Clara Pérez, enfermera en la residencia Rey Ardid de Teruel: “El trabajo en residencia me enganchó muchísimo, es como una familia”
“Gestionar la crisis ha sido complicado, quieres proteger al máximo a los mayores que son los más vulnerables”El Día de la Enfermería se celebró este 12 de mayo en un año muy especial para una profesión que ha estado en primera línea en la crisis sanitaria. La joven de Fuentes Claras Clara Pérez es una de las enfermeras turolenses que desarrolla su labor en la Residencia Rey Ardid de Teruel.
-¿Desde cuándo es enfermera y en qué sitios ha trabajado?
-Hice la carrera en 2007-2010 en Zaragoza. Cuando acabé no había mucho trabajo, vi una oferta de la residencia de Daroca, me presenté y me cogieron. Me enganchó. Estuve 6 años. Me fui y estuve en atención primaria un par de años. El año pasado vi que habían hecho una nueva residencia Rey Ardid en Teruel. Había oído hablar de la Fundación, presenté el currículo y me llamaron. Ahora ya llevo un año.
-¿Qué es lo que más le gusta de la Enfermería en el ámbito de los mayores?
-Enfermería es una carrera vocacional. Dentro de Enfermería es muy amplio, realmente lo que más hay son pacientes geriátricos o crónicos complejos porque es un país muy envejecido. Me empezó a enganchar muchísimo porque siempre estás con los mismos pacientes. Es como una familia. Eres para ellos su referente, incluso para cosas personales. Me enganchó muchísimo saber de su vida, sus historias, a parte de dar medicación y curar, que evidentemente me gusta y es lo más técnico de la carrera.
-Son pacientes complicados con muchas patologías. ¿Hay que prepararse específicamente?
-Sí. Existen másteres, la especialidad, hay cursos. Si te gusta mucho esta rama, poco a poco puedes ir aprendiendo. La gente lo tiene muy estigmatizado y aún te dice pero qué haces trabajando en una residencia y más si es privada. Cada uno debemos trabajar donde realmente estamos a gusto. Luchas cada día por mejorar los cuidados. Son pacientes muy complejos y por eso puedes formarte: desde aprender más a cerca de patologías, curas, cuidados, hasta aprender cómo mejorar tratamientos cognitivos,… ver más allá de lo farmacológico. Hay un campo tan amplio que me llama muchísimo la atención. Estoy super a gusto.
-¿Son pacientes agradecidos?
-Se crea ese vínculo, para bien o para mal. Ellos son muy agradecidos en general. Muchas veces también se te enfadan porque es como los conflictos de una familia.
-¿Cómo está viviendo la crisis sanitaria?
-Ha sido muy complicado. Si de confinamiento llevamos dos meses, nosotros la semana de antes ya cerramos. Eso ha sido la clave, el anticiparse. Había que protegerles al máximo. Ha sido muy agobiante. El temor no se te va a ir hasta que no sepas que existe una vacuna o que se ha creado una cierta inmunidad porque son el sector más vulnerable. Se ha puesto mucho la mira en las residencias. Es lógico porque cuando hay un problema gordo es cuando salen las carencias reales de los sectores. Hay residencias que intentamos mejorar y quitar ese estigma pero hay otros que no lo hacen. Nuestros residentes leen mucho el periódico y les ha afectado mucho leer que la mayoría de muertos son en residencias. Crea muchísima angustia y ansiedad. Al principio era muy desconocido el problema. Luego enseguida hemos tenido de referente un equipo de atención primaria, a parte de la propia Fundación, de los boletines oficiales y de una conexión directa con Salud Pública que está todos los días llamándonos. Se ha generado una red de apoyo. Desde el principio a ahora te sientes más seguro: tienes todo sectorizado y existen los recursos de media estancia que ha sido una muy buena solución. Han sido muchos días sin dormir.
-¿Con el aislamiento hay más trabajo y se agravan otras patologías?
