Entrevista a la medallista olímpica Maribel Martínez de Murguía: “Para jugar a ganar en la vida hace falta confianza, disciplina y perseverancia”
Maribel Martínez de Murguía posa en la plaza San Juan de Teruel con la medalla de oro lograda en BarcelonaMaribel Martínez de Murguía, medalla de oro con el equipo español de hockey hierba en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 y socia fundadora de la consultora Entrenadores de Talento, impartió ayer en Teruel un taller dentro del Programa Evoluciona: Alto rendimiento femenino en entornos saludables y eficientes, organizado por la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias (Fedeme).
- ¿Qué supuso para su vida personal y profesional la medalla de oro de Barcelona 92?
- La medalla olímpica fue un punto de inflexión muy importante en mi vida porque fue el colofón, un regalo, un premio a toda una trayectoria de 6 años con un grupo de mujeres que ha sido el mejor equipo con el que he podido convivir. Fue una experiencia muy bonita y eso me marcó la vida, porque me llevó a entender buena parte de lo que supone la presión en situaciones de alto rendimiento. Al ser pedagoga y tener la oportunidad, cuando me retiré como deportista, de entrar a trabajar con una empresa consultora que se dedicaba al desarrollo del talento, al liderazgo, al trabajo en equipo y a todas estas cosas que nos ayudan a ser mejores profesionales, esa experiencia fue absolutamente valiosa. De hecho, sigo explotando esa experiencia en mi devenir diario como profesional.
- ¿Qué valores del deporte podemos aplicar en nuestro desarrollo profesional?
- Hay muchas cosas. Si algo me ha enseñado el deporte es que, para empezar, uno tiene que soñar. Tiene que soñar con un futuro, con un proyecto, con ir alcanzando cosas. Y el deporte me ha enseñado que lo primero es tener claro qué quieres en la vida. Pero por otro lado, el deporte me ha enseñado lo que significa caminar hacia ese sueño. Y eso está plagado de elementos que son absolutamente imprescindibles. Por ejemplo, la confianza en uno mismo, la disciplina y el plan de entrenamiento que te tienes que plantear para alcanzar esos objetivos, el pulir y tener muy presentes los más pequeños detalles, el perseverar, el resistir, el trabajar en equipo, el liderar situaciones difíciles… Todo esto lo definiría como jugar para ganar en la vida. Lo primero, te tienes que ganar a ti mismo para después ganar los objetivos o los proyectos que te planteas.
- Ha traído esa medalla…
- Para empezar, partimos de un equipo inspirador, que fue el de Barcelona 92. Traigo la medalla y la comparto con las asistentas. Y la primera reflexión es que lo que hay detrás de ella no es muy distinto de lo que ellas hacen cada día en sus vidas. Esos valores que tiene la medalla de perseverar, de mejorar y de esforzarse, están en sus vidas; en cada una a su nivel.
- ¿Qué diferencia hay entre gestionar el éxito, deportivo o profesional, y el fracaso?
- Para Barcelona, hicimos una preparación de 6 años con esos valores y con ese equipo que fue creciendo y madurando a lo largo del tiempo. Pero el éxito nos desbordó, nos superó y no hicimos una buena gestión del mismo. Lo que hicimos fue caer en la complacencia, en la sensación de que ya estaba todo hecho.
Eso nos llevó a perder cancha en nuestros siguientes campeonatos. Empezamos a perder ranquin y, cuando los resultados no fueron viniendo de vuelta, el equipo se fue atomizando, se fue individualizando. Y aquellos valores de Barcelona se fueron transformando en otros que no tenían nada que ver.
Y llegamos a Atlanta 96 con un equipo con muy poca cohesión, habiendo hecho una muy mala gestión del éxito. Quedamos últimas clasificadas y eso fue un golpe muy importante para el equipo, que fue de lo máximo a lo mínimo, y cayó nuestra credibilidad y confianza.
- ¿De qué aprendió más?
- A partir de ahí, tuvimos que aprender. Yo personalmente aprendí de esa experiencia muchísimo, más que del éxito, porque el fracaso tiene una cosa muy buena: te hace ver aspectos de ti que de otra manera sería imposible descubrirlos. Por eso creo que el fracaso hay que tomarlo como una oportunidad para aprender y para crecer. Y tienen que venir fracasos en nuestras vidas, aunque a veces los intentemos meter debajo de la alfombra o cuidar a nuestros hijos para que nunca fracasen creyendo que de esta manera estamos haciéndoles un favor. Luego no es así porque en realidad necesitamos pasar por ese tipo de experiencias para madurar como seres humanos, para crecer y para crear bagaje en nuestras vidas.
A partir de ahí, tuve una historia que contar para hacer una historia profesional. De hecho, si algo me distingue como profesional en el mundo del desarrollo del talento es precisamente esto, la experiencia que he tenido en el deporte de altísimo rendimiento, de una manera o de otra.