Enrique Martínez, autor del libro ‘Pérdidas y comprensión’
Enrique Martínez Lozano, sociólogo y psicoterapeuta: “Es fundamental hablar tanto de la muerte como del dolor, hay que perderles el miedo”
“Necesitamos unas claves más o menos claras para que cuando tengamos un duelo sepamos cómo manejarlo”
El turolense Enrique Martínez es sociólogo y psicoterapeuta. Acaba de publicar el libro Pérdidas y comprensión, sobre cómo vivir los duelos por la pérdida de un ser querido, que presentó en el pasado congreso del Bienestar y el Amor de la cadena SER celebrado en Teruel. Al poco de editar el libro su pareja murió de forma inesperada.
Asegura que nunca había sentido un dolor semejante. “Yo pasé de una sensación de desagarro violento”, comenta, que duró aproximadamente un mes y medio, a una “sensación de una paz interior profunda”.
-¿Cómo hay que vivir los duelos por la muerte de un ser querido?
-Cada duelo es único, igual que lo es cada persona e influyen muchos factores. No me atrevería a decir que hay una forma concreta de pasarlo. Yo he aprendido que el duelo no tiene por qué ser solo dolor y tampoco tiene que ser un proceso interminable. Claro que hay dolor en el duelo, pero también puede haber presencia, puede haber amor. Y no es interminable porque cuando se trabaja y se va resolviendo bien, eso tiene un final que concluye el proceso. A mí me parece que es muy importante cuidar el amor de la persona doliente hacia ella misma, porque si siempre necesitamos amarnos, cuando hay una situación vulnerable, con más razón. Luego me parece muy importante cuidar la mente para que no funcione a su aire. O sea que la mente no me arrastre a mí, sino que yo pueda utilizar la mente como una herramienta a mi servicio. Y luego, evidentemente, el poder tener una red de personas, de amigos que te arropan y te acompañan, me parece importante.
-¿No estamos preparados para afrontar los duelos?
-Creo que no. Y creo que nuestra cultura tampoco, porque vemos la muerte, igual que el dolor, como un tabú. Sabemos que nos vamos a morir, pero no es frecuente que la persona se enfrente lúcidamente a la muerte antes de que llegue, y por tanto desarrolle también una percepción, unas herramientas y unas capacidades para afrontarla. Creo que la experiencia más dura que una persona puede atravesar es un duelo. Una experiencia así es muy frecuente que nos pille desprevenidos y no se puede improvisar. Si yo anteriormente no he podido trabajar lo que es la relación conmigo mismo, me va a pillar un tanto desarbolado.
-¿Es conveniente hablar con nuestras parejas de estas cuestiones?
-Es fundamental hablar tanto de la muerte como del dolor. Hay que perderles el miedo. Al final todo aquello que nos atemoriza y que por tanto relegamos, puede responder a un mecanismo de defensa, pero lo hacemos más fuerte contra nosotros. Y sin embargo aquello de lo que vamos hablando, que lo vamos verbalizando y que lo vamos aceptando e integrando, en cierto modo, nos vamos reconciliando con ello. Y es paradójico, pero le perdemos más el miedo así.
-¿Y cómo deberíamos comportarnos con las personas que han perdido a alguien? Queremos transmitirles un mensaje en positivo, pero al final parece ser que eso no ayuda en nada.
-No ayuda en nada, no ayuda en nada. Yo he recibido, porque tengo muchas relaciones, correos de todo tipo, desde quien te da un consejo a quien te dice esas palabras positivas. A mí me parece que lo único que podemos ofrecer sin temor a equivocarnos es una presencia de calidad a la persona que lo está pasando mal, donde no hay consejos, por supuesto no hay juicios, no hay interpretaciones, no hay nada, solo hay que decir, estoy contigo de manera incondicional.
Esa presencia de calidad es el mayor regalo, yo creo, que un ser humano puede recibir y el mayor regalo que podemos aportar. Luego, cuando esa presencia se da, a partir de ahí puede surgir todo un diálogo, porque a lo mejor la persona ya se abre un poco más, pregunta cosas, y entonces sí se podrá aportar o hablar de la propia experiencia. Pero de entrada, creo que están de más los consejos, los mensajes positivos, aunque sean muy humanos. Igual que está de más querer alentar y decirle a la persona que tiene que superarlo o cuanto antes mejor.
-¿Por qué hay que leer este libro?
-El libro está dividido en tres bloques, el primero que habla de pérdidas, el segundo de duelos y el tercero de comprensión, que querría decir la clave justa para vivir pérdidas y duelos. Entonces yo creo que da pistas de lo que son las pérdidas más importantes, la de la salud, las pérdidas afectivas, las pérdidas económicas y las pérdidas de creencias. Entonces, ver cómo me sitúo yo ante esos cuatro bloques de pérdida, cómo lo voy trabajando.