-Primero fue mucho lío porque intentas individualizar al máximo en sus habitaciones para evitar contactos. Es mucha más carga de trabajo. Luego, en lugar de ir a las consultas de especialistas es todo atención telefónica y después se la tienes que trasladar a los residentes o a sus familias y al médico de primaria. Mucha gente que cognitivamente no está bien ha empeorado; otros que estaban bien el estar un mes encerrados en una habitación les afecta. Desde terapia se ha hecho mucho trabajo individualizado. La gente que necesitaba tratamientos se han aplazado.
-¿Ha sido uno de los momentos más duros para usted?
-Desde luego. Siempre hay momentos duros cuando te dedicas a la rama sanitaria. Es muy gratificante pero es muy dura, tanto emocionalmente como de cansancio físico. Somos 116 residentes. Es mucha preocupación. Quieres protegerles al máximo. Son muchos quebraderos de cabeza. Nosotros hemos tenido suerte y ojalá sigamos con la misma suerte. Es una situación muy muy dura. Hay mucha gente que ha perdido la batalla, otros están agotados, va a haber una crisis económica posterior fatal... Está siendo muy duro, es que nadie quiere ver sufrir y no poder hacer nada por evitarlo.
-¿Cree que el papel de la Enfermería se conoce más ahora en la sociedad?
-Creo que sí. La Enfermería en el ámbito público ha estado reconocida, aunque no todo lo que debería. La gente sabe que pinchamos y poco más. Creo que tanto en los hospitales, como en las residencias y en los centros de salud somos un equipo y todos nos necesitamos. Esto a la gente le ha hecho pensar más, espero que haya visto todo lo que podemos hacer, lo que conseguimos gestionar, lo que impulsamos y a lo que nos dedicamos. Tenemos figuras clave en todos sectores. En las residencias somos la conexión con los servicios sanitarios y esa conexión es la que nos ayuda a seguir adelante.
-¿Qué le movió a hacerse enfermera?
-Desde muy joven, a lo mejor, con 13 o 14 años, pensé que quería ser enfermera por ayudar a las personas. El intentar que la gente no sufra físicamente, intentar sanar o cuidar, que la gente no tenga dolor.
El Día de la Enfermería se celebró este 12 de mayo en un año muy especial para una profesión que ha estado en primera línea en la crisis sanitaria. La joven de Fuentes Claras Clara Pérez es una de las enfermeras turolenses que desarrolla su labor en la Residencia Rey Ardid de Teruel.
-¿Desde cuándo es enfermera y en qué sitios ha trabajado?
-Hice la carrera en 2007-2010 en Zaragoza. Cuando acabé no había mucho trabajo, vi una oferta de la residencia de Daroca, me presenté y me cogieron. Me enganchó. Estuve 6 años. Me fui y estuve en atención primaria un par de años. El año pasado vi que habían hecho una nueva residencia Rey Ardid en Teruel. Había oído hablar de la Fundación, presenté el currículo y me llamaron. Ahora ya llevo un año.
-¿Qué es lo que más le gusta de la Enfermería en el ámbito de los mayores?
-Enfermería es una carrera vocacional. Dentro de Enfermería es muy amplio, realmente lo que más hay son pacientes geriátricos o crónicos complejos porque es un país muy envejecido. Me empezó a enganchar muchísimo porque siempre estás con los mismos pacientes. Es como una familia. Eres para ellos su referente, incluso para cosas personales. Me enganchó muchísimo saber de su vida, sus historias, a parte de dar medicación y curar, que evidentemente me gusta y es lo más técnico de la carrera.
-Son pacientes complicados con muchas patologías. ¿Hay que prepararse específicamente?
-Sí. Existen másteres, la especialidad, hay cursos. Si te gusta mucho esta rama, poco a poco puedes ir aprendiendo. La gente lo tiene muy estigmatizado y aún te dice pero qué haces trabajando en una residencia y más si es privada. Cada uno debemos trabajar donde realmente estamos a gusto. Luchas cada día por mejorar los cuidados. Son pacientes muy complejos y por eso puedes formarte: desde aprender más a cerca de patologías, curas, cuidados, hasta aprender cómo mejorar tratamientos cognitivos,… ver más allá de lo farmacológico. Hay un campo tan amplio que me llama muchísimo la atención. Estoy super a gusto.
