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El congreso El congreso
Santiago Albertos. Tengo 56 años y soy aficionado a la fotografía desde joven, una afición que me viene de mi padre, mi maestro y el que me metió el gusanillo. Estos últimos años estoy en la Sociedad Fotográfica Turolense.

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*Por Javier Lizaga

Amos a ver, que no se cantee nadie. Se acabó tanta tontada. ¡Me cago en vuestra sombra!

Cipriano tenía el puño izquierdo cerrado y en la derecha la navaja que Pepe el Manco le dijo que le había comprado en Albacete, aunque realmente la había pillado en el área de servicio de Motilla del Palancar. Con esa, con la que pelaba los conejos y cortaba las barras de pan, cuando tardaban en sacar los cubiertos en el almuerzo, mostraba su autoridad recién instaurada, como las campanas para las fiestas.

Enmudecido, todo el patio de butacas del Campus de la Universidad de Teruel se había girado para ver a ese paisano de pantalones de pana sobaos, camisa de cuadros negros y blancos arremangada, era julio, y que dejaba entrever una camiseta negra interior. Olía a tomillo y a sudor revenido, aunque, de cerca, impresionaba más el ceño fruncido y el palillo apretado entre los dientes.

El chofer del alcalde trató de salir disimuladamente por las puertas abatibles traseras, varios metros a la espalda del “Jabato”, como llamaban a Cipriano en Villarroya del Rebollar desde que tumbó a un mozo de un cabezazo en medio del baile, el año que eran quintos. Jesusico Procesiones y Valentín se apostaron en una puerta. En la otra Paquico Montero y Abdón el Cojo se encararon con el personal. Jesusico le soltó un bofetón al chofer y lo tiró dos metros atrás, sin mediar palabra, con la misma mano que cogía a pulso a San Benón para pasarlo a la peana cada 16 de junio.

Dos estudiantes miraron el reloj y suspiraron. Se había jodido la pausa para el café, pensaron. Si el discurso del alcalde, las felicitaciones del vicerrector, el saluda del organizador y hasta la bienvenida del obispo no venían en el programa, esto, fuera lo que fuera, también estaba fuera. En buena hora se habían apuntado al “XIII Congreso de sinergias sobre la despoblación rural mundial. Concepto, hitos y soluciones requetedefinitivas”

Mecagoenelhilonegro y la madre superiora. Que no se cantee nadie o ya habéis visto que no hay remilgos si hay que repartir algún mandoble…. Todos tranquilicos y nadie tendrá ningún problema.

Pero, ¿Quién es usted? Vamos con retraso y tenemos que cumplir el programa, dijo Ana Rebollo la responsable del Área de Fundamentos para la Despoblación Rural secular y dicotómica que a la par era organizadora.

Y una mierda. Ya se lo digo. Se pueden meter su congreso por donde amargan los pepinos. Se ha acabaó este paripé y ya pueden cumplir las condiciones o no sale ni Dios de aquí.

Y en ese momento, Paquico Montero dejó entrever los 4 dientes que le quedaban sanos, o por lo menos en el sitio, en una especie de mueca, que quería ser sonrisa, y que vino acompañada del gesto de sacar una escopeta de caza de una bolsa de deporte que tenía en los pies. Solo se escuchó la silla del alcalde que cayó al suelo mientras el primer edil corría tras la cortina del escenario buscando una puerta que daba al jardín del Campus.

¡Viene a por mí!, se repetía el Secretario general de Minas y Expolios de Mierdesa y antes Director Técnico de Autorizaciones Medioambientales Económicamente Sostenibles y Rentables (para todos) del Gobierno autonómico. Recordaba ahora a Cipriano entre los que jugaban al guiñote en el bar donde les habían invitado a salir por “miserables” y donde la dueña no había querido servirles un café cuando fueron a ver los primeros molinos de los 20 que instalarían en Villarroya del Rebollar.

Yo lo niego todo. El Consejero de Asuntos Económicos, Impuestos y demás Penalidades empezaba a urdir mentalmente una lista de excusas. No era cosa suya que las ayudas llevarán dos años de retraso, los técnicos eran los que tenían que decir los impuestos que iban a quitar en las zonas rurales, no tenía la culpa de que fuera la última provincia. No hay un duro sin un papel, solía repetirse siempre.

Saco el móvil, hago un live y mañana estoy con la Griso, imaginaba Pedro Ramírez Esteban, delegado para el 6G rural analógico y el proyecto Internet Por Fin 2050 del Gobierno Central. Pedro dirigía un departamento sin fondos y sin personal pero era feliz con portátil, despacho y aifón.

“¡Ay, ay, ay…!”, parecía como si le estuvieran sacando una muela en vivo a alguien. Apareció Joaquina con la oreja del alcalde y él mismo pegado a ella. Joaquina la esquiladora lo traía a rastras como si su madre lo hubiera pillado cogiendo chocolate en la despensa. Pero era el alcalde de Teruel, presidente de la diputación y el boyante líder de su partido.

Pero qué quieren. ¿Qué nos quieren matar a todos? Pero han perdido el juicio….

Y a usté es al primero que habría que escabechar. Cobarde. Miserable. Estoy harto de todas sus palabrerías.

Va a venir la policía, los detendrán, esto va a ser un escándalo.

Tenemos una única petición y o se cumple o no se mueve nadie.

Dígame y haré lo que pueda…

Eso es lo que pasa, que usté no puede nada, o mejor no quiere, y le vamos a cortar el pescuezo como si fuera un pollo.

Y en ese momento, el Cipriano salió de su asiento decididamente hacia el escenario.

Pare, pare, pare, por Dios, por favor, no haga nada de lo que se pueda arrepentir, dijo el alcalde en un tono que había cambiado a suplica.

Usté se va a comprometer aquí. Mire bien esta cuchilla, limpia como la patena, tiene hasta la siguiente luna llena.

Dígame usté. ¿Quiere que quitemos los molinos? Les daremos dineros para las fiestas, para un polideportivo, mejor, unas pistas de padel. Les asfaltaremos algunas calles. Y les organizaremos un concurso de guiñote…

Cállese antes de que me arrepienta y lo desoye como a un cordero, estúpido.

Y en ese momento, sacó un recorte de periódico. Mientras lo desplegaba se podía leer en el titular la declaración “Cerraremos el colegio de Villarroya y no se va a oponer nadie” y debajo se veía la cara más sonriente, eso sí, y más delgada, es lo que tienen las campañas, del alcalde.

Mi sobrino va a ir al colegio en el pueblo, como fui yo y todos estos. Allí fuimos felices. Que nos maten si quieren, pero póngalo por escrito que no se cierra.

*Es doctorado en Comunicación, aficionado a subir montes, turolense de vocación, periodista por vicio y se quedó flipado cuando ganó el primer concurso de relatos del Centro Comercial Abierto de Teruel.