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Juan Cañada
Durante toda mi vida laboral calculo que he hecho la mudanza una docena de veces. Son situaciones propicias para hacer limpieza de esas cosas inútiles que se van acumulando. Tras el último traslado, he comprobado que hay elementos que sobreviven a todo cambio de domicilio, como un ejemplar del ABC que compré en Roma en 1992, la correspondencia epistolar de mi familia y amigos, o las libretas que uso como diario.

Uno de esos tesoros que me “persiguen” surgió durante la visita al despacho profesional de un buen amigo en Santander. Observé que en una de las paredes colgaba enmarcado un artículo titulado El dolor nuestro amigo, firmado por María Pilar Zamanillo, y publicado en El Diario Montañés de no sé cuándo. Como me llamó la atención le pedí una fotocopia. Trata de la presencia del dolor a lo largo de nuestra vida. Explica que se hace tan presente que hay que adoptarlo como algo inherente a nuestra existencia, como la sombra que no se separa de nosotros mientras nos da el sol. 

Estos días he pensado que este amigo, a lo largo de su vida, ha tenido muchas situaciones en las que el dolor y el sufrimiento se le han presentado sin aviso previo, como un cáncer que le hizo perder el habla, por lo que tuvo que aprender a hablar de nuevo con sesenta y tantos años, o la enfermedad de la esposa y otras situaciones familiares y profesionales complejas.

Estos días en los que he vuelto a hacer limpieza de papeles, el artículo me ha vuelto a aparecer, y una vez más me he quedado conmovido con su lectura. 

Tal ha sido la curiosidad que me he puesto a buscar por internet alguna referencia de su autora, doña María Pilar Zamanillo, esperando que hubiera publicado algún libro o se mencionara como una destacada catedrática de universidad. 

Por desgracia la única referencia que he encontrado es una esquela, en la que se anuncia que falleció hace más de un año. No sé si será la misma persona, lo que sé es que se trata de lo último que esperaba encontrar. 

Después de tantos años con esta joya y ocurre que cuando quiero agradecérselo sólo me aparece la noticia de su muerte.