-¿Son pacientes agradecidos?
-Se crea ese vínculo, para bien o para mal. Ellos son muy agradecidos en general. Muchas veces también se te enfadan porque es como los conflictos de una familia.
-¿Cómo está viviendo la crisis sanitaria?
-Ha sido muy complicado. Si de confinamiento llevamos dos meses, nosotros la semana de antes ya cerramos. Eso ha sido la clave, el anticiparse. Había que protegerles al máximo. Ha sido muy agobiante. El temor no se te va a ir hasta que no sepas que existe una vacuna o que se ha creado una cierta inmunidad porque son el sector más vulnerable. Se ha puesto mucho la mira en las residencias. Es lógico porque cuando hay un problema gordo es cuando salen las carencias reales de los sectores. Hay residencias que intentamos mejorar y quitar ese estigma pero hay otros que no lo hacen. Nuestros residentes leen mucho el periódico y les ha afectado mucho leer que la mayoría de muertos son en residencias. Crea muchísima angustia y ansiedad. Al principio era muy desconocido el problema. Luego enseguida hemos tenido de referente un equipo de atención primaria, a parte de la propia Fundación, de los boletines oficiales y de una conexión directa con Salud Pública que está todos los días llamándonos. Se ha generado una red de apoyo. Desde el principio a ahora te sientes más seguro: tienes todo sectorizado y existen los recursos de media estancia que ha sido una muy buena solución. Han sido muchos días sin dormir.
-¿Con el aislamiento hay más trabajo y se agravan otras patologías?
-Primero fue mucho lío porque intentas individualizar al máximo en sus habitaciones para evitar contactos. Es mucha más carga de trabajo. Luego, en lugar de ir a las consultas de especialistas es todo atención telefónica y después se la tienes que trasladar a los residentes o a sus familias y al médico de primaria. Mucha gente que cognitivamente no está bien ha empeorado; otros que estaban bien el estar un mes encerrados en una habitación les afecta. Desde terapia se ha hecho mucho trabajo individualizado. La gente que necesitaba tratamientos se han aplazado.
-¿Ha sido uno de los momentos más duros para usted?
-Desde luego. Siempre hay momentos duros cuando te dedicas a la rama sanitaria. Es muy gratificante pero es muy dura, tanto emocionalmente como de cansancio físico. Somos 116 residentes. Es mucha preocupación. Quieres protegerles al máximo. Son muchos quebraderos de cabeza. Nosotros hemos tenido suerte y ojalá sigamos con la misma suerte. Es una situación muy muy dura. Hay mucha gente que ha perdido la batalla, otros están agotados, va a haber una crisis económica posterior fatal... Está siendo muy duro, es que nadie quiere ver sufrir y no poder hacer nada por evitarlo.
-¿Cree que el papel de la Enfermería se conoce más ahora en la sociedad?
-Creo que sí. La Enfermería en el ámbito público ha estado reconocida, aunque no todo lo que debería. La gente sabe que pinchamos y poco más. Creo que tanto en los hospitales, como en las residencias y en los centros de salud somos un equipo y todos nos necesitamos. Esto a la gente le ha hecho pensar más, espero que haya visto todo lo que podemos hacer, lo que conseguimos gestionar, lo que impulsamos y a lo que nos dedicamos. Tenemos figuras clave en todos sectores. En las residencias somos la conexión con los servicios sanitarios y esa conexión es la que nos ayuda a seguir adelante.
-¿Qué le movió a hacerse enfermera?
-Desde muy joven, a lo mejor, con 13 o 14 años, pensé que quería ser enfermera por ayudar a las personas. El intentar que la gente no sufra físicamente, intentar sanar o cuidar, que la gente no tenga dolor.