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Concha Gómez Cadenas, enfermera, investigadora y escritora: Concha Gómez Cadenas, enfermera, investigadora y escritora:
Concha Gómez Cadenas durante la presentación del libro en Senda

Concha Gómez Cadenas, enfermera, investigadora y escritora: "Los ideales sobre capacitación de la mujer que sostenía Amparo Poch siguen vigentes hoy en día"

La turolense publica el ensayo 'Ética, anarquismo y sexualidad' sobre la anarquista feminista zaragozana
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La figura de Amparo Poch (Zaragoza, 1902-Toulouse 1968), médica anarquista, ideóloga, articulista y cofundadora de Mujeres Libres es tan rica como inabarcable. El alcance de su obra y de su pensamiento está sin embargo más cerca del público desde que Prensas de la Universidad ha publicado Ética, anarquismo y sexualidad. Amparo Poch, de la turolense Concha Gómez Cadenas.

-¿Qué público persigue su libro? ¿Es un ensayo para investigadores?
-Mi ilusión desde luego es que llegue a un público más general, más que por el formato del libro, que es un ensayo, por el interés del personaje, que es abrumador. En realidad es una tesis aligerada que puede interesar a cualquiera que lo esté por los movimientos anarcofeministas, la mujer a principios del siglo XX o en análisis ético de su vida.

-¿A qué se debe su interés por Poch?
-Siempre he dicho que yo no he elegido a Amparo Poch, sino que ella me eligió a mí. Yo la conocí a raíz de que en 2002 Toni Losantos, a la sazón coordinador del suplemento literario El Parnaso de DIARIO DE TERUEL, me encargara una reseña sobre la biografía de Amparo Poch escrita por Antonina Rodrigo. El personaje me impresionó tanto que lo elegí para hacer una tesis doctoral sobre bioética en Historia de Medicina, y a partir de entonces Amparo se vino a vivir a mi casa y periódicamente reaparece en mi vida (risas). Estuve muchos años investigando en archivos, y una vez terminé la tesis, con el 50 aniversario de su muerte en 2018 participé en varios actos en Barcelona o Zaragoza, y me animaron a publicar ese material, que finalmente ha visto la luz con Prensas de la Universidad.

-¿Qué novedades aporta su libro con respecto a lo que ya estaba publicado?
-Sobre Amparo se ha escrito mucho, especialmente Antonina, que ha sido mi principal fuente, y quien más me facilitó el acceso a archivos y entrevistas personales. Pero no había un catálogo sobre su obra escrita, que sin ser grandiosa es muy interesante y merecía un estudio. En realidad este libro son tres tesis en una, esa sobre su obra, también sobre su historia y una tercera parte que trata sobre la ética de Amparo en asuntos como la medicina o la sexualidad.

Guerra civil

-A ese respecto ella mantuvo presupuestos y los llevó a la práctica, trabajando para el Ministerio de Sanidad en los primeros compases de la guerra civil, que eran revolucionarios incluso en la actualidad, 80 años después.
-Ella mantuvo principios sobre la sexualidad, la capacitación de las mujeres, la eugenesia y la eutanasia que no son fáciles de explicar, por eso el libro tiene una introducción muy larga, porque es necesario entender perfectamente el contexto histórico de Amparo. En 1938 hubo un decreto sobre el aborto que se engarza con el movimiento eugenésico que ella defendía, que proponía el aborto como una solución para que no vinieran al mundo tantos niños en condiciones infrahumanas, en hogares que no iban a poder sacarlos adelante con un mínimo de condiciones. Y desde luego defendía el derecho a abortar de las mujeres violadas o que no habían participado plenamente convencidas en la concepción. Yo analizo el conflicto ético que debió de suponer para ella defender el derecho a la vida, pero al mismo tiempo defender el derecho a una vida plena de la madre y también del recién nacido. Todos conocemos abuelas o tías que tuvieron muchísimos hijos, muchos de los cuales murieron en la infancia. Hoy en día hablar de eugenesia es tirarte un gato a la cara, pero en los años 30 tenía todo el sentido, y Amparo Poch era muy exigente, aunque desde una perspectiva feminista, sobre la educación de las madres en el sentido de que no entendía que nacieran hijos de madres que no fueran capaces de sacarlos adelante.

-Si tuviera que elegir una de las pautas del pensamiento bioético y de la praxis de Poch, que debiéramos recuperar para nuestra sociedad, ¿cuál sería?
-Amparo Poch insistía en la necesidad de capacitar a las mujeres, de que tuvieran la formación necesaria para ser dueñas de su propia vida, de su sexualidad, de su cuerpo y de su maternidad, especialmente desde la perspectiva de las mujeres con menos medios. Es un tema recurrente pero es importante porque en pleno siglo XXI seguimos teniendo enormes carencias. Hoy en día hay muchos recursos, por eso sorprende más que siga habiendo mujeres inmigrantes maravillosamente capacitadas para cuidar a nuestros mayores que apenas saben leer y escribir; o jóvenes que toleran con naturalidad que sus novios y parejas las controlen a través de las redes sociales; o mujeres mayores que siguen convencidas de que su función es servir al marido.

-Y también está de plena vigencia un debate en el que Amparo Poch también participó, el de la eutanasia.
-Con relación al final de la vida la obra de Amparo era muy clara, y muchos de sus alumnos y pupilos aprendieron de ella que la función médica no solo consistía en salvar la vida siempre y a toda costa, sino también en morir en las mejores condiciones. Y el Hastings Center en los años 80 volvía a lo mismo enmendándoles la plana a los médicos, en el campo de la bioética, afirmando lo mismo, que la medicina debe ayudar a vivir y también a bienmorir.

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