco años de trabajo. El proyecto Inspira viene de que hice un viaje después de una crisis existencial y dibujé en mi mente una caravana de comida saludable. Pero no de comida rápida. Estudié cocina en Valderrobres y poco a poco me fui moviendo por varios sitios hasta que me establecí en un espacio, un garaje en la travesía de Valderrobres en el que no solo ofrecía comida sino también conciertos, obras de teatro, monólogos, poesía, presentaciones de libros y mucha gestión cultural. Yo siempre digo que Inspira Street Food aúna la gastronomía, la cultura y la artesanía. Me gusta hacer talleres y ofrecer una ventana donde todo el arte se pueda expresar.

-¿Y cómo fue esto de establecerse en un garaje?

-Alquilé un garaje y en el espacio al aire libre instalaba la caravana en verano, con una terraza, y en invierno dentro, como un comedor social. Con envases de un solo uso y con esa gestión cultural añadida. Nunca tuvo calefacción ni nada parecido. En invierno, cuando bajaba la temporada turística, yo cerraba, y ahora ha surgido la oportunidad de alquilar un bar en la zona de bares del pueblo que me permitirá consolidarme en un espacio que todo el mundo conoce pero sin perder mi esencia.

-¿El nuevo proyecto implica renunciar a la caravana?

-Para nada. Este año la he tenido en Cretas dando servicio porque una chica me pidió trabajo y le ofrecí poner la caravana en su pueblo. Ha sido muy bonito y ha tenido una aceptación muy buena entre los vecinos. Me llaman mucho para llevar la caravana a eventos. Hago una comida muy vegetariana, saludable, con mucho producto local. Estoy tranquila con el paso que he dado, pero siempre digo que si algo sale mal siempre estará la caravana como una forma de volver a empezar.

-¿Cómo cambiará su forma de trabajar a partir de ahora?

-Voy a ampliar el horario. Antes siempre daba cenas y en el bar daré también comidas y desayunos, pero sin perder mi esencia de diferenciarme como opción de alimentación más saludable. Si te quieres comer y plato combinado o un menú, hay un montón de sitios muy buenos en el Matarraña; pero si quieres comer una comida un poco diferente, más fresca, saludable e informal aquí estaremos para atenderte. Intento que sea un producto lo más local posible. Arranqué con una carta totalmente vegetariana y con el tiempo he ido añadiendo proteína. Hacía unas tortitas de trigo Aragón 03 que se cultiva en Monroyo, a mano, y conforme he tenido más clientes he pasado a comprarlas, de buena calidad, para ahorrar tiempo. Le puedes sumar vegetales pero también jamón de Teruel, cordero de la zona, pollo o salmón.

-¿Y por qué en el Matarraña?

-Mi marido es ingeniero. Empezó a trabajar hace 22 años en una central ubicada en Castelnou y vivíamos en la Ribera Baja del Ebro, pero nos encanta la montaña y la escalada, y veníamos mucho. Me enamoré de este territorio y quería vivir aquí. Tiene algo especial. Tuvimos un accidente de montaña y nos planteamos de verdad lo que queríamos en la vida, que era estar aquí.

-¿Su negocio está muy enfocado al fin de semana y al turismo o también conecta con la población local?

-He tenido más clientes locales que turistas por la ubicación hasta ahora de mi espacio. El turista que viene a Valderrobres hace la ruta de los puentes y no sale del casco viejo. A la parte nueva, el arrabal, no llega tanto. Por lo que mi cliente es más local y el neo rural que vive en masías. Sé que mi clientela me va a seguir pero voy a tener acceso a todo ese flujo de turistas. Lo afronto con la misma fuerza y pasión.

-¿Seguirá con la vertiente cultural?

-Sí, y además creo que se necesita un espacio así, donde puedas ir a tomarte algo y a la vez disfrutar de un concierto o un taller, una cosa sencilla. Siempre he trabajado con mujeres, somos cuatro en plantilla y una estará a jornada completa. El resto por horas porque son artesanas. Cuando me entregaron el reconocimiento las llamé a todas porque el proyecto no existiría sin el equipo que lo sostiene.

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