Lunes, 24 de febrero. El paciente cero
Un agricultor podría ser el paciente cero del coronavirus en Italia. Escribí hace unas semanas, a raíz de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, que esperaba con fruición el cisne negro que se achacara al mundo rural. Y quizás ha llegado. La gente de campo tenemos la culpa del coronavirus. El globo sonda se ha lanzado y la copla acabará resonando. Que luego sea cierto o no, qué más da. Lo importante es encontrar alguien blandengue a quien echar la culpa. El pangolín, una especie en peligro de extinción, fue el ser elegido en China para cargar con el muerto del coronavirus.
A la vista de los hechos, propongo que el símbolo de la agricultura, más allá del lazo verde que llena las concentraciones de estas últimas semanas, sea el pangolín. Somos almas gemelas. El pangolín está cubierto de escamas, como los peces. Y los peces, dicen, tienen poca memoria, lo que por asociación absurda de ideas nos deja al sector agrícola en no muy buen lugar. Es el destino del eslabón más débil.
Martes, 25 de febrero. A salvo
He escuchado o leído que el coronavirus ha viajado de Madrid a Castellón o viceversa saltándose Teruel. Lo cierto es que Teruel permanece inmune a la pandemia y, auguro, seguirá firme ante la amenaza. Por eso también he escuchado o leído que hay gente que se plantea volver al pueblo para evitar el contagio.
Sin pensarlo, China nos ha dado la clave para acabar con la despoblación. La vida en la ciudad ha de ser peligrosa para que la masa decida huir y buscar refugio en las segundas residencias de los pueblos. El coronavirus va a ser una oportunidad para comprobar que la casa de los abuelos tiene goteras, que las ventanas no ajustan muy allá, que la única fuente de calor es una estufa de leña que se nutre de las carrascas del monte y que para llegar al cuarto en cepurros es necesario trabajar duro, que quienes habitan no se dedican a la fiesta todo el año, que los huertos en invierno crían poco o nada, que la vida en el pueblo no dista tanto de la vida en la ciudad.
Miércoles, 26 de febrero. El ingenio
“Estoy cerrando la gira mundial con mi representante”. Así se presenta la cuenta en Twitter del coronavirus, que se está batiendo el cobre contra la cuenta de la gripe común. Esta afirmaba que el coronavirus no va a subsistir ni un invierno, mientras que ella dura más que el conejito de Duracell. El coronavirus ha contestado que ha venido a matar, “no a discutir”.
Yo no sé si es que la gente se aburre mucho o qué. Yo sería incapaz de gestionar un perfil de esas características sin dedicarle la totalidad de mi tiempo. No conozco a nadie que viva de abrir un perfil anónimo en Twitter, pero igual es una profesión contemporánea completamente adaptada a la vida en el mundo rural.
El coronavirus en Twitter es brillante. Cada mañana grita un “buenos días” animando a toser todo lo que haga falta, como si fuera un pinchadiscos de cantaditas noventeras. Desea ir al programa de variedades de Ana Rosa; supongo que para infectar a la totalidad de la plantilla de frente las cámaras. Recibe llamadas de la varicela para felicitarlo. Anima, con cierta ironía, a que el populacho le siga. Y pide disculpas por no contestar porque está contagiando en estos momentos. Genial.
Jueves, 27 de febrero. Ana y Susanna
Enciendo el televisor para informarme mientras desayuno. Ana Rosa va a tope con el coronavirus. Susanna no va a la zaga. Cada una en su estilo. Xabier, sin embargo, prefiere la política nacional. Son dos maneras de ver la actualidad. La mayor parte de la población entiende que el asunto del coronavirus tiene una importancia excepcional y existe una minoría que valora la pandemia en ciernes como una moda pasajera. El tiempo dirá.
El buen pensar canonizó el otro día a Lorenzo Mila por poner algo de cordura frente a las alarmas innecesarias. Corría por internet una comparación con un periodista de laSexta, supuestamente en el mismo lugar y al mismo tiempo, informando con la mascarilla puesta. Lo cierto es que las noticias barnizadas con un poco de buen espectáculo suelen tener más éxito en los foros populares que los sesudos y escasos reportajes de La 2.
Viernes, 28 de febrero. En Zaragoza
El coronavirus ha llegado a Zaragoza. Ya no se vive con seguridad en ningún lugar. El bichito ha conseguido escapar de Milán y aterrizar en la capital sin muchos inconvenientes. Solo queda esperar el primer caso en el Obispo Polanco y, en pocos días, una extensión rápida hacia Cosa, Bañón y El Villarejo de los Olmos. Ya no merece la pena escaparse al pueblo de la familia. Si hay que morir, que sea bajo un manto de polución. Como siempre has querido.
Sábado, 29 de febrero. Pedro Sánchez
He leído que Pedro Sánchez es un leaper. Suena a insulto. Sin embargo, es la denominación que alguna moderna ha puesto a quienes nacieron el día 29 de febrero. Es una especie de sinónimo de bisiester. La sabiduría popular dice que los años bisiestos son siniestros. Y por ello ha llegado el coronavirus. Va a morir todo el planeta. Excepto quienes se dedican a la política, que tienen acceso privilegiado al clorito de sodio MMS, el ungüento blanco según el vendehumos Josep Pàmies.
A última hora del día me soplan por el pinganillo que han desmentido el caso de coronavirus registrado en Zaragoza. Ya no va a morir todo el planeta. Ya no habrá extensión de la pandemia por la provincia y El Villarejo de los Olmos seguirá tan saludable y animado como hasta ahora. Aragón vuelve a ser territorio libre de coronavirus. Aunque entre ahora y hasta que leas estas letras puede que aparezca una nueva sospecha. El caso es enumerar positivos.
Domingo, 1 de febrero. La mascarilla
Crisis farmacéutica en el suministro de mascarillas. Desconozco si en los centros de bricolaje todavía hay existencias. De todos modos, hoy es mal día para comprar. A no ser que lo hagas por internet. Directamente de China.
Hace años viajé a Japón y me sorprendió ver a gente por la calle con mascarilla. Me explicaron que las personas enfermas se las ponían para evitar contagiar al resto de la población. En España hemos interpretado el tema de la mascarilla al contrario. Solo las personas sanas han de portar la mascarilla. Si encuentras a alguien por la calle sin mascarilla, es que ha enfermado por coronavirus. El mundo al revés.
Pues nada, dejaremos las farmacias sin mascarillas y comenzaremos a comprar en el mercado negro a precio de oro. Lo importante ahora es la profilaxis. Para todo. Lo importante es domar la naturaleza a toda costa. Incluso de forma irracional.
La imagen de la semana / Acompañamiento
Ayer acudí a Perales del Alfambra para escuchar sobre despoblación y soluciones. También vino de Segovia, como ponente, una representante de Abraza la Tierra, quien nos explicó el trabajo que desarrollan para repoblar el desierto territorio castellano. Lo importante, al parecer, es el acompañamiento a las personas que deciden instalarse en el medio rural. Y eso me da que pensar. ¿Por qué la gente de pueblo no necesita ayuda para establecerse en la ciudad? ¿Es, quizás, mucho más pita la gente de pueblo? Gente de aquí que sabe me confirma que la de Segovia tiene toda la razón y que no es fácil desenvolverse en un pueblo, sin inmobiliarias, sin ETT. Ahora entiendo mucho mejor el fenómeno de la despoblación: es imposible repoblar sin que, primero, elaboremos un manual de instrucciones. La gente de ciudad es un poco lela.