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Ataque de misticismo Ataque de misticismo
Nacho Navarro Asún. Gerente del cine Maravillas. Gran aficionado a la fotografía

Ataque de misticismo

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* Elifio Feliz de Vargas

Lo anunció la periodista Concha Hernández en el informativo local de la SER: “Hoy permanecerá cerrada al tráfico rodado la calle peatonal Matías Abad, hasta concluir los trabajos de investigación llevados a cabo por la policía local para esclarecer una presunta aparición cristológica a un grupo de noctámbulos, tras una animada noche de celebración por el ascenso de categoría del C.D. Teruel. Amplía la noticia nuestro compañero Juan Pobo”.

Efectivamente, el locutor deportivo detalló los pormenores de la victoria futbolística y las posteriores celebraciones, pero no hizo mención a la aparición de Jesús atado a la columna cerca de la Iglesia de San Pedro. Para saber más sobre el asunto era preciso conectarse a las redes sociales, donde la imagen captada por la cámara de Nacho Navarro se replicaba como un virus, provocando las más variadas patologías entre los usuarios, ya fuera en forma de comentarios irreverentes o de augurios de mala suerte si no compartías la publicación junto a un amén.

Gonzalo Montón y Selma Terzic, entre otros reputados miembros de la Sociedad Fotográfica Turolense, estaban analizando la tarjeta de memoria de la cámara que recogió la instantánea, para asegurarse de que no había sido manipulada, pero Pedro Blesa se había enzarzado en una discusión sobre encuadres y tiempos de exposición que no llevaba a ninguna parte, por lo que apenas progresaban en su propósito.

Quienes sí avanzaban para sacar rédito al extraño fenómeno eran los responsables de turismo de la Diputación Provincial, diseñando una campaña promocional de apariciones religiosas bajo el desafortunado eslogan: “Espíritu, si estás ahí, manifiéstate en Teruel”. Una ruta místicoculturaldeportivogastronómica trazaría un itinerario para llevar al visitante desde la Virgen del Tremedal, en Orihuela, a la de los Pueyos de Alcañiz, pasando por el santuario de la Estrella en Mosqueruela.

Raquel Esteban, exdirectora de las Bodas de Isabel, también intuyó en el insólito suceso la posibilidad de diseñar una nueva recreación histórica, animando a los turolenses a ataviarse de nazarenos y representar los principales hitos de la pasión y muerte de Cristo por las calles del casco antiguo. Para poner en marcha la iniciativa contaría con Santiago Gascón, guionista oficial de las Bodas, pero éste había acogido la idea con escaso entusiasmo porque, bien mirado, le recordaba ligeramente a la celebración de Semana Santa. Ni siquiera logró convencerlo con la imagen de un final apoteósico, levantando tres cruces en los Mansuetos, transformados en rojizo Gólgota. “No sé qué pensarán en Alcorisa”, zanjó la conversación el escritor.

Entre tanto, la Iglesia católica, tangencialmente implicada en el asunto, mantenía la cautela sin manifestar una postura oficial, pero con el fin de nadar y guardar la ropa o, como sería más acertado en este caso, para encender una vela a Dios y otra al diablo, se debatía en una indefinición dogmática que iban desde iniciar una colecta para levantar un santuario en el lugar de la aparición a someter a un exorcismo a los supuestos videntes.

Quizá las conclusiones a las que llegara el escritor Javier Sierra, empeñado en pasar una noche en el interior de la alcantarilla próxima al lugar de la aparición, ayudarían a decantar la postura eclesiástica, aunque los primeros resultados no eran muy prometedores, ya que tras realizar una grabación de psicofonías en la zona, y a pesar de haber contado con los sofisticados equipos de sonido de Jesús Puerto, solo había registrado unos confusos sonidos, repetitivos y rítmicos que, a juicio del experimentado técnico, parecía acordes de música máquina retenida en un bucle espaciotemporal desde los años en que la Peña el Ajo se instalaba en la Plaza de los Amantes durante la Vaquilla.

Al margen de estas y otras consecuencias, en las dependencias de la Policía Local, el agente Loras continuaba tomando declaración al principal responsable del revuelo, el fotógrafo Nacho Navarro, quien se ratificaba en su versión de los hechos sin cambiar una coma: “Regresaba a casa después del maratón cinematográfico dedicado a Buñuel cuando, al pasar por la plaza del Torico, escuché un revuelo en la calle Hartzembusch. Allí encontré a cuatro hombres conversando animadamente con Jesucristo que se apoyaba, con gesto cansado, en la columna a la que estaba atado. Entonces, a pesar de mi escepticismo, pensé que no era debía desaprovechar la oportunidad y, mientras le sacaba una foto, le pedí al Nazareno que me dedicara un milagrillo, algo pequeño, como hacer desaparecer a Netflix y otras plataformas para que el público volviera al cine como antaño. Él me recriminó con la mirada y me recordó que lo primero era saludar y presentarse, pues, aunque como hijo de Dios ya sabía con quién estaba hablando y lo que iba a pedirle, no por eso había que descuidar la buena educación. Mal empezamos, pensé, y efectivamente, su respuesta fue que mis palabras le sonaban a tentación de Satanás en el desierto, pero que no lo iba a tener en cuenta y, si me arrepentía, esa noche podría estar con él en el Paraíso. ¡De eso nada! No tuve ni que pensarlo, pero claro, no le iba a responder así, encima de que tenía el detalle… Por eso dije que me lo pensaría, aunque precisamente el lunes por la mañana tenía una reunión en el ayuntamiento para ver si aprobaban una subvención para el ciclo de cineclub y, vaya, si al final salía adelante, también podía considerarse un milagro.”

El lunes, antes de entrar en el ayuntamiento para tratar el asunto del cineclub, el crítico de cine Paco Martín excusó la ausencia de Nacho Navarro y restó importancia a la polémica asegurando que, aunque no contase con una prueba fotográfica, a él también se le aparecían a veces Simón del desierto o Nazarín, por lo que podía asegurar, sin temor a equivocarse, que una sobreexposición a películas de la etapa mexicana de Luis Buñuel sería la causa más probable del ataque de misticismo sufrido por el fotógrafo.


*Como escritor siento un gran respeto por la novela histórica, por eso ni la leo ni la escribo, Sin embargo, me encuentro capacitado para contribuír al desprestigio del surrealismo y la autoficción