Aloma Rodríguez, escritora: "'Puro glamour' surge de la necesidad de escribir cuando no tienes tiempo para hacerlo"

Vivir una vida intensa y glamurosa no está reñido con residir en un lugar común, tener un trabajo común y tres hijos comunes. Solo hay que tener la mirada entrenada para reconocer lo que de extraordinario y apasionante tiene todo lo común. Es lo que reivindica la zaragozana Aloma Rodríguez en su sexto libro, Puro glamour (La navaja Suiza), que presenta el jueves (20 horas) en Santos Ochoa de Alcañiz, en una nueva edición de A Puerta Cerrada.

-’Puro glamour’ no es una novela convencional, o es una novela no convencional. ¿Qué es ‘Puro glamour’?
-Viene a ser un compendio de mis aventuras cotidianas, con mis tres hijos. El disparadero fue una serie de artículos que publiqué en Letras Libres, mezcladas con algunas de mis lecturas preferidas, y de la necesidad de escribir cuando la rutina diaria te deja sin tiempo material para hacerlo. Después le di cierta unidad, porque no es una serie de relatos inconexos, aunque más que novela yo prefiero denominarlo libro.

-¿Ante las grandes historias épicas con personajes irrepetibles... ¿qué se necesita para convertir la vida cotidiana en material literario?
-Mirar y observar. Parece que cuanta más entrañas tiene un libro es mejor, y yo estoy un poco contra eso. Lo cotidiano tiene mucho de bonito, y llegar pronto al colegio todos los días con tres hijos tiene mucho de aventura. Mirarlo de ese modo es dignificar la realidad. Para mí ha sido como hacerse trampas jugando al solitario; tienes dos vidas que consisten en estar presente en la vida de tus hijos y en escribir, cuyos intereses parecen contrapuestos. Y tú haces que ambas confluyan, porque parece que los escritores tengan que estar todo el tiempo pensando en  otras cosas.

-¿Si tuviera que renunciar a alguna de esas dos cosas qué eligiría?
-Escribir es mi forma de vida, y a la familia no puedes renunciar, así que para mí no pueden ser cosas excluyentes, mi problema en todo caso será ingeniármelas para llevarlo todo a la vez. Laura Fernández (autora de La señora Potter no es exactamente Santa Claus) también tiene dos hijos y me decía que no hay que renunciar a nada, sino asumir que tendrás un poco menos de cada cosa.

Metalibro

-’Puro glamour’ es también un metalibro, porque la literatura es uno de sus temas.
-Yo leo mucho y la lectura para mí es un continuo diálogo, aunque no siempre las preguntas se respondan al momento de ser formuladas. Está tan integrado en mi forma de vivir que no puedo no hacerlo y los libros siempre se incorporan a mis textos... en ese sentido soy un poco como Allan Felix (Sueños de un seductor, de Woody Allen), y lo que leo pasa a formar parte de mi vida.

-Sus tres hijos y usted misma están fielmente reflejados en ‘Puro glamour’, o sirven de base para construir personajes de ficción?
-Cuando uno escribe sobre su propia vida tiene que ser quien más se exponga, y en ese sentido a mis hijos, que son menores, quería protegerlos un poco. No aparecen sus nombres y en realidad son personajes de ficción basados en ellos. Las circunstancias que atraviesan son las suyas, pero en realidad podrían ser otras personas. Una de las cosas que más me gustan de los niños es su mirada asombrada, su visión limpia e inocente, libre de prejuicios. En este caso son mis hijos, pero podrían ser todos los niños del mundo.

-Las localizaciones también son importantes en el libro.
-Tras el confinamiento por la pandemia regresamos de Madrid a Zaragoza. Y aunque cuando se publicaron los primeros relatos en Letras Libres ya estaba instalada, al libro le daba otra dimensión hacerlo coincidir con este regreso a la ciudad de origen. Y la ciudad y sus espacios son un personaje más de la historia.

-Aparecen otros, como Ejulve, o como Lechago en aquel 21 de agosto de 2021 cuando se instaló en su pantano la Biblioteca Sumergida de Félix Romeo en el décimo aniversario de su fallecimiento...
-Es que Félix siempre está conmigo, y esa aventura de la Biblioteca Sumergida tiene un poco lo que yo quería que fuera el libro; una aventura de lo cotidiano, pura literatura y toques de humor absurdo, con esa biblioteca sumergible que no había forma de hundir, y a la que los bomberos tuvieron que ponerle lastre para que se sumergiera finalmente. Hacía un sol tremendo, nosotros fuimos sin sombrillas y los críos se morían de calor... fue divertidísimo y tenía que incluirlo, porque Félix fue alguien que siempre relacionó literatura con alegría. Además estábamos en pandemia y me encantó la cantidad de amigos que nos encontramos allí, y de que los vecinos del pueblo nos dejaran hacer esa locura y participaran en ella.