Angélica Morales, poeta y escritora: “Cuando lo escribes, tu dolor se hace más dulce, pero curar, lo que es curar, cura la medicina”
La autora turolense afincada en Huesca acaba de ganar el premio Santa Isabel de Portugal de poesía por ‘Dolor’La escritora turolense Angélica Morales acaba de ganar el Premio Santa Isabel de Portugal, que concede anualmente la Diputación de Zaragoza, y que la consagra como una de las autoras de referencia en la poesía aragonesa contemporánea. La obra galardonada, Dolor, será editada por la DPZ en los próximos meses.
-Este galardón es el grande de Aragón que le faltaba por ganar...
-Por eso me ha hecho tanta ilusión ganar este premio. No por tener más y alimentar mi ego, sino porque gané el Miguel Labordeta (Desmemoria, 2011), luego he ganado cosas fuera de Aragón, he ido aprendiendo, fracasando y volviendo a empezar, y ahora cierro esa especie de círculo con el Santa Teresa de Portugal. Son los dos premios aragoneses más importantes en poesía y me lo tomo como una especie de confirmación... ya soy poeta.
-¿Al final los premios no son importantes, o sí lo son?
-El reconocimiento que tienen detrás claro que es importante. Un escritor no tiene un sueldo como tal, y eso sirve para reivindicarte, para remunerarte y para que el libro se publique y vea la luz, que es lo que quiere un escritor.
-El premio, quizá en parte, sea por su sinceridad al desnudarse...
-Ya me pasó con Mi padre cuenta monedas, que ganó el Gabriel Celaya. Igual te parece una tontería, pero he pensado sobre cómo es mi poesía y mi narrativa. Creo que la diferencia es que en narrativa escribo historias de otros, que tienen que llegar a mucha gente, quizá tiene cositas mías pero no completamente. Yo soy una fan de Annie Ernaux, la Premio Nobel, porque habla de su vida íntima. Creo que, como ella, cuando escribo poesía soy toda yo. A diferencia de con la novela, escribo mi dolor, mi vida...
-¿Algo así como autopoesía?
-Algo así. Mi vida es pequeña pero hablar de lo pequeño es hablar de lo general. Cuando Annie cuenta que tuvo que abortar clandestinamente en realidad está hablando de un problema de millones de mujeres. Y cuando yo hablo del maltrato al que me sometía mi padre igual o de la menopausia precoz es igual. Los temas pequeños son los que realmente crecen entre las páginas de los libros, lo que realmente llega a las personas.
-Se diría que su experiencia poética está siempre ligada a un dolor vital...
-Mi vida ha sido muy dolorosa, soy muy sensible y todo me afecta. Tengo mi propia cárcel en la cabeza, como tanta otra gente que tiene problemas de ansiedad o de autoestima. Tenemos que cuidar de nuestra salud mental, porque cuando eres frágil cualquier cosa te rompe. Y escribir sobre eso no te sana, porque lo que de verdad te cura es la medicina y la terapia, pero cuando lo compartes el dolor es un poco más dulce. Es mi forma de ser un poco más yo escribiendo, y además creo que puedo ayudar a otras personas.
-¿Le da miedo ser completamente feliz un día y que no vuelva a salir ni un buen verso de su lápiz?
-La felicidad se vive, no se escribe. Si eres feliz te vas por ahí a disfrutar, no te quedas en casa escribiendo. La literatura llega de una reflexión, de estar a solas contigo misma... es un estado de búsqueda. Y sí, la felicidad me da miedo. Porque los ansiosos nos martirizamos continuamente, no sabemos convivir con la felicidad. Sin embargo siempre encontraré un pulso para escribir, porque no solo escribo poesía. La capacidad y la vocación de contar cosas va conmigo siempre, al margen del estado de ánimo. Yo soy tragicómica, y una de las cosas que más me gustan de mí misma es que llevo siempre las dos caras, y las puedo aprovechar en la literatura.
-¿Cómo es ‘Dolor’ en lo formal?
-Cada libro tiene un sentido diferente y en este caso son poemas cortos, llamadas de auxilio, pequeños puñales como bocas que gritan. Me gusta la belleza y la estética pero el contenido es doloroso, porque son gritos dibujados y vestidos de diferente forma... a fin de cuentas, la poesía es misterio y misticismo. El libro está escrito tras la pandemia. Durante el encierro estuve feliz, pero después fuí incapaz de salir, tuve ataques de ansiedad, lloraba continuamente. Y el libro nació de allí, como una reacción a mis propios terrores íntimos. Nació del dolor y aproveché ese estado para escribirlo.
-¿Qué está escribiendo ahora mismo?
-Estoy preparando una nueva novela que publicaré con Destino. De nuevo descubro historias de pioneras femeninas, en este caso de dos mujeres potentes, portentosas. Es pronto para decirlo, pero quizá en primavera del año que viene ya esté en el mercado.
-¿Pesa la presión tras el éxito de ventas de ‘La casa de los hilos rotos’?
-Esa novela se ha vendido muy bien, pero el terror llega con la segunda. Primero porque te la tiene que contratar la editorial, y segundo porque tiene que responder a las expectativas. Pero también es verdad que antes no me conocía nadie y ahora, gracias a esa historia sobre Otti Berger, hay lectores que se han sumado y no partes de cero. Y además esta segunda novela es muy potente, muy diferente a la primera, pero con el mismo perfume.