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Cuando el cielo cayó sobre la cabeza de los cellanos sin ser una aldea gala Cuando el cielo cayó sobre la cabeza de los cellanos sin ser una aldea gala
Sixto señala en la maqueta que hay en la ermita de Loreto junto a la placa el lugar por donde se entraba al avión

Cuando el cielo cayó sobre la cabeza de los cellanos sin ser una aldea gala

Siete décadas después del aterrizaje forzoso de un avión militar en Cella, quienes lo vivieron recuerdan la epopeya
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Cuando la mujer del Tío Vitorio, al que llamaban El Cestero, vio que algo se precipitaba desde el cielo y caía en el corral de su casa  de Cella como si de un ángel sin alas se tratara, Steven Spielberg tenía solo 5 años y los célebres galos de Astérix y Obélix todavía no habían nacido para el deleite de los aficionados al cómic, pero la mujer se llevó un susto morrocotudo. Era de noche y los cellanos llevaban rato oyendo y viendo dar vueltas a un avión sobre el pueblo, rozando la torre de la iglesia a cada pasada y sin saber lo que estaba ocurriendo, más allá de venirles a la cabeza lo que habían visto hacía poco en el cine. Un avión militar se había averiado en pleno vuelo y sus ocupantes comenzaron a lanzarse en paracaídas sobre la población de Cella. Solo los pilotos permanecieron a los mandos de la aeronave esperando que se obrara un milagro, como así ocurrió cuando los vecinos del pueblo iluminaron con hogueras una improvisada pista de aterrizaje.

“El milagro de Cella”, o el día en el que “los hombres cayeron del cielo”, ocurrió en octubre de 1951. Han pasado casi siete décadas y una placa en la ermita de Nuestra Señora de Loreto, junto a la travesía de la carretera que cruza la localidad, atestiguan esa historia que bien podría haber sido el argumento de alguna película de Luis García Berlanga en aquella época, de una cinta de Steven Spielberg en los años 80, o de una trepidante comedia de Álex de la Iglesia hoy en día, aunque eso sí ambientada en aquella España en blanco y negro de mediados del siglo pasado.