Enrique es un amigo que trabajaba como director de una oficina bancaria. Un día me explicó que tenía un pequeño presupuesto para decorarla durante las navidades. Se preguntó sobre qué es lo más importante de estas fiestas, llegó a la conclusión de que no se debería olvidar la razón de ser de lo que se celebra, el nacimiento de Jesucristo en una humilde aldea de Israel..
Con esta primera idea no tuvo duda de que lo que mejor recuerda el nacimiento de un niño es la representación de ese mismo niño. Así que encargó una pequeña figura del Niño Dios al que puso en una sencilla cuna. Este pequeño nacimiento lo colocó muy cerca de la entrada de la oficina, sobre una tela de color rojo que cubría la mesita que usaban para guardar el papel de la fotocopiadora. A su alrededor unas luces de colorines que brillaban intermitentemente.
Una tarde, cuando la oficina ya estaba cerrada, se dio cuenta de que el Niño tenía una mancha en uno de los monfletes. Sí, era una mancha oscura, espesa, con forma de beso. Cuando Enrique me lo contó no era difícil recomponer la historia, sobre todo recurriendo a las imágenes de las cámaras de seguridad.
Un niño que había sido invitado por sus abuelos a tomar un chocolate y que no reparó si llevaba los labios sucios cuando acudió a demostrarle con ardor todo su cariño a Jesús Niño. Lo hizo con un beso de chocolate, un beso dulce, amable, sincero, lleno de amor.
Esta historia la recuerdo todas las navidades cuando pienso en las dulces celebraciones en las que abunda el chocolate caliente, los guirlaches con anises y el cava helado.
Es el tiempo en el que los niños no tienen vergüenza en demostrar amor a otro niño solitario que descansa en una cuna de mimbre y virutillas, el de recordar a quienes nos han querido y ya no están presentes, aunque sí el recuerdo de sus besos y abrazos. También es tiempo de acoger y acompañar a quienes están solos, a los enfermos y tristes, a los que pasan hambre y frío.
Para ilustrar este artículo he estado buscando una foto que hice en Kenia a un niño que daba un beso a otro que estaba enfermo, pero no la he encontrado, así que he pensado que lo mejor para recordar qué es la Navidad sería seleccionar una fotografía de un nacimiento, ya que la Navidad es festejar la Vida.
La fotografía que pueden ver es de un niño recién nacido en el hospital de Mokali, en Kinshasa.
Su madre, después de dar a luz, descansa sobre una camilla, lo contempla tras haberle dado un beso de amor, como el beso de chocolate, dulce, amable, sincero.