En segundo lugar, el duelo. Me parece importante reconocer las etapas por las que un duelo va a pasar, pero más que las etapas, las tareas. Porque las etapas hablan como de cosas que parece que van a ocurrir, estés tú como estés. Sin embargo, las tareas se refieren a actitudes propias de la persona que son las que más nos construyen. Creo que es importante revisar las tareas y ver cómo estoy. Y finalmente la comprensión, es decir, necesitamos tener unas claves de luz más o menos claras para que cuando llegan a nuestra experiencia una pérdida o un duelo, sepamos cómo manejarlos de manera constructiva.
Asegura que nunca había sentido un dolor semejante. “Yo pasé de una sensación de desagarro violento”, comenta, que duró aproximadamente un mes y medio, a una “sensación de una paz interior profunda”.
-¿Cómo hay que vivir los duelos por la muerte de un ser querido?
-Cada duelo es único, igual que lo es cada persona e influyen muchos factores. No me atrevería a decir que hay una forma concreta de pasarlo. Yo he aprendido que el duelo no tiene por qué ser solo dolor y tampoco tiene que ser un proceso interminable. Claro que hay dolor en el duelo, pero también puede haber presencia, puede haber amor. Y no es interminable porque cuando se trabaja y se va resolviendo bien, eso tiene un final que concluye el proceso. A mí me parece que es muy importante cuidar el amor de la persona doliente hacia ella misma, porque si siempre necesitamos amarnos, cuando hay una situación vulnerable, con más razón. Luego me parece muy importante cuidar la mente para que no funcione a su aire. O sea que la mente no me arrastre a mí, sino que yo pueda utilizar la mente como una herramienta a mi servicio. Y luego, evidentemente, el poder tener una red de personas, de amigos que te arropan y te acompañan, me parece importante.
-¿No estamos preparados para afrontar los duelos?
-Creo que no. Y creo que nuestra cultura tampoco, porque vemos la muerte, igual que el dolor, como un tabú. Sabemos que nos vamos a morir, pero no es frecuente que la persona se enfrente lúcidamente a la muerte antes de que llegue, y por tanto desarrolle también una percepción, unas herramientas y unas capacidades para afrontarla. Creo que la experiencia más dura que una persona puede atravesar es un duelo. Una experiencia así es muy frecuente que nos pille desprevenidos y no se puede improvisar. Si yo anteriormente no he podido trabajar lo que es la relación conmigo mismo, me va a pillar un tanto desarbolado.
-¿Es conveniente hablar con nuestras parejas de estas cuestiones?
-Es fundamental hablar tanto de la muerte como del dolor. Hay que perderles el miedo. Al final todo aquello que nos atemoriza y que por tanto relegamos, puede responder a un mecanismo de defensa, pero lo hacemos más fuerte contra nosotros. Y sin embargo aquello de lo que vamos hablando, que lo vamos verbalizando y que lo vamos aceptando e integrando, en cierto modo, nos vamos reconciliando con ello. Y es paradójico, pero le perdemos más el miedo así.
-¿Y cómo deberíamos comportarnos con las personas que han perdido a alguien? Queremos transmitirles un mensaje en positivo, pero al final parece ser que eso no ayuda en nada.
-No ayuda en nada, no ayuda en nada. Yo he recibido, porque tengo muchas relaciones, correos de todo tipo, desde quien te da un consejo a quien te dice esas palabras positivas. A mí me parece que lo único que podemos ofrecer sin temor a equivocarnos es una presencia de calidad a la persona que lo está pasando mal, donde no hay consejos, por supuesto no hay juicios, no hay interpretaciones, no hay nada, solo hay que decir, estoy contigo de manera incondicional.
Esa presencia de calidad es el mayor regalo, yo creo, que un ser humano puede recibir y el mayor regalo que podemos aportar. Luego, cuando esa presencia se da, a partir de ahí puede surgir todo un diálogo, porque a lo mejor la persona ya se abre un poco más, pregunta cosas, y entonces sí se podrá aportar o hablar de la propia experiencia. Pero de entrada, creo que están de más los consejos, los mensajes positivos, aunque sean muy humanos. Igual que está de más querer alentar y decirle a la persona que tiene que superarlo o cuanto antes mejor.
-¿Por qué hay que leer este libro?
-El libro está dividido en tres bloques, el primero que habla de pérdidas, el segundo de duelos y el tercero de comprensión, que querría decir la clave justa para vivir pérdidas y duelos. Entonces yo creo que da pistas de lo que son las pérdidas más importantes, la de la salud, las pérdidas afectivas, las pérdidas económicas y las pérdidas de creencias. Entonces, ver cómo me sitúo yo ante esos cuatro bloques de pérdida, cómo lo voy trabajando.
En segundo lugar, el duelo. Me parece importante reconocer las etapas por las que un duelo va a pasar, pero más que las etapas, las tareas. Porque las etapas hablan como de cosas que parece que van a ocurrir, estés tú como estés. Sin embargo, las tareas se refieren a actitudes propias de la persona que son las que más nos construyen. Creo que es importante revisar las tareas y ver cómo estoy. Y finalmente la comprensión, es decir, necesitamos tener unas claves de luz más o menos claras para que cuando llegan a nuestra experiencia una pérdida o un duelo, sepamos cómo manejarlos de manera constructiva.