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Hablar... con cabeza y corazón Hablar... con cabeza y corazón

Hablar... con cabeza y corazón

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José Iribas S. Boado

La semana pasada te escribía sobre lo importante que es saber cuándo hablar y… cuándo callar.

Hoy quiero dar un paso más: esta vez, no para referirme a hablar de otro, sino para proponerte algunas ideas a la hora de hablar con otro.

Porque hablar con alguien es mucho más que encadenar frases. Requiere respeto, para facilitar la conexión… y sentido común. Y este, como sabes, no siempre abunda. En CampusHome lo recordamos a menudo: la buena comunicación es la base de casi todo. Y también de la prevención de crisis o errores.

Aquí van diez ideas que -te lo digo por experiencia- pueden ser útiles. Si no te sirven todas, quédate con alguna.

Primera. Antes de hablar, escucha. Escuchar no es esperar a que el otro acabe para soltar lo tuyo. Es prestar atención con la intención de comprender, no solo de responder. Escucha con los oídos, pero también con los ojos...

Segunda. Piensa antes de abrir la boca. Literal. Lo que no se ha pasado por la cabeza, mejor no pase por los labios.

Tercera. Escucha más de lo que hablas. Tenemos dos orejas y una boca. Y no por capricho. El silencio, además, hace de domador del ego y te ayuda a aprender del otro. Y eso… nunca sobra.

Cuarta. Sé oportuno. A veces decimos la verdad… en mal momento. Y eso no ayuda. Escoge bien el momento, el lugar y el modo. No es lo mismo decir algo en medio de una reunión tensa que cuando el otro y tú estáis descansados, o en un paseo tranquilo.

Quinta. Cuida las formas. El fondo importa, sí. Pero el tono… también. No convence quien “vence”. No gana quien grita. Hay quien pierde la razón justo cuando más la quiere demostrar. El volumen de tu “argumentación” puede ser inversamente proporcional a la razón que te asiste…

Sexta. Sé claro y directo. Ni rodeos innecesarios ni irse por las ramas: vete a la raíz. Di lo que tienes que decir, y dilo bien.

Séptima. Practica la empatía (y la prudencia). Ponte en el lugar del otro, sin perder el tuyo. Y recuerda: la prudencia no es callarse siempre. A veces, ser prudente es atreverse a decir lo que otros no se atreven. Hazlo bien.

Octava. Discreción, virtud en peligro de extinción. Hemingway decía que tardamos dos años en aprender a hablar… y sesenta en aprender a callar. Y algo sabía del mundo, y del alma humana.

Novena. Sé coherente. Hablar bonito sirve de poco si tu vida dice lo contrario. El ejemplo arrastra. La incoherencia… canta. Y canta muy mal.

Y décima. Habla solo si puedes mejorar el silencio. Que no siempre es fácil. Hay silencios que dicen más que cualquier discurso. Si vas a hablar, que sume, que aporte.

Decía alguien que el silencio es oro… aunque la frase completa, ya sabes, es: “El silencio es oro… salvo si tienes niños. En ese caso, algo estarán tramando”.

En fin, que si el silencio tiene su valor, la palabra bien dicha también. Hablemos con cabeza. Y, también, con corazón.