Carlos Paterson, organista, músico y compositor turolense: “Escuchar un órgano bien restaurado es como hacer un viaje musical en el tiempo”
El músico opina que conservar el patrimonio material musical de la provincia debe ser una prioridad para el IETEl catedrático de órgano en el Conservatorio Superior de Valencia, Carlos Paterson, será uno de los maestros de ceremonias, junto con el organero Carlos Álvarez y el organista Javier Artigas, durante el 300 cumpleaños del órgano de Santa María la Mayor de Calamocha que se celebrará este sábado (20.30 h). Como miembro del Consejo Científico del Instituto de Estudios Turolenses, Paterson entiende vital iniciar un proceso para recuperar los órganos de la provincia que sobreviven al que fue un vasto patrimonio histórico material.
-¿Cómo se celebrará este sábado el 300 cumpleaños del órgano de Calamocha?
-Queremos poner de manifiesto la importancia que tiene ese instrumento como parte del patrimonio material sonoro de la provincia. Muchos calamochinos ya lo saben, pero creo que es importante seguir dándolo a conocer. Yo hablaré sobre la historia de este instrumento, después su restaurador Carlos Álvarez nos explicará los detalles técnicos, y finalmente Javier Artigas, un gran organista aragonés especializado en música renacentista y barroca, ofrecerá un concierto.
-¿Qué importancia tuvo este órgano?
-Por la información del catálogo de órganos de Chus Gonzalo sabemos que lo construyó Bartolomé Sánchez en 1720, cuya firma aparece en el propio instrumento. Sánchez trabajó para La Seo de Zaragoza y pensamos que este órgano le fue encargado para ocupar una de las capillas del Pilar, pero por alguna razón terminó en Calamocha. No es un órgano de grandes dimensiones pero sí que tuvo su importancia.
-¿Cuál es su estado actual?
-Muy bueno. Carlos Álvarez lo restauró en 2004 y los buenos maestros organeros hacen un trabajo muy serio y riguroso, documentándose bien sobre cómo se construían estos instrumentos y los materiales que usaban, y lo restauran respetando las fábricas antiguas, como si fuera un retable o una escultura. Se utilizó piel de tripa de cabra para sellar los fuelles, las mismas maderas nobles originales... De este modo conseguimos que el órgano suene exactamente igual a como lo hacía hace 300 años, es tanto como hacer un viaje musical en el tiempo.
-¿Qué enemigos principales tiene un órgano?
-Pues la inactividad sobre todo, además de las humedades. Yo toco de vez en cuando este órgano y otros de la provincia, y cada año hay que hacerle un manteniiento, afinarlo, armonizarlo, limpiarlo... En ocasiones los órganos no se colocaron en el sitio ideal de la Iglesia y sufren muchos problemas de humedad. En esta caso, el de Calamocha está bien situado, aunque se presume que en principio podría haber estado colocado de forma transversal en otro lugar del templo, y que después se colocó detrás del altar precisamente para evitar humedades.
-El IET quiere que este cumpleaños sea el punto de partida para un proyecto continuado sobre todos los órganos de la provincia...
-Eso es, la idea es que con los presupuestos del año que viene se pueda hacer una acción sobre el patrimonio histórico musical, que tiene una gran importancia. Hay que pensar que en el barroco no existían escuelas de música y conservatorios en los pueblos, y toda la actividad cultural y de enseñanza de la música giraba en torno al órgano de la iglesia. Por eso hay tantos pueblos que tuvieron órgano, porque donde lo había se desarrollaba toda una serie de entramado cultural y educativo, surgían ministriles, instrumentistas, maestros de capilla, coros... En los lugares como Calamocha, donde no había un ducado o un marquesado potente que quisiera hacerlo, las enseñanzas musicales se desarrollaban alrededor del órgano.
-¿Cuántos llegó a haber en la provincia?
-Jesús González catalogó unos 160, de los que quedan vivos algo menos de diez , y en buen estado unos cinco o seis. Por eso te digo que eran tan importantes, porque incluso un pueblo pequeño como Bello tuvo un órgano esplendoroso, que no funciona pero que es magnífico.
-¿Y cuántos funcionan?
-Calamocha, Luco de Jiloca, Villarquemado, Torrijo, Belmonte de San José, San Martín del Río y Albarracín.
-Y en Teruel el de La Milagrosa, ¿no?
-Sí, porque ahí está Jesús María Muneta que lo hace sonar y lo mantiene vivo, pero en los pueblos es imposible encontrar a alguien que se encargue.
-¿Cómo está el órgano de la Catedral de Teruel? ¿Debería recuperarse?
-Lleva una década sin sonar y su maquinaria se ha quedado muda. Desde luego que habría que darle una revisión, pero requiere una inversión que no siempre se encuentra, y no solo por parte de la Iglesia, sino también de las instituciones públicas.
-¿De cuánto hablamos?
-La construcción de un órgano nuevo te puede costar 350.000 euros, hasta el 1.700.000 de euros que ha costado el de León. Pero si conservas los tubos, que es lo más caro, y cambias la consola, el teclado, pedales y maquinarias de transmisión quizá con una inversión de entre 60.000 y 100.000 euros puedes dejarlo a punto. No creo que sea demasiada inversión comparado con lo que podría aportar a la vida cultural de Teruel, porque en torno al órgano pueden hacerse infinidad de ciclos de música sinfónica con los músicos de la banda, con grupos de música de cámara o con solistas.
-¿Qué otras líneas de acción plantea el IET en lo musical?
-Promocionar también el patrimonio inmaterial; los compositores que a lo largo de la historia han dejado su impronta en nuestros archivos. Hay muchísimas composiciones por rescatar, y muchísimos compositores de nuestra tierra vivos que siguen componiendo, y divulgar esas obras a través de conferencias, publicaciones y grabaciones.