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Arantxa Solis, poeta: Arantxa Solis, poeta:
Arantxa Solís es la autora de 'Un Arcoiris todos los días'

Arantxa Solis, poeta: "Durante la pandemia eché de menos medidas ejemplares hacia la infancia"

Olé libros ha publicado un poemario que, a través de una voz narrativa infantil, trata de dar voz a los niños
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Arantxa Solís es una jurista valenciana que pasó sus veranos infantiles en Cubla, de donde procede su familia materna. Lleva años afincada en Teruel y recientemente Olé Libros publicó su primer poemario, Un Arcoiris todos los días. Se trata de un libro que, sin pretensiones, nos retrotrae al inolvidable año 2020 para dar voz a quienes menos contaron entonces: los niños y las niñas.

-¿Cuál es el origen de ‘Un Arcoiris todos los días’?
-Un 20 de junio de 2020, en pandemia, cuando todavía los niños no podían salir de casa excepto una hora acompañados por papá o mamá. Había que ir al colegio para recoger lo que habían dejado allí en marzo, y tuve una mezcla muy extraña de emociones. Me llamó mi hermana desde La Coruña, y me dijo que allí habían acordonado los parques, como en Valencia. Eso no llegó a ocurrir en Teruel, pero sentía que el mundo se volvía del revés. El mundo de los adultos empezaba a recuperarse poco a poco, pero el de los niños avanzaba más despacio, y yo estaba convencida de que ellos debían ir primero. Así que pensé en escribir algo para ellos, algo así como un regalo.

-¿Formó parte de un, por decirlo así, plan establecido?
-Yo hice un curso de escritura en verano de 2020 organizado por el Instituto Cervantes, con Carlos Pardo. Escribí el primer poema, titulado Sensaciones en fase Tres, y comprobé cómo la escritura puede ser muy terapéutica. Yo he escrito siempre, pero creo que esta es la primera vez que escribo poesía de forma consciente, con un objetivo concreto.

-Una de las particularidades del libro es que en todos los poemas, excepto en ese Sensaciones en fase Tres que sirve de arranque, la voz narrativa del poemario es la de un niño.
-Así es... Adopto un punto de vista infantil porque lo concebí como un medio de darles voz a los niños, que estaban completamente silenciados.

-¿Eso modifica en algún sentido su forma de escribir?
-En parte sí. Me gusta la poesía contemporánea y en general evito las rimas cuando escribo, pero al adoptar el papel de un niño que escribe, introduzco algunas rimas como lo harían ellos y utilizo un lenguaje más parecido al que usaría un niño para expresarse.

Referentes

-¿Qué referentes tiene en el mundo de la poesía?
-Un muy importante es Luis García Montero. De hecho, durante un curso de escritura que hice la primera conferencia fue suya, y me encantó. También me gusta Jorge Ortiz Robla, Manuel Mata, Sara Herrera Peralta o Raúl Zurita. Y entre los poetas clásicos me apasiona Miguel Hernández, a quien cito en este libro porque viene mucho a colación, y Antonio Machado me ha gustado mucho desde siempre, en su día hice un viaje muy bonito a Soria siguiendo sus pasos.

-¿Su faceta como jurista tiene que ver con esa voz reivindicativa que pone en su libro en boca de los niños?
-Quizá sí, aunque antes que jurista soy madre. Mi hijo tiene diez años y mi hija siete, y viví la pandemia sintiendo las carencias que tuvieron, sintiendo que el mundo de los adultos trataba de arreglarse y de buscar soluciones a sus problemas sin tener en cuenta las necesidades de los niños. Estoy convencido que en cualquier situación los niños deberían ser para nosotros una de las grandes prioridades. En cualquier caso esa reivindicación que puede reflejarse en los versos no significa que el poemario solo pueda leerse en esa clave... No quiero decirle al lector como tiene que leer el libro.

-¿Cuándo escribía los versos de ‘Un Arcoiris todos los días’ pensaba en un libro que fuera a ser publicado, o era más bien un proyecto íntimo y personal?
-El proyecto de que los versos formaran un libro que fuera a ver la luz a través de la publicación fue fraguándose poco a poco. Los concebí con esa idea de escribir lo que un niño, que se siente que está quedándose en segunda fila, escribiría. Y poco a poco vi como los textos empezaban a formar un cuerpo y que podría ser publicado.

-Ahora que lo más duro de la pandemia ha pasado, sin olvidarnos de los muertos y de los problemas crónicos que ha dejado en muchos afectados por la covid-19, parece que todos intentamos sacar conclusiones en positivo...  ¿significa eso que sufrimos cierto síndrome de Estocolmo?
-Bueno, creo que es necesario extraer conclusiones constructivas de todo, para que de los malos trances podamos aprender algo. No hay duda de que ha sido una terrible pesadilla, pero a mí, y creo que ha mucha gente, nos ha servido para valorarlo todo mucho más. Que los niños salgan ahora del colegio sin la mascarilla y poderles ver las caras a todos todavía me sigue emocionando. Lo mismo que ver que los niños han podido recuperar su vida, su infancia normal. Ellos sufrieron mucho más que los adultos, todo les afectaba más, y sin embargo eran quienes menos se quejaban y quienes aceptaban todo lo que les pedíamos sin rechistar. En ese sentido yo eché mucho de menos medidas más ejemplares con la infancia.

-¿Qué clase de medidas?
-No lo sé, no soy una experta... Pero al menos podríamos haberles preguntado, haberles dejado hablar.