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Se lo debemos a tantos… Se lo debemos a tantos…

Se lo debemos a tantos…

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José Iribas S. Boado

Hace una semana, te hablaba en estas páginas del valor del esfuerzo, del de perseverar y no rendirse. Pero hoy quiero añadirte algo importante: nadie vence solo.

En la vida, como en los estudios, el trabajo, o el deporte, los logros de uno casi nunca son realmente individuales.

Detrás de cada meta alcanzada hay alguien que te ha apoyado, guiado o impulsado: un padre, una madre, un amigo, un profesor… alguien que creyó en nosotros, a veces cuando ni siquiera nosotros lo hacíamos.

Nuestra sociedad necesita personas luchadoras, sí, pero también necesita a quienes las entrenan, las motivan y las acompañan. Porque, aunque a veces no se les vea, son parte del éxito.

La carta de Camus: un tributo lleno de gratitud

Un buen ejemplo de esto es la carta que Albert Camus, premio Nobel de Literatura, envió a su antiguo profesor, Louis Germain, poco después de recibir el galardón. Es, probablemente, el mejor reconocimiento que un docente puede recibir.

Camus le escribió estas palabras llenas de agradecimiento:

“Querido señor Germain: Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese sucedido. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí; y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido. Le abrazo con todo mi corazón, Albert Camus”.

Esta carta es un recordatorio de lo que debemos a quienes nos enseñan, nos ayudan y nos impulsan. A menudo, los verdaderos protagonistas del éxito no son quienes suben al podio, sino quienes empujaron desde abajo para que otros llegaran.

El valor de los que sirven

En CampusHome insistimos en esto a nuestros estudiantes: no cabe mérito sin gratitud. Nadie construye solo su camino. Y cuando olvidamos a quienes nos tendieron la mano, estamos perdiendo o falsificando parte de nuestra historia.

Vivimos tiempos narcisistas, donde necesitamos más personas que aspiren a servir. Los verdaderamente grandes son los que no persiguen aplausos, alabanzas o el poder por el poder sino los que dejan huella en la vida de los demás.

Decía Churchill: “El problema de nuestra época es que sus hombres no quieren ser útiles, sino importantes”.

Pero qué valiosos, qué necesarios, son quienes son útiles porque sirven. Aunque no salgan en los telediarios.

Recuérdalo siempre: somos desde otros, con otros y para otros. Todo eso nos hace mejores.