La turolense Cristina Giménez presentó su cuarto poemario en la Feria del Libro de Teruel
Cristina Giménez, poeta turolense: “Lo que le ocurre a mucha gente que dice no gustarle la poesía es que no la ha escuchado recitada”
Otro Matiz publica el cuarto libro de la autora, ‘Escaparate o Escondite’, que reúne fotografías y poemas
Después de Mil letras ideales (2017), Aunques y porqués (2018) y Los amantes y el resto de los mortales (2020), la escritora Cristina Giménez López ha publicado su cuarto poemario, Escaparate o Escondite (Otro Matiz Ed.). La turolense participará en un recital de poesía en el Casino de Teruel el próximo 8 de junio, junto a Elena Prieto y Jesús Cuesta, en el que recitará versos de esta obra, entre otros.
-Completamente. Durante la pandemia aproveché para meterme más en las redes sociales, en la que era una auténtica neófita. Durante ese tiempo me dí cuenta que había mucha gente que las utiliza para posar y mostrar mucho postureo, para mostrarse sin ningún pudor y, en algunos casos, creo que para esconder su auténtico yo. Este libro está inspirado en esas reflexiones que me surgieron subiendo fotos y textos sobre ellas, sabiendo que son muy personales, que son fotografías que muestran cómo soy en muchos ámbitos.
-Es un libro de fotos y poemas entonces... ¿por ese orden?
-Casi siempre llega primero la fotografía y luego el texto, pero en ocasiones es al revés. Pero no es un libro de fotografía, porque ninguna de ellas es técnicamente buena, excepto quizá las que me proporcionaron Javier Martín y Luis Frontera, dos amigos fotógrafos.
-Este es el primer libro que publica con Otro Matiz Ed. ¿Por qué el cambio de editorial?
-Es la editorial de Lidia Grávalos, de Zaragoza. Como a Martín, también la conocí a través de la exposición sobre las fotografías de Ucrania a las que les puse texto, porque ella produjo la muestra para poner las imágenes sobre soporte rígido. Si quería publicar con mi anterior editorial (Éride) tenían que imprimir las fotografías en blanco y negro, y Lidia me ofreció hacerlo en color con su sello.
-¿Su poemario de algún modo critica el postureo de las redes, el exhibicionismo monotema?
-No, yo no soy quien para criticar, porque a todo el mundo nos encanta mostrarnos. Mira si no hemos puesto fotos nuestras de la Feria del Libro. A todos nos gusta ser de vez en cuando un escaparate. Lo que pasa es que a mí me encantan las trastiendas de las personas, y ver dónde se arreglan los relojes y dónde se colorean los cuadros. De hecho las redes sociales me están permitiendo descubrir mucha gente genial.
-¿No le resulta traumático llevar todas las redes actualizadas?
-Dedicarte a tener Instagram actualizado es estresante, pero no lo es contar lo que te surge. Mi vida privada no va a estar allí, porque no es l que quieres. A mí me gusta compartir poemas porque creo que son bonitos, y quizá a alguien le ayude para felicitar o hacer sonreír a alguien. Pero solo me interesa lo que tiene que ver con la poesía, no voy a publicar que estoy en Asturias pasándomelo muy bien. Sin embargo hay algo que da un poco de miedo, y es que cualquier cosa que publiques tiene más éxito cuanto más privado sea. Si pones un poema chulo tiene likes, pero si pones una foto en la que mi madre y yo estamos comiéndonos una tarde, muchos más. No sé por qué genera tanto interés la vida privada de la gente. Es preocupante, pero es el momento que nos ha tocado vivir y no creo que tengamos que darle la espada.
-Mantiene el gusto por la poesía clásica, aunque poco a poco se acerca a estilos más contemporáneos...
-Sí, sigo haciéndome moderna (risas). Ya no hay tanto Siglo de Oro, y escribo más versos libres, con menos cuidado por la métrica o la rima, aunque no puedo evitar en buscar la musicalidad, y en que el cierre de un poema esté coronado por una rima que lleve a la pausa y la reflexión. En este libro los poemas están menos revisados y son como más directos, más recién salidos de mí. Son sencillos y sentidos. Tengo un amigo que me dijo que, sin gustarle la poesía, este libro le gustaba porque era fácil de leer.
-¿No le atraen los símbolos y las metáforas intrincadas?
-Respeto todo tipo de poesía, pero no, no me sale complicar la vida tanto, para mí y para el lector, y no soy capaz de transmitir un pensamiento, que al final es de lo que se trata, dándole tantas vueltas y rebuscándolo tanto. La musicalidad tiene que ver con la sencillez.
-¿Suele leer la poesía en voz alta?
