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Hugo Villa Smythe, director general de Actividades Cinematográficas de la  Unam de México: “Buñuel sacudió la industria del cine mexicana a pesar de que ‘Los Olvidados’ fue maltratada” Hugo Villa Smythe, director general de Actividades Cinematográficas de la  Unam de México: “Buñuel sacudió la industria del cine mexicana a pesar de que ‘Los Olvidados’ fue maltratada”
Hugo Villa Smythe, en el Centro Buñuel Calanda. Marcos Navarro

Hugo Villa Smythe, director general de Actividades Cinematográficas de la Unam de México: “Buñuel sacudió la industria del cine mexicana a pesar de que ‘Los Olvidados’ fue maltratada”

El Festival de Cine de Calanda homenajea al responsable de preservar gran parte de la filmoteca iberoamericana
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Hugo Villa Smythe es el director general de Actividades Cinematográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se encarga de la preservación de todo el acervo de la Filmoteca de la institución universitaria, el más importante de América Latina, en cuyas bóvedas se encuentra la filmografía que Luis Buñuel desarrolló en su segunda patria. El Festival Internacional Buñuel Calanda le brindó un homenaje en su acto de clausura.

-¿Cuál es el cometido de la Filmoteca de la UNAM?

-Rescatar, restaurar, preservar y difundir la memoria cinematográfica por supuesto mexicana. Pero, al tratarse del archivo latinoamericano más grande, y de una universidad pública, laica, gratuita y masiva (350.000 personas forman su comunidad) que tiene sedes en todo el país y muchos lugares del mundo, hay una responsabilidad también latinoamericana e iberoamericana de conservación de la memoria. Hay algunas colecciones de exiliados –chilenos, argentinos, nicaragüenses, guatemaltecos– del siglo pasado y por supuesto una cantidad considerable de trabajos de directores, guionistas, escritoras, actrices, actores e incluso vestuaristas exiliados españoles de la guerra civil. El centro del acervo son los materiales fílmicos. Tenemos algo así como 500.000 rollos de película, unos 60.000 títulos. Si pusiéramos a digitalizar cola con cola, sin parar, las 200 películas más importantes mexicanas, nos llevaría seis años. A veces da vértigo.

-¿Qué materiales tienen de Luis Buñuel?

-Tenemos una colección muy completa. Por supuesto, el negativo original de Los Olvidados (1950) que se rescató en una aventura un poco rocambolesca como muy buena parte de los materiales que tenemos en la Filmoteca. En la ola de liquidaciones de bienes públicos de los 90 recortaron el estudio de cine más grande que había, de 18 hectáreas a poco más de cuatro. En ese terreno se construye después el Centro Nacional de las Artes. Muchos productores tenían pequeñas oficinas y bóvedas particulares, pero algunos materiales  habían quedado en un nivel de descontrol de inventario considerable porque los fundadores de esas compañías habían muerto. Antes de que entraran los buldócers, la Filmoteca fue a por esas películas. Corrió el negativo en un moviola y se encontró con Los Olvidados pero con un final distinto, al que obligó el productor argentino Óscar Dancigers, más blando. La reacción a la película original fue muy intolerante por parte del estamento mexicano de poder que siempre quiso hablar de la gran modernidad que estaba viviendo el país, y Los Olvidados justo habla sobre la crisis de una modernidad que nunca llega, entre otras muchas cosas. Además, tenemos el tráiler publicitario de la película. La Unesco lanzó una convocatoria, Memoria del Mundo, para clasificar películas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y, junto al rollo de Metrópolis (1927, Fritz Lang) que está en la UFA, en Alemania, son los dos primeros negativos cinematográficos en la historia que se catalogan así.

-¿Qué otras cintas del cine de Buñuel custodia la UNAM?

-Tenemos por ahí El bruto (1953), una copia estupenda de Nazarín (1959), Simón del desierto (1965) y casi todo el Buñuel mexicano. Algunas copias por desgracia llegaron no de la mejor manera posible. Hubo otro gran archivo en México, la Cineteca Nacional, que reunía las copias. De lo más parecido al depósito legal. Hubo un incendio en 1982 y se perdieron cantidad de originales y copias valiosísimos. Pero tenemos una colección muy amplia y nos acaba de hacer una donación el Instituto Francés de América Latina. Tenemos la esperanza de que habrá un par de copias positivas en muy buenas condiciones del Buñuel francés.

-Esto habla muy bien del cariño que le tienen al director de Calanda. ¿Qué significó la figura de don Luis para México?

-Un shock. Con la llegada de Buñuel a México se encuentran el hambre y las ganas de comer. Él viene como desempleado crónico. Después de su salida de Europa rebota en el MOMA de Nueva York y lo echan, dirige diálogos en doblajes para películas en español para la Warner y lo echan. Llega a México con hambre y ganas de hacer cosas y se encuentra con una industria que en ese momento está estallando, que tiene muchísimo dinero y capacidad de gestión. Ahora que camino por las calles de Calanda  lo veo. A pesar de sus raíces intelectuales ligadas con el surrealismo y con esas vanguardias parisinas de principios del siglo XX, cae en un lugar que arquitectónicamente, religiosamente le queda muy cercano todavía. Y a pesar de que él refunfuñaba de los productores, logra un trabajo espléndido, poderosísimo y sí sacude mucho a la industria. Y eso a pesar de que Los Olvidados fue muy maltratada. El que era en ese momento el líder del sindicato de actores en México, Jorge Negrete, que en algún momento jugó con la idea de lanzarse a ser presidente de la República, no solamente habla mal de la película sino que es uno de los elementos esenciales de una intentona para expulsar a don Luis del país. Eso, sin duda, es una forma de confrontar a la industria con ella misma y fue muy virtuoso también para la industria ser la casa de don Luis. Y a mí me parece muy significativo que escogiera morir en México con pasaporte y nacionalidad mexicana.