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Clemente Alonso Crespo, escritor e investigador: “La famosa carga de caballería del Alfambra no es más que un mito propagandístico de Franco” Clemente Alonso Crespo, escritor e investigador: “La famosa carga de caballería del Alfambra no es más que un mito propagandístico de Franco”
Clemente Alonso, durante su última presentación en Senda, hace dos años

Clemente Alonso Crespo, escritor e investigador: “La famosa carga de caballería del Alfambra no es más que un mito propagandístico de Franco”

Presenta este viernes en Senda (19.30h.) 'Torturados, enloquecidos y fusilados', sobre el proceso contra Ángel Sanchez Batea
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El escritor e investigador nacido Clemente Alonso Crespo (Orrios, 1945), autor de la edición canónica de la poesía de Miguel Labordeta y obras como Teruel adentro, El hierro en la ijada, Melodía de los Mansuetos o el reciente Me va a atrapar la noche, Juan Rulfo, entre otras, presentará hoy en Librería Senda de Teruel (19.30 h.), Torturados, enloquecidos y fusilados (Amordemisamores). En esa obra desmonta documentalmente algunos mitos de la Batalla de Teruel y saca a la luz el proceso sumarísimo que acabó con la vida de Ángel Sánchez Batea y siete presos más en 1943.

-¿Qué tenemos delante con ‘Torturados, enloquecidos y fusilados’?

-Tenemos un libro tocho y espantoso, no solo porque tiene casi 700 páginas, sino porque leerlo supone visitar los infiernos, un auténtico descenso a lo más terrible. Esencialmente el libro responde al proceso sumarísimo que el juez Rodríguez Pineda, un auténtico psicópata que tenía que hacer méritos ante el régimen, abrió entre abril de 1939 y julio de 1943 a ocho presos turolense. Fueron torturados hasta límites insospechados y acabaron enloqueciendo y fusilados.

-¿Quiénes eran?

-El protagonista fundamental es Ángel Sánchez Batea, que recibió la mayor parte de los palos. Fue diputado por Teruel en 1930, concejal, fundador de la Casa del Pueblo en Teruel, donde aprendió a leer, y miembro de UGT y el PSOE. Era una persona del Arrabal muy comprometida con Teruel, con llevar el agua o la electricidad a la ciudad, cuyos planteamientos chocaban con las oligarquías comerciales de los Asensio, Valterra, Ferrán, Garzarán, etcétera.

-¿En qué consistió el proceso?

-Cuando D’Harcourt entregó Teruel en enero de 1938 para salvar muchas vidas humanas aquello no gustó nada a Franco, Dávila, Varea, Aranda o Yagüe, que rodeaban la ciudad, y cuando entraron por fin el 23 de febrero alguien tenía que cargar con las culpas. Así que se abrió ese proceso que instruyó Antonio Rodríguez Pineda, un brigada acusado de traidor a la patria por la República, que se había acogido a la Ley Azaña. Me ha costado muchísimo documentar la vida de este tipo, un lerrouxista, falangista y un poetilla espantoso, que acabó la guerra como alférez del ejército franquista, nombrado juez instructor por la autoridad militar. El archivo de la causa son más de 3.000 folios, y es terrible. Consiguen que unos se delaten a otros a base de torturarlos, hasta el punto de que dos de ellos no llegan al juicio porque mueren en el Psiquiátrico de Valencia, catatónicos. Otro llega medio tarado, y el propio Sánchez Batea llega al juicio medio muerto por las torturas. Intenté construir una narración con ese proceso, pero al final transcribo muchos de sus textos literales, con notas al pié, porque es imposible expresar el horror mejor que la literalidad del propio juez. Sánchez Batea había perdido a su mujer y a su hija, fusiladas, y ni siquiera había estado en Teruel ni tomado el arma, pero cargó con las culpas igual. Tan delirante fue ese proceso, que quince días después de su fusilamiento en Zaragoza, el 29 de mayo de 1943, un capitán fiscal abrió causa para acusar a los fusiladores.

-¿Por qué?

-Por fusilarlos mal. Porque permitieron que en los 200 metros desde Torrero al cementerio gritaran ‘Viva la República’.

 -En el libro trata de rebatir documentalmente lo que considera falacias que se han escrito sobre la batalla de Teruel...

-Lo que se escribió esos días está lleno de mentiras, y es hora de que se sepa la verdad. Este libro está rigurosamente documentado y no me retracto ni de una sola palabra. Los famosos evacuados de enero de Teruel fueron en realidad desertores, entre los que estaba lo mejorcito de Teruel, el alcalde Maícas, los Alonso o un alférez médico, entre otros, que originaron la gran infamia y escribieron un documento a Varela diciendo quiénes eran los traidores y los héroes. Pero sobre todo hay dos falacias que me parecen especialmente importantes.

-¿Cuáles?

-El primero es el papel de la Legión Cóndor, que fue la auténtica responsable de la destrucción de Teruel, Campo de Visiedo y Alfambra. Von Richthofen estuvo con Varela en su cuartel, en Albarracín primero y en Santa Eulalia después, y lanzó 4.000 toneladas de bombas, machacándolo absolutamente todo. Y el segundo es la famosa carga de caballería de Monasterio en los llanos del Alfambra. ¿3.500 jinetes? Yo he recorrido a pie muchas veces esos parajes y no caben de ninguna manera. Eso es un mito  propagandístico y en este libro lo demuestro, apoyándome en documentos escritos por los aviadores alemanes de la Cóndor. Lo máximo que pasó es que llegaron  un centenar de jinetes y no hicieron nada porque ya estaba todo hecho.

-En verano del año pasado falleció Jaurés Sánchez, hijo de Ángel Sánchez Batea...

-Llevé el manuscrito de este libro a su entierro, el 4 de julio, porque es un testimonio y un homenaje a estas personas que fueron asesinadas y a quienes no se les ha reconocido nada. Y no vi a ningún socialista de Teruel, por cierto, no sé si es que no se enteraron. Hay que erradicar las mentiras y sacar a la luz las verdades, sobre todo ahora, en un tiempo en el que el Gobierno de Aragón se ha cargado la Ley de Memoria Democrática. Y eso que su vicepresidente publicó hace poco un libro sobre la División Azul.