

Llega la primavera y con ella la peregrinación de pacientes con ojos llorosos, narices rojas y estornudos de campeonato. Pero a veces, la alergia no se presenta con su clínica más habitual.
Hace unos días, un paciente vino a consulta muy preocupado. Tenía la cara y los brazos llenos de ronchas con un picor insoportable. “Doctor, creo que me ha picado algo o me ha dado una alergia rara a la crema hidratante”. Después de un rato con preguntas de todo tipo para tratar de averiguar el origen y de descartar todo tipo de teorías (incluidas maldiciones), la culpa era del polen. Sí, ese mismo polen que causa tantísimos problemas en la nariz también puede desatar reacciones en la piel.
Las alergias primaverales pueden provocar urticaria, dermatitis e irritaciones en personas sensibles. Esto ocurre porque el sistema inmunológico, el que se encarga de nuestras defensas, al detectar los alérgenos como enemigos, libera histamina y provoca inflamación. En la piel, esto se traduce en ronchas, enrojecimiento y un picor que hace que rascarse sea la opción que más nos apetece, aunque sea contraproducente.
¿Cómo distinguir una alergia cutánea de otros problemas? A diferencia de una infección o una dermatitis por contacto, las lesiones suelen aparecer de golpe, sin un patrón claro y mejorar con antihistamínicos. Además, si la persona ya tiene rinitis alérgica o asma, hay muchas papeletas de que la piel también se una a la fiesta.
Para aliviar los síntomas, lo primero es evitar el desencadenante, algo más fácil de decir que de hacer cuando el enemigo está flotando por todas partes. Se recomienda ducharse y cambiarse de ropa al llegar a casa, hidratar bien la piel y usar cremas calmantes. Los antihistamínicos orales también ayudan.
Los niños, como siempre, tienen un extra de dificultad. Sus alergias pueden confundirse con eccemas atópicos o reacciones a alimentos. Si un pequeño empieza con picores y ronchas en primavera, es buena idea consultar al pediatra y observar si hay otros síntomas asociados.
Y como me gusta hablar de mitos: “si nunca has tenido alergia, no puedes desarrollarla de adulto”. Error. La alergia es caprichosa y puede aparecer en cualquier momento de la vida. Así que, si esta primavera te sorprendes rascándote los brazos como un oso en un árbol, quizá es hora de plantearte la alergia como opción.
Así que esta primavera, no te fíes solo de los estornudos. Si notas picores, ronchas o irritaciones misteriosas, la culpa podría ser del polen. Y, como siempre, consulta a tu médico antes de probar remedios que te hayan comentado porque a lo mejor no es lo más adecuado para tu caso.