El teniente coronel turolense Andrés Fernando Castán Esteban explicó este jueves en el casino sus experiencias en Mali
Andrés Fernando Castán Esteban, teniente coronel: “De la seguridad de un país dependen todos los servicios y el bienestar de la población”
El militar turolense ha participado durante seis meses en la misión de la UE de adiestramiento al Ejército de Mali
El teniente coronel turolense Andrés Fernando Castán Esteban considera que participar en una misión de ayuda en un país extranjero contribuye “a mejorar y fortalecer el carácter”. Así lo aseguró este jueves en el Casino de Teruel, donde impartió la conferencia Experiencias de un oficial turolense en la Misión Militar de Mali organizada por la Subdelegación de Defensa en Teruel en colaboración con el Círculo de Recreo Turolense. Durante la misma, explicó el trabajo que realizan las Fuerzas Armadas españolas en Mali y sus propias vivencias en la misión de adiestramiento la Unión Europea al Ejército Maliense (EUTM MALI), de la que acaba de regresar.
-¿Cuánto tiempo ha estado en Mali?
-He estado en comisión de servicio seis meses. Llegué el 10 de diciembre de 2021 y he regresado el 10 de junio al Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad de Valencia.
-¿Qué objetivo tiene la misión EUTM Mali?
-La misión de la UE es asesorar y entrenar a las Fuerzas Armadas de Mali para que sean autónomas y puedan hacer frente a la amenaza yihadista. El Consejo de la UE aprobó esta misión el 17 de enero de 2013 y en febrero llegaron los primeros militares españoles a Bamako, donde yo he permanecido seis meses en la primera parte del quinto mandato. Actualmente, hay un millar de militares, de los que 425 son españoles, pero participan 25 ejércitos, en su mayoría de la UE.
-¿Cómo se desarrolla esta misión sobre el terreno?
-Por un lado, está el pilar del Consejo, por el que se va a los Estados Mayores de las Fuerzas Armadas y se les aconseja sobre cómo actuar en el día a día, cómo tienen que hacer sus políticas a largo plazo y cómo tienen que estructurarse y operar. El otro es el entrenamiento, más en el campo con una unidad militar o con un grupo de entrenadores para que puedan preparar a las unidades formadas por su propia gente. Y este puede ser general o más especializado.
-¿Cuál es esa preparación más específica?
-Se les entrena en materias como la protección contra artefactos explosivos en cooperación con la ONU, que tiene un programa de desminado a gran escala por el que proporciona el material y nosotros la formación. También enseñamos derecho internacional humanitario y muchas más, como liderazgo, capacitación de mandos de compañía, formación de convoyes o logística especializada. Y por el último, el tercer pilar es la educación que se da en sus academias militares con clases a oficiales, suboficiales y miembros del Estado Mayor.
-Después de nueve años de misión, ¿está el Ejército de Mali listo para actuar en solitario?
-Es una zona dependiente de partenariados, de apoyos externos, y no solamente las Fuerzas Armadas. Pero los países occidentales también, como se ha demostrado en la cumbre de la OTAN que se celebra en Madrid. No son niveles comparables, pero como todo país, necesitan aliados.
-¿A qué amenazas se enfrenta, además de la yihadista?
-Mali, como toda la zona del Sahel, atraviesa una situación inestable y delicada. Además del yihadismo, la crisis energética ha derivado en una crisis humanitaria. Personalmente, opino que sin seguridad todo lo demás se cae: sanidad, industria, reservas de combustible...
-En el aspecto personal, ¿que ha supuesto para usted esta misión?
-Es una experiencia personal importante, en la que realmente te das cuenta de todas las cosas que están pasando en el mundo y que nos afectan. Tengo tres hijos adolescentes y les digo lo bueno que sería que pudieran ir porque, cuando ayudas en cualquier ámbito, siempre recibes más de lo que das, mejoras el carácter y sales fortalecido. Esta ha sido mi quinta misión. La primera fue en Yugoslavia y después he estado en Kosovo, Albania y Afganistán. También participé en la Operación Balmis para hacer frente al covid-19. Y mi destino los dos próximos años será Pamplona.
-Dadas las circunstancias, no será fácil viajar por el país...
