Como cada año, la Real Academia Española ha esperado hasta los últimos días del calendario para abrir un pequeño hueco entre las hojas de su diccionario, permitiendo que nuevos términos y acepciones se cuelen en la oficialidad de nuestra lengua. Actuando de manera retrospectiva, como toda norma, la RAE pesca entre los vacíos legales, en este caso de palabra, en los que navega la verborrea de sus hablantes.
Incapaces de mantener el silencio ante las nuevas realidades que nos rodean, sentimos la necesidad de poner nombre a aquello que antes no existía para poder hablar de ello, provocando que a posteriori el diccionario acoja oficialmente estos términos como nuevas palabras de nuestra lengua. Es por ello que su anuncio nunca llega como una sorpresa, sino más bien como un desfasado recuerdo de lo que fuimos y hemos vivido.
Digo desfasado, pues hay palabras como ‘cortapega’ (acepción de origen informático y sin parentesco con las manualidades de Art Attack) llegan tarde en 2021. Y es que Larry Tesler, el informático responsable de crear el salvador atajo de teclado, falleció ya en 2020. Por lo tanto, no ha tenido el placer de ver su creación plasmada en nuestro diccionario, aunque sí el dudoso honor de constatar, a través del notable incremento del plagio que incidentalmente ha debido causar su invento, cómo hasta la mejor de las creaciones encuentra siempre utilidad para el mal. Pero también existen otras entradas en las que inevitablemente se impone la actualidad. Es el caso de las relacionadas con la pandemia como ‘hisopado’ o ‘cubrebocas’, que nos regalan con su definición esa falsa ilusión de saber de lo que estamos hablando, de pensarnos expertos de una realidad (o ‘nueva normalidad’, como también ha aceptado este año la RAE) que nos sobrepasa.
También hay espacio para las contradicciones de la modernidad que habitamos, pues en 2021 han entrado al unísono ‘sanjacobo’ y ‘cachopo’, como un sutil recordatorio de que ni todo el rebozado de presunta sofisticación con el que impregnamos nuestras nuevas costumbres puede ocultar que, en muchos casos, no son tan diferentes de las de toda la vida. Unas cuantas nuevas palabras, muy lejos de las mil que harían falta para valer más que la imagen que nos presentan todas ellas juntas y nos recuerda que lo que decimos, más que decir algo, dice mucho sobre nosotros.