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Francisco Herrero

Una mañana de estas me desperté leyendo en este diario que un partido político medio liberal quiere vaciar de cargos nuestras comarcas. Que sean meras prestadoras de servicios. El mismo cuento que hace cuatro años. Cuatro años durante los cuales la representación que les correspondía ha participado en ellas sin renunciar a un derecho que les pertenece por ley ni ha mostrado intención de desistimiento. La calle rural, que de tonta no tiene un pelo, toma prestado ese argumentario y defiende la eliminación con vehemencia porque, dicen, estas instituciones cercanas son el pesebre de cuatro. O cuatrocientos.

La gente de los pueblos está muy mal acostumbrada a que las corporaciones salgan muy baratas. Se sobreentiende que los cargos electos de los micromunicipios hacen su trabajo por amor al arte. Aunque nadie vaya a reconocerlo, las comarcas han contribuido al reconocimiento pecuniario de algunas de esas personas. A cambio, eso sí, de una nueva carga de responsabilidad pública. Y horas de reuniones. Y viajes a la cabecera comarcal.

Quienes me rodean saben bien mi opinión sobre las comarcas. Hoy voy a compartirla aquí. La ley transfirió a estos organismos competencias tan importantes en el territorio como servicios sociales, desarrollo local, turismo, juventud… Son áreas que sirven para dinamizar y para el cuidado de los habitantes de un medio muy frágil. El problema es que muchas veces la población, sobre todo la de edad más avanzada, no tiene claro quién está prestando muchos de esos servicios básicos. La Seguridad Social, dicen. La Diputación, opinan. El Gobierno, conjeturan.

Las comarcas y, lo más importante, quienes trabajan en ellas, son quienes conocen mejor el terreno. Lo pisan y hablan con quienes lo habitan. Escuchan las demandas y buscan soluciones dentro de la capacidad presupuestaria y, por qué no decirlo, la voluntad política de quienes la gobiernan. La sensibilidad de la representación mayoritaria es la que determina destinar más o menos recursos. Quienes las critican, estoy seguro que preferirían externalizar los servicios y dejar en manos de la empresa privada ese tipo de decisiones.