Cristina Armunia, periodista y escritora: "Debemos dejar de pensar que el trabajo es lo que nos define, porque esa idea es perversa"
La turolense presentó ayer su primera novela, 'Un lugar seguro', en la Sala Multiusos de VillastarLa periodista turolense Cristina Armunia Berges presentó ayer en la Sala Multiusos de Villastar la novela Un lugar seguro. La narración, ágil y con una estructura atípica, invita a la reflexión sobre el auténtico significado de aquel mantra de tener la vida por delante.
-¿Qué narra la novela?
-En Un lugar seguro se entrelazan las historias de cuatro personajes –Laura, Íkar, Crispín y Daniel- en un contexto de crisis financiera y falta de oportunidades, que es tal y como me encontré yo misma al terminar la carrera, entre los años 2013 y 2015. Terminar la carrera durante aquellos años era hacer un pulso contra el paro juvenil y contra los sueldos bajos de prácticas en empresas que no siempre terminaban por contratarte. El libro trata también el desarraigo que nos atraviesa a muchos de nosotros que, buscando un futuro mejor, hemos dejado nuestras ciudades natales y a nuestras familias, y es posible que nunca volvamos.
-La novela son casi cuatro novelas ligadas. ¿Por qué eligió esa estructura atípica?
-En un inicio, la historia estaba escrita normal, cronológicamente, pero le faltaba fuerza. Al dividirla en cuatro, creo que he sido capaz de darle más ritmo e intriga. Varias personas que ya se han leído el libro este verano me decían que eran incapaces de parar, que estaban enganchados, porque querían saber qué era lo que le pasaba a Daniel.
-El de Laura es un personaje que está basado en su propia experiencia... ¿Los otros tres protagonistas también tienen referentes reales?
-Laura no soy exactamente yo, pero sí que utilizo muchas de mis vivencias y reflexiones para crear el personaje, aunque también tiene mucho de mi hermana Silvia. Ninguno de los cuatro protagonistas es real. Crispín es completamente inventado, aunque el nombre es de un familiar lejano de mi madre. Íkar era un niño que andaba por aquella época por Tetuán, pero del que no supe nunca cómo era su vida y Daniel, solo por el nombre, es mi mejor amigo de Madrid.
-La novela habla sobre los jóvenes a quienes un día les convencieron de que el estudio y el esfuerzo era garantía de un futuro estable y prometedor... ¿Cree que esa premisa es definitivamente falsa?
-Creo que sí, tristemente. Pero también creo que la educación, y que en España tengamos igualdad de oportunidades para poder estudiar y acceder a universidades públicas, nos da la posibilidad de formarnos para encontrar trabajo de calidad, con el que vivir mejor. Aunque debemos cambiar el chip y dejar de pensar que solo nuestro trabajo nos define o nos da estatus, porque esa idea puede ser muy perversa cuando ves que, aparentemente, todo el mundo triunfa a tu alrededor y tú no. Con todo, siento que la estabilidad de nuestros padres nosotros no la lograremos.
Engaños
-¿A quién se dirige? ¿A esos jóvenes 'engañados'? ¿O a los adultos que perpetraron el engaño?
-A mí me gustaría que la novela llegase a todo el mundo y con ella no trato de buscar culpables. La novela está dirigida a todos los públicos porque todas las generaciones han atravesado sus propias crisis. Nosotros, la mal llamada generación de cristal, no somos especiales, pero sí que es verdad que hemos encadenado una crisis financiera, una pandemia y una crisis de inflación derivada de la guerra en Ucrania.
-¿Qué habrá que contarle a la próxima generación para ser completamente sinceros con ella?
-Que el paro juvenil en España sigue siendo de los más altos en Europa, por ejemplo. Y que estamos destruyendo nuestro planeta. Como sigamos así dará igual que haya trabajo o no.
-En su novela, habla de un virus, ¿qué es ese virus?
-Es una alegoría. A través de ese virus busco representar cómo la falta de oportunidades o el paro juvenil afectó en aquellos años a la gente joven. La alegoría es un espejo que traslada lo que es con lo que no es. Pero luego llegó la pandemia y, aun siendo lógicamente un mal menor, me trastocó un poco los planes de esta novela y decidí rebajar la historia del virus que imaginé en 2013, para darle más peso a los personajes.
-¿Con esta novela da el salto del periodismo a la narrativa. ¿Es un salto natural? ¿La periodista nutre a la narradora, o la narradora nutre a la periodista?
-Yo siempre digo que estudié periodismo porque escribía cuentos. Para mí escribir es mi forma de vida, es cuando realmente me siento útil. Soy periodista porque quería ser escritora y, cuando me siento a escribir es cuando me siento libre de verdad.
-Otro salto que ha dado es el del relato breve a la novela... ¿Seguirá explorando ese camino en el futuro?
-Sí, ya estoy escribiendo otra novela sobre una historia LGTBI rural. Por ahora no tengo editorial, así que espero que la novela que estos días presento llegue a abrirme alguna puerta.
-¿Qué entiende exactamente por un lugar seguro? ¿Usted cuenta con él?
-Es un concepto psicológico al que uno vuelve en sus pensamientos cuando tiene, por ejemplo, un pico de ansiedad. Yo sí que tengo un lugar seguro y es la puerta de mi casa en mi pueblo, en Villastar, con mi padre y mi madre subiendo y bajando la cuesta, regando las plantas o preparando el aperitivo. Ese es mi lugar seguro.
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