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Carlos Taibo, escritor y politólogo: “En un escenario de colapso la Iberia vaciada lo llevará mejor que la no vaciada” Carlos Taibo, escritor y politólogo: “En un escenario de colapso la Iberia vaciada lo llevará mejor que la no vaciada”
Fotografía de Carlos Taibo, durante una conferencia. Creative Commons

Carlos Taibo, escritor y politólogo: “En un escenario de colapso la Iberia vaciada lo llevará mejor que la no vaciada”

El madrileño presenta en Teruel este jueves su último libro, ‘Iberia Vaciada. Despoblación, decrecimiento y colapso’
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Carlos Taibo, escritor y profesor jubilado de Ciencias Políticas y Administración en la Universidad Autónoma de Madrid, estará este jueves en el Centro Social Autogestionado A Ixena de Teruel, donde a partir de las 18 horas presentará su última obra, Iberia Vaciada. Despoblación, decrecimiento y colapso.

-¿Qué aporta Iberia Vaciada al análisis del fenómeno?

-Es un libro que parte de dos teorías, el decrecimiento y la teoría del colapso, y pretende aplicarlas al problema de la despoblación. Si tiene alguna originalidad es que desde esa premisa propone una perspectiva distinta a la que se suele ofrecer.

-¿Es pertinente aplicar el análisis a Iberia y no a España?

-Sí, porque habla del caso español y portugués, que son muy similares. A menudo somos víctimas de las ilusiones ópticas de las fronteras, que son artificiales y prescindibles. Así que es absurdo separar Andalucía del Alenejo o Galicia del norte de Oporto porque existe un continuo de realidades sociales y económicas.

-¿Qué nueva visión se plantea sobre la despoblación desde la perspectiva del colapso y el decrecimiento?

-De entrada prefiero no hablar solo de la despoblación, que solo es una dimensión de un problema más grave, aunque venga acompañada siempre de problemas sociales muy agudos. Pero por aportar un dato, creo que en un escenario de colapso la Iberia Vaciada lo llevaría bastante mejor que la No Vaciada, porque los entornos rurales son mucho más fuertes que los urbanos, y dependen menos de las materias primas energéticas y la tecnología. Así que, en una primera aproximación, la Iberia Vaciada tendrá todas las de ganar en un futuro escenario de colapso y eventuales políticas de decrecimiento.

-¿Plantea el decrecimiento como una perspectiva de futuro, o como una consecuencia perniciosa del presente?

-Es una perspectiva de futuro. Y también una respuesta consecuente ante un sistema que se nos ha ido de las manos, que no asume dos realidades como son el agotamiento de los recursos y  materias primar energéticas y el cambio climático. E implica que el mundo moderno y rico vamos a tener que reducir los niveles de producción y de consumo. Y más allá de eso, recuperar la vida social, apostar por un ocio creativo, disminuir el tamaño de las infraestructuras que se plantean, restaurar los modelos de vida más ligados a lo local, redistribuir la riqueza, repartir el trabajo... El decrecimiento es una teoría de futuro, pero entiendo que en un mundo desarrollado como el nuestro se percibe como un fenómeno indeseado. Se asienta en la convicción de que se puede vivir mejor con menos, pero viene forzado por la imposibilidad material de poder seguir viviendo con el ritmo de consumo actual.

-¿Usted plantea ese escenario de colapso a corto, medio o largo plazo?

-Hay quien dice, y de forma legítima, que ya estamos inmersos en ese colapso, con las últimos noticias sobre las rupturas de los circuitos y las reglas comerciales, problemas de desabastecimiento, encarecimientos de las energías o los transportes... Desde luego son síntomas de un escenario de colapso, pero yo no estoy en disposición de afirmar que esto sea verdad, y que la situación actual no sean una serie de fenómenos coyunturales. Pero que el agotamiento de las materias primas energéticas y el cambio climático está aquí, eso no lo puede negar nadie, y eso plantea que la etapa que separa 2021 y 2050 puede ser durante la cual se confirme el colapso. También es cierto que antes deberíamos ver qué entiende cada uno por colapso.

-¿Qué entiende usted?

-Colapso es un proceso irreversible que se traduce en la interrupción de las reglas económicas y de las perspectivas de los gobiernos, que se asientan en un fenómeno característico de nuestra sociedad: cuánto más crecemos más energía y más producción necesitamos. Es un escenario donde faltará la energía y donde se alterarán muchas de las condiciones de vida actuales.

-Doy por hecho que no estamos preparados para ese escenario... ¿Qué consecuencias traerá, en su opinión?

-No estamos preparados y lo que tenemos en la cabeza no nos predispone a estarlo, porque los poderes económicos están dispuestos a seguir pisando el acelerador. Y las circunstancias serán dramáticas. Pero, sin afirmarlo categóricamente, entiendo que estamos a tiempo de cambiar las cosas poniendo el freno de emergencia, asumiendo que los países ricos del norte no podemos seguir consumiendo de forma indiscriminada, redistribuyendo la riqueza para que los que están peor que nosotros puedan salir adelante con cierta dignidad... Si vamos a colapsar, igual lo que tendríamos que hacer es empezar a trabajar en la sociedad futura, ahora que todavía tenemos ocasión de hacerlo sin que el cambio sea demasiado rupturista.

-¿Hay tiempo entonces?

-Creo que sí, pero la terapia será traumática, lo suficiente como para que no salgamos en los mismos términos en los que entramos. Pero tampoco podemos olvidar que buena parte del planeta ya vive en condiciones propias del colapso. Hace poco me preguntaron si estamos preparados para regresar al siglo XIX en lo que se refiere a lo tecnológico, que es uno de los riegos que plantea el colapso. Y la realidad es que buena parte de África, América o Asia viven tecnológicamente en el siglo XIX. Dejemos de mirarnos al ombligo.

-¿Su libro plantea remedios a corto plazo contra los desequilibrios demográficos?

-Me sitúo más bien en la perspectiva de construir la sociedad posterior al colapso. Y reivindico concejos abiertos, reempleo de bienes comunales, políticas de autosuficiencia, agroecología, rechazo de la agricultura industrial, y postulados diferentes en cuanto al transporte y las comunicaciones.