El filólogo y escritor Emilio García Gómez presenta en Albalate Asturias 1934: “La revolución del 34 trató de impedir el auge del fascismo que ya tenía lugar en Europa”
A diferencia de 1934, hoy no hay causa social para que explote la convivencia. Pero sí la hay políticaEl filólogo valenciano de ascendencia turolense Emilio García Gómez presenta este sábado, en la Casa de Cultura Alfonso Zapater de Albalate (19.00 horas) la reedición ampliada de Asturias, 1934, en que aborda la revolución socialista y anarquista que estalló durante el periodo cedista de la II República, a través de la correspondencia de su tío paterno, el legionario albalatino Manuel García Alegre, que tomó parte en la represión del levantamiento muriendo en Oviedo. García Gómez participa además hoy en una conferencia sobre el tema en la Casa de Cultura de Caspe (19.30 horas).
- ¿Quién fue Manuel García Alegre?
- El eje central del libro fue hermano de mi padre, nacido en Albalate, que entró en el Tercio a finales de septiembre de 1934, en el cuartel de Dar Riffien, junto a Ceuta. Su objetivo realmente era acceder a la Guardia Civil, y esa le pareció la forma más rápida. Por desgracia unos días después, el 8 de octubre, fue embarcado y enviado a Oviedo a luchar contra los revolucionarios. Allí murió y fue enterrado. Mi familia conservó su correspondencia, que he aprovechado como fuente primaria y como excusa para desarrollar un amplio relato de los sucesos de octubre.
- ¿En el libro predomina la historia o la ficción?
- No es una novela ni una biografía, sino un ensayo histórico ampliamente documentado con archivos familiares y bibliografía temática. En el libro destaco, entre otras cosas, los aspectos más o menos conocidos de aquellos episodios y cito a personajes que conocieron y atendieron a mi tío en su lecho de muerte y con cuyos descendientes en Oviedo y Lérida estoy en contacto después de tanto tiempo. Todo ha sido el producto de una larga búsqueda. Mi tío ha sido, pues, el motivo para hacer un estudio sobre los orígenes, las causas y objetivos, los participantes y las consecuencias de lo que fue un intento de golpe de estado para hacerse con el gobierno de la República, desencadenando la declaración de independencia de Cataluña el 6 de octubre de 1934, por boca de Lluís Companys, que, en 12 horas, terminó en fracaso.
- ¿Ha abordado ese trabajo desde la objetividad de la narración histórica, o tomando partido en algún sentido?
- Tengo que aclarar que soy filólogo, no historiador, pero mi profesión me ha proporcionado los instrumentos básicos para la investigación: rigor histórico y apoyo documental. Los historiadores modernos aceptan que la historiografía siempre está sujeta a la interpretación, del mismo modo que dos retratistas pueden reflejar el mismo modelo, en las mismas condiciones lumínicas, de formas y perspectivas alternativas.
- ¿Ha sido en algún sentido doloroso para usted o su familia rescatar y arrojar luz sobre la historia de Manuel García?
- En absoluto. Nosotros somos responsables de nuestros actos y, en todo caso, desde nuestra posición, lamentamos no haber echado una mano a nuestros antecesores cuando la necesitaban. Mi abuelo Román (Román García Gárate, maestro, alcalde e Hijo Predilecto de Albalate) me enseñó a analizar las cosas con una interesante perspectiva: “Si hay remedio, a por ello, si no, a otra cosa”. Pues la historia de mi tío Manuel ha tenido quien le escuche.
- ¿Qué lectura hace de la revolución de 1934? ¿La de un levantamiento legítimo de los trabajadores contra la opresión y el incipiente fascismo que poco después asoló España y Europa? ¿O la de un golpe de estado contra la legalidad republicana y contra un gobierno de derechas elegido democráticamente, no tan diferente al del general Mola de julio de 1936, aunque de signo opuesto?
- No hay margen para la duda respecto al desarrollo del fascismo en 1933 y 1934 en Alemania, Austria, Italia y Rumanía. La reacción de la izquierda fue impedir el auge de gobiernos derechizantes mediante la fuerza, a la que personajes como Largo Caballero e Indalecio Prieto pretendían recurrir como legítima, siguiendo el ejemplo de la revolución soviética.
- ¿Se pueden extraer enseñanzas de esa experiencia revolucionaria, 85 años después?
- Las condiciones ambientales de 2019 son absolutamente diferentes a las de 1934. No hay causa social para hacer explotar la convivencia. Pero sí la hay política, especialmente la derivada de los movimientos nacionalistas, todos los cuales contienen elementos perversos de carácter fascista, totalitario y etnicista, es decir discriminador. El activismo político, social y religioso va a seguir existiendo para bien de la humanidad, pero pienso que no pueden sobrepasarse los límites de la libertad, la igualdad y la fraternidad, principios revolucionarios que acabaron con el despotismo en muchas naciones.
- Hagamos historia-ficción... ¿Que habría sucedido si la revolución de 1934 hubiera triunfado? ¿Se habría extendido? ¿Habría evitado la guerra civil? ¿La habría adelantado? ¿La contienda hubiera sido distinta en ese caso?
- La Revolución de Asturias se considera como el preludio de la Guerra Civil. Si hubiera triunfado con arreglo a sus objetivos, posiblemente se habría instaurado un régimen soviético y no habría tenido lugar la guerra civil año y medio después. Pero también cabe pensar que, tarde o temprano, el ejército se habría levantado igualmente contra ese régimen, con resultado inimaginable.