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Reconstrucción Reconstrucción

Reconstrucción

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F.J.B.

Cuando se habla de reconstrucción uno comúnmente piensa en levantar la vida sobre lo asolado o en erigirse con fuerza sobre los ideales cuando creen que te los han arrasado. Pues bien, algo de esto hay en esa gira de reconstrucción que está devolviendo al toreo la esperanza. Porque desde el desdén más infame hacía la tauromaquia que ejerce con descaro la administración, o desde la humillación más injusta hacía los toreros, apartados de cualquier ayuda pública por serlo, los ideales de la fiesta se siguen sosteniendo en iniciativas tan heroicas como esta.  Toros en televisión de campaña, en campos casi de refugiados que sienten haberlo perdido todo. Y soportando las inclemencias de un temporal pandémico que arrasa todo, subsistiendo a un Ministerio de Cultura que solo admite según qué tradiciones o iniciativas. Por eso es admirable el trabajo de la Fundación Toro de Lidia y Movistar. 

Cuatro toros por tarde, dos toreros al alimón. Esa es la fórmula para dar un halo de ilusión al toreo en este año maldito que quiere cambiarnos la vida a peor. Solo queda decir una cosa:  A aquellos que han entendido el reto,  uno no puede por menos que agradecer su compromiso y su generosidad.  Pero a quienes siendo grandes figuras han mirado de soslayo esta tierra devastada por la desgracia, la historia del toreo se lo demandará. Nombres? No hace falta. 

Echen un ojo a los carteles y sabrán quién ha vuelto la espalda a su gente. Pero de frente me cabe un nombre que merece todo reconocimiento y respeto: Enrique Ponce. El diestro valenciano supo desde el principio que contra viento y marea había que torear. Sin dinero, sin gloria, sin muchedumbres entregadas... Solo había que torear. Desde esos ideales comienza la reconstrucción.