-Siempre que leo poesía que no he escrito yo la leo en voz alta, necesito saber cómo suenan los demás. Me encanta recitar y creo que la poesía está completa cuando se recita en voz alta, cuando se hace sonar casi como si fuera una canción. De hecho mucha de esa gente que dice que no le gusta la poesía es porque no la ha escuchado en voz alta. La experiencia es completamente diferente.
-Por cuando fue escrito, ¿este poemario es hijo de la pandemia?
-Completamente. Durante la pandemia aproveché para meterme más en las redes sociales, en la que era una auténtica neófita. Durante ese tiempo me dí cuenta que había mucha gente que las utiliza para posar y mostrar mucho postureo, para mostrarse sin ningún pudor y, en algunos casos, creo que para esconder su auténtico yo. Este libro está inspirado en esas reflexiones que me surgieron subiendo fotos y textos sobre ellas, sabiendo que son muy personales, que son fotografías que muestran cómo soy en muchos ámbitos.
-Es un libro de fotos y poemas entonces... ¿por ese orden?
-Casi siempre llega primero la fotografía y luego el texto, pero en ocasiones es al revés. Pero no es un libro de fotografía, porque ninguna de ellas es técnicamente buena, excepto quizá las que me proporcionaron Javier Martín y Luis Frontera, dos amigos fotógrafos.
-Este es el primer libro que publica con Otro Matiz Ed. ¿Por qué el cambio de editorial?
-Es la editorial de Lidia Grávalos, de Zaragoza. Como a Martín, también la conocí a través de la exposición sobre las fotografías de Ucrania a las que les puse texto, porque ella produjo la muestra para poner las imágenes sobre soporte rígido. Si quería publicar con mi anterior editorial (Éride) tenían que imprimir las fotografías en blanco y negro, y Lidia me ofreció hacerlo en color con su sello.
-¿Su poemario de algún modo critica el postureo de las redes, el exhibicionismo monotema?
-No, yo no soy quien para criticar, porque a todo el mundo nos encanta mostrarnos. Mira si no hemos puesto fotos nuestras de la Feria del Libro. A todos nos gusta ser de vez en cuando un escaparate. Lo que pasa es que a mí me encantan las trastiendas de las personas, y ver dónde se arreglan los relojes y dónde se colorean los cuadros. De hecho las redes sociales me están permitiendo descubrir mucha gente genial.
-¿No le resulta traumático llevar todas las redes actualizadas?
-Dedicarte a tener Instagram actualizado es estresante, pero no lo es contar lo que te surge. Mi vida privada no va a estar allí, porque no es l que quieres. A mí me gusta compartir poemas porque creo que son bonitos, y quizá a alguien le ayude para felicitar o hacer sonreír a alguien. Pero solo me interesa lo que tiene que ver con la poesía, no voy a publicar que estoy en Asturias pasándomelo muy bien. Sin embargo hay algo que da un poco de miedo, y es que cualquier cosa que publiques tiene más éxito cuanto más privado sea. Si pones un poema chulo tiene likes, pero si pones una foto en la que mi madre y yo estamos comiéndonos una tarde, muchos más. No sé por qué genera tanto interés la vida privada de la gente. Es preocupante, pero es el momento que nos ha tocado vivir y no creo que tengamos que darle la espada.
-Mantiene el gusto por la poesía clásica, aunque poco a poco se acerca a estilos más contemporáneos...
-Sí, sigo haciéndome moderna (risas). Ya no hay tanto Siglo de Oro, y escribo más versos libres, con menos cuidado por la métrica o la rima, aunque no puedo evitar en buscar la musicalidad, y en que el cierre de un poema esté coronado por una rima que lleve a la pausa y la reflexión. En este libro los poemas están menos revisados y son como más directos, más recién salidos de mí. Son sencillos y sentidos. Tengo un amigo que me dijo que, sin gustarle la poesía, este libro le gustaba porque era fácil de leer.
-¿No le atraen los símbolos y las metáforas intrincadas?
-Respeto todo tipo de poesía, pero no, no me sale complicar la vida tanto, para mí y para el lector, y no soy capaz de transmitir un pensamiento, que al final es de lo que se trata, dándole tantas vueltas y rebuscándolo tanto. La musicalidad tiene que ver con la sencillez.
-¿Suele leer la poesía en voz alta?
-Siempre que leo poesía que no he escrito yo la leo en voz alta, necesito saber cómo suenan los demás. Me encanta recitar y creo que la poesía está completa cuando se recita en voz alta, cuando se hace sonar casi como si fuera una canción. De hecho mucha de esa gente que dice que no le gusta la poesía es porque no la ha escuchado en voz alta. La experiencia es completamente diferente.