David Sáez, escritor, hostelero y profesor universitario de psicología: “Parecía imposible que algo pudiera vaciar Albarracín, pero antes o después siempre pasa algo inimaginable”
“Volveremos a ser los mismos de antes, pero habrá ‘tics’ que perdurarán”, aseguraDavid Sáez está viviendo la crisis sanitaria desde tres ámbitos. Desde la faceta de escritor incapaz de sacarse el Covid-19 de la cabeza cuando coge el lápiz, como hostelero con su establecimiento cerrado en Albarracín, y con la curiosidad del profesor del Psicología (en la UZ y en la UNED), a sabiendas de que lo que estamos viviendo repercutirá en varias generaciones.
-La población estamos atravesando diferentes fases a nivel psicológico durante esta crisis. ¿Qué cree que nos depara el futuro en este sentido?
-Aunque en los pueblos se ve menos, la alegría e incluso la euforia de los balcones me preocupa un poco. Los primeros días hacíamos el loco como si lleváramos tres meses. Pero en lugares como Madrid tres ventanas más abajo del que está cantando hay alguien que ha perdido a un familiar y ni siquiera ha podido hacer un funeral. La situación tiene mucho contraste y es muy cruel para quien sufre lo peor. Cuando la medicina nos dé buenas noticias viviremos una fase de esperanza, pero antes vendrá otra de asimilación. No quiero ser pesimista, pero creo que aún no hemos asimilado lo duro y cruel que es todo esto para muchos.
-¿Volveremos a ser los mismos o nos pasará factura a nivel de miedos o desconfianzas?
-Todo volverá a ser igual porque el ser humano tiene una gran capacidad psicológica de resiliencia. Pero viviremos una temporada con muchos tics heredados, problemas leves de ansiedad y de angustia. No creo que haya un síndrome de stress postraumático grave, pero cuando uno se acostumbra a tener ciertas prevenciones suele conservarlas durante un tiempo. Pero también habrá consecuencias positivas, cambiarán prioridades y agradeceremos haber tenido tiempo y motivos para pensar.
-¿Vivimos un momento histórico o no deja de ser un episodio más? A fin de cuentas, guerras y epidemias hay todos los días, aunque no nos afecten a los ricos occidentales...
-Este episodio sentará cátedra en un sentido; nuestra sociedad es rara, y ahora nos hemos dado cuenta de que pende de un hilo. Las desgracias siempre están localizadas pero esta nos afecta a todos nosotros. Si en los ascensores hablamos del tiempo es porque el tiempo es una de las pocas cosas que nos atañen de forma grupal, pero cuando pase esto hablaremos de la pandemia. El ser humano tiene necesidad de seguridad y control, aunque sea falsa, y ahora mismo ni los mayores genios saben lo que ocurrirá en el futuro. Esa sensación de incertidumbre nos va a marcar, y mis hijos hablarán de esto a sus nietos. Desde el punto de vista de la psicología, será muy interesante estudiar todas las consecuencias de la crisis.
-Hablemos de literatura... ¿prepara alguna nueva novela? Espero que no me diga que una del Covid-19, porque de esas las vamos a tener a cascoporro...
-Ahora estoy un poco parado aunque escribo algo de poesía. No me quiero poner a pensar en una novela, y menos del coronavirus, pero imagínate la de historias particulares que está generando y que va a generar. Es como una Colmena de Cela, como un Rue 13 del Percebe gigantesco, en el que todos tenemos el mismo problema y a cada uno le va a afectar de manera distinta, con miles de historias que, cada una de ellas, será merecedora de una novela. No obstante, el otro día me ofendió un poco que una de las tendencias de Netflix es una película que se llama Virus.
-¿Leeremos más cuando pase la crisis?
-El que ya era lector está leyendo más ahora y quizá alguien se enganche a la lectura estas semanas, con lo que se habrá hecho un gran favor. Pero en general el que leía poco o nada no creo que lea más. Es verdad que la cultura está ganando un poco, nos estamos dando cuenta de lo importante que son las bibliotecas, la música o al cine, además del periodismo, que está haciendo un trabajo fantástico. Pero también tenemos la tontería del móvil. Yo estoy ya saturado de memes, vídeos y gracias de toda índole...
-Y los apartamentos La Casa Grande de Albarracín cerrados...
-Va a ser difícil, aunque por fortuna no vivimos de esto y casi no tenemos personal porque es un negocio familiar. En marzo casi no hemos tenido ingresos pero no nos quedaremos sin comer, pero hay gente en situación muy distinta, con muchos empleados que tendrá que despedir y sin ningún ingreso.
-Ver Albarracín vacío debe de ser desolador...
-Parecía imposible que Albarracín se quedara sin gente pero ahora vemos que somos igual de frágiles que el resto. El pollo sale encantado al corral porque todos los días le dan alpiste, pero un día le cortan el cuello para meterlo a la cazuela y entonces se pregunta qué es lo que ha ido mal. Tenía que llegar algo inimaginable para que la hostelería de Albarracín se quedara sin ingresos, pero ha llegado. Creo que lo hemos apostado todo al turismo, y ya hemos visto que, ni siquiera en Albarracín, es seguro al 100%.
-¿Qué previsiones tiene sobre la recuperación de la normalidad?
-Me conformo con que esto dure solo tres meses. Abril lo doy por perdido y Samana Santa está toda cancelada. Cuando esto pase volveremos a estar llenos sin problemas, pero se agradece que mucha gente en lugar de cancelar está aplazando, sin fecha cerrada y sin devolución del dinero. Es un bonito detalle.
-¿Sobrevivirá el tejido hostelero de Albarracín a quien sabe cuántas semanas de cierre?
-Lo hará sin duda, porque la gran mayoría de los negocios están consolidados, son familiares con poco personal y tienen cierto colchón para aguantar este tirón. Cuando florezca de nuevo lo hará con fuerza. Lo peor será para los negocios que tienen mucho personal contratado o para quienes van a perder su trabajo.