-No es el sitio ideal ni por seguridad ni por salud. El Estado de Mali se vio amenazado por los ataques yihadistas. Aunque no se llegó a crear, en 2012 se proclamó el estado islámico Azaward, que cambió el panorama. El gobierno maliense solicitó apoyo internacional y Francia frenó la penetración de yihadistas hacia el sur con una operación nacional, denominada primero Serval y actualmente Barkhanes. Esa operación dio paso a la misión de adiestramiento de la UE y a la de Naciones Unidas, que se llama Minusma, porque quedó de manifiesto que el sistema de defensa maliense era blando y que de la seguridad dependen los servicios y el bienestar.
-¿Cuánto tiempo ha estado en Mali?
-He estado en comisión de servicio seis meses. Llegué el 10 de diciembre de 2021 y he regresado el 10 de junio al Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad de Valencia.
-¿Qué objetivo tiene la misión EUTM Mali?
-La misión de la UE es asesorar y entrenar a las Fuerzas Armadas de Mali para que sean autónomas y puedan hacer frente a la amenaza yihadista. El Consejo de la UE aprobó esta misión el 17 de enero de 2013 y en febrero llegaron los primeros militares españoles a Bamako, donde yo he permanecido seis meses en la primera parte del quinto mandato. Actualmente, hay un millar de militares, de los que 425 son españoles, pero participan 25 ejércitos, en su mayoría de la UE.
-¿Cómo se desarrolla esta misión sobre el terreno?
-Por un lado, está el pilar del Consejo, por el que se va a los Estados Mayores de las Fuerzas Armadas y se les aconseja sobre cómo actuar en el día a día, cómo tienen que hacer sus políticas a largo plazo y cómo tienen que estructurarse y operar. El otro es el entrenamiento, más en el campo con una unidad militar o con un grupo de entrenadores para que puedan preparar a las unidades formadas por su propia gente. Y este puede ser general o más especializado.
-¿Cuál es esa preparación más específica?
-Se les entrena en materias como la protección contra artefactos explosivos en cooperación con la ONU, que tiene un programa de desminado a gran escala por el que proporciona el material y nosotros la formación. También enseñamos derecho internacional humanitario y muchas más, como liderazgo, capacitación de mandos de compañía, formación de convoyes o logística especializada. Y por el último, el tercer pilar es la educación que se da en sus academias militares con clases a oficiales, suboficiales y miembros del Estado Mayor.
-Después de nueve años de misión, ¿está el Ejército de Mali listo para actuar en solitario?
-Es una zona dependiente de partenariados, de apoyos externos, y no solamente las Fuerzas Armadas. Pero los países occidentales también, como se ha demostrado en la cumbre de la OTAN que se celebra en Madrid. No son niveles comparables, pero como todo país, necesitan aliados.
-¿A qué amenazas se enfrenta, además de la yihadista?
-Mali, como toda la zona del Sahel, atraviesa una situación inestable y delicada. Además del yihadismo, la crisis energética ha derivado en una crisis humanitaria. Personalmente, opino que sin seguridad todo lo demás se cae: sanidad, industria, reservas de combustible...
-En el aspecto personal, ¿que ha supuesto para usted esta misión?
-Es una experiencia personal importante, en la que realmente te das cuenta de todas las cosas que están pasando en el mundo y que nos afectan. Tengo tres hijos adolescentes y les digo lo bueno que sería que pudieran ir porque, cuando ayudas en cualquier ámbito, siempre recibes más de lo que das, mejoras el carácter y sales fortalecido. Esta ha sido mi quinta misión. La primera fue en Yugoslavia y después he estado en Kosovo, Albania y Afganistán. También participé en la Operación Balmis para hacer frente al covid-19. Y mi destino los dos próximos años será Pamplona.
-Dadas las circunstancias, no será fácil viajar por el país...
-No es el sitio ideal ni por seguridad ni por salud. El Estado de Mali se vio amenazado por los ataques yihadistas. Aunque no se llegó a crear, en 2012 se proclamó el estado islámico Azaward, que cambió el panorama. El gobierno maliense solicitó apoyo internacional y Francia frenó la penetración de yihadistas hacia el sur con una operación nacional, denominada primero Serval y actualmente Barkhanes. Esa operación dio paso a la misión de adiestramiento de la UE y a la de Naciones Unidas, que se llama Minusma, porque quedó de manifiesto que el sistema de defensa maliense era blando y que de la seguridad dependen los servicios y el bienestar.