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Enrique Andrés Ruiz, poeta: “Si exceptuamos a cuatro o cinco, todos los poetas españoles son desconocidos” Enrique Andrés Ruiz, poeta: “Si exceptuamos a cuatro o cinco, todos los poetas españoles son desconocidos”
Imagen del crítico y escritor Enrique Andrés Ruiz. Jesús Maqueda

Enrique Andrés Ruiz, poeta: “Si exceptuamos a cuatro o cinco, todos los poetas españoles son desconocidos”

El autor presenta este martes en Soria el nuevo número de Turia, que recupera la figura del escritor Julio Garcés
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Enrique Andrés Ruiz (Soria, 1961) es poeta, ensayista y crítico literario que también ha hecho incursiones en la narrativa. Aunque asegura que son actividades complementarias, admite que lo que mejor le define es la creación poética, donde cabe encuadrarlo entre los mejores del cambio de siglo en España gracias a poemarios como Más valer, El ReinoCon los vencejos, El perro de las huertas o Los verdaderos domingos de la vida. Experto en la obra de su paisano, el poeta Julio Garcés, Ruiz ha coordinado el monográfico a través del cual la revista Turia recupera su figura, y que presenta este martes en el Casino de Soria.

- El monográfico que Turia dedica al poeta Julio Garcés tiene especial pertinencia, entre otras cosas porque Garcés es muy, muy desconocido.

- Así es. Lo es por muchas circunstancias. Este año Turia conmemora el centenario de su nacimiento y el año pasado se cumplieron 40 años de su muerte, que tuvo lugar en 1978 en Lima. Esa es una de las circunstancias que contribuyeron a hacer de Garcés un poeta solapado y oculto. Toda su obra publicada la escribió residiendo en Barcelona, de 1940 a 1950, conviviendo con otros poetas de tendencia surrealista y más o menos visionaria en esa primera posguerra. En 1950 se casó con Esther Desmaison, una primera bailarina del primer ballet de Perú, y acabó trabajando como agregado cultural de la Embajada Española en Lima, donde murió. A pesar de que tenía mucha relación y correspondencia con poetas españoles como Vicente Aleixandre o Gerardo Diego  y volvió tres veces a España, la distancia y también el tipo de poesía que practicaba, que era muy orillado por los poetas de los años 50, hizo que fuera desconocido. 

- Garcés publicó sus poemas durante la guerra civil y la primera posguerra y posteriormente trabajará para la administración. ¿La ideología o su vinculación al franquismo puede haber tenido que ver en que su obra haya sido silenciada?

- Podría haber sido así, porque sus dos primeros libros dejan ver su afinidad falangista, aunque luego ya no habrá color político en su poesía. La historia de la poesía contemporánea española podría haberlo castigado relegándole por eso, pero tengo la impresión de que no tuvo nada que ver, y que las otras circunstancias pesaron más. Y además para qué vamos a engañarnos, Julio Garcés es un poeta prácticamente desconocido, pero si excluimos a cinco o seis poetas españoles, todos los son. 

- La historia de un poeta que conoce a una primera bailarina y marcha a Perú tiene un punto bohemio, ¿no es así?

- Fue una historia muy curiosa, que en otro número de Turia dedicado a las letras de España y Perú el año pasado y después en Lima, Jose Carlos Benavides glosó muy bien. En realidad Garcés conoció a Esther Desmaison en Barcelona, donde estaba su ballet de gira. Después el poeta fue a Caracas para trabajar en una compañía de navegación aérea, y tras un nuevo encuentro allí asentaron su residencia en Lima. Incluso se casaron por poderes, para más romanticismo todavía. 

- ¿Cuál fue su mayor aportación como poeta?

- Tras algunos tanteos, el libro más importante que publicó antes de marcharse a Perú fue Poesía sin orillas, donde se veían los ecos de Pablo Neruda a quien le homenajeaba, de Aleixandre, y en general de aquellos poetas con resonancias surrealistas más o menos visionarias e irracionalistas. Después, su último libro se publicó en Soria en 1976, e incluyó poemas gestados en los años 40, entre otros el que yo creo que es su poema más importante, que son los ocho cantos de Numancia, en mi opinión uno de los grandes poemas españoles del siglo XX. 

- El número de Turia que se presenta en Soria avanza un testimonio del hijo de Julio Garcés. ¿De qué se trata?

- Julio tuvo un único hijo, Marco Antonio Garcés Desmaison, que vive en Valladolid. Su infancia se desarrolló en Lima y él aporta recuerdos de aquella época en Perú. 

- ¿Usted había colaborado ya con la revista Turia?

- Sí, muchas veces. Con poemas y alguna colaboración. Además hace algunos años coordiné el dossier dedicado a Ramón Gaya, y también el número de Letras de España y Perú del año pasado. 

- Qué necesarias son las revistas literarias y qué momento viven, ¿no?

- La literatura moderna y contemporánea se ha divulgado en gran medida a través de las revistas literarias, y gran parte de los autores que forman la historia de la literatura han escrito en ellas. Ahora pasan por momentos no muy felices, en parte por su dependencia institucional, en parte porque en el nuevo mundo al que nos abocamos no sabemos cómo convivirán las publicaciones en papel y digitales, que implican nuevos hábitos de lectura y modos de difusión. El panorama es cambiante y no pinta bien para estas revistas, la verdad.

- ¿Existirá historia de la literatura en el futuro, si no existen revistas de crítica literaria?

- La crítica es indispensable en cualquier arte, pero también es cada vez más difícil desarrollarla por las dependencias económicas de las publicaciones, que están condicionadas se quiera o no. Por otra parte si las librerías mismas difícilmente admiten ya revistas literarias, todavía se hace más complicado. En ese sentido Turia es una excepción gloriosa.