Que es blanco de los memes de este infausto verano y hasta de alguna chanza jocosa y maledicente nadie lo va a poner en duda. Enrique Ponce está en el centro del cotilleo patrio y es pasto de Sálvames y demás ralea por razón de su vida más íntima y privada, algo que no está afectando lo más mínimo a su natural capacidad para torear. Ni una pizca. Ni una miaja que diría mi prima la de El Carrel. Muy al contrario, el torero de Valencia está asumiendo una responsabilidad admirable al vestirse de luces de forma regular en el peor momento de la historia del toreo reciente, algo que el resto de figuras no ha aceptado. Ellos sabrán... aunque algo hay de estrategia cortoplacista, arrogancia de despacho o sencillamente miedo.
Pero es que además Ponce se la está jugando de veras a sus 48 tacos, cuando ya pasea cortijo, luce Mercedes y tiene el riñón mucho más que bien forrado. Y no exagero cuando digo que se la está jugando. Lo dudan? Jueves día 13. Fuengirola. Corrida televisada en abierto, que esa es otra. Un segundo toro con el designio y el mandato del mismísimo Belcebú se cruza en el camino del diestro de Chiva. Y pasa que se juega la vida a tumba abierta. Así de simple. Sin ambages, sin medida. No hay aromas mediterráneos en un solo pase, ni desplantes garbosos ni regustos en el trazo. Solo hay un tío con una capacidad ya legendaria que decide asumir el reto de la verdad y jugarse el pellejo a corazón abierto. Y caló, vaya si caló! En el tendido y en la audiencia. Vamos, de hacer afición.
Y en te-le-vi-sión. Que se enteren el resto de figurines... figurones quería decir. Y con Emilio se Justo en el cartel, torero con el que algún figurín... figurón quería decir, pone remilgos a la hora de verse las caras en el patio de cuadrillas. No haremos elucubraciones sobre las razones de esta cumbre torera que Ponce atraviesa. Solo habría que convenir que a la portentosa inteligencia del maestro valenciano hay que sumar ahora un valor seco que nos heló la sangre. Por jugarse la vida, que ya es mucho, pero también por dejarse televisar, que es de nota. Vayan desfilando los demás habría que decir. El momento lo exige y por lo visto del momento que atravesamos solo se ha enterado Enrique Ponce. Vayan desfilando con todas sus armas. El toreo lo necesita