Teruel, cantera del voleibol: Los estudios o el trabajo obligan a nueve deportistas a jugar y entrenar fuera de la capital
La mayoría pasaron por la cantera de Las ViñasDIARIO DE TERUEL hace las maletas y viaja a Valencia, a Tarragona, a Elche, a Torrejón de Ardoz y a Castellón, igual que en su día hicieron nueve jóvenes turolenses, que como muchos otros tuvieron que dejar su casa para poder continuar con sus estudios. Hablamos de Cristina Comas, Javier Mengod, Fernando Mengod, Aurora Ubé, Laura Salvador, Álvaro Salvador, Gloria Pacheco, Ana Maudos y Javier Jarque. Todos ellos tienen una cosa en común y es que se mueven por la misma pasión: el voleibol.
Estos cuatro chicos y cinco chicas nacieron y crecieron en Teruel. La gran mayoría pasaron su infancia en el colegio Las Viñas, donde el deporte más practicado no era el fútbol ni el baloncesto, como suele ocurrir, sino el voley. Desde bien pequeños desarrollaron el gusto por esta actividad. Algunos movidos por la curiosidad, otros siguiendo la estela de hermanos mayores, pero los que más “porque muchos compañeros de clase se apuntaban y entonces a ti te apetecía probar”, explica Laura Salvador.
También hay quien se incorporó más tarde como es el caso de Javier Jarque, que estudiaba en el Colegio Victoria Diéz, o de Ana Maudos, que cuando comenzó a jugar en el Club Deportivo las Viñas ya iba a primero de la ESO en el instituto Segundo de Chomón.
En el equipo del Colegio Las Viñas permanecieron todos estos jóvenes hasta haber completado los dos años en la categoría cadete, después pasaron directamente a las categorías inferiores del CV Teruel, donde continuaron aprendiendo y mejorando con el respaldo de un club como el turolense y de una ciudad volcada con el voleibol. Es de entonces de cuando conservan los mejores recuerdos.
“Para mi uno de los mejores momentos era cuando viajábamos todas juntas en los autobuses para ir a los campeonatos. Recuerdo mucho una superliga junior que estaba yo en bachiller en la que pasamos de grupos y llegamos a octavos. Y de voley playa también, siendo yo cadete, nos quedamos séptimas de España”, apuntaba Aurora Ubé.
En el caso de Javier Mengod, lo que recuerda con más cariño es “el hecho de poder jugar con los amigos de toda la vida”. Cristina Comas, se queda con la educación deportiva que dan en Teruel. “Es bastante única porque realmente acabas o amando el voleibol o sabiendo que no es esto lo tuyo y creo que esto es lo que más valoro y recuerdo”. Y Maudos con todo lo que aprendió gracias a sus entrenadores, “que estaban por y para el club”. La joven recuerda “con mucho cariño a Jose Luis Torán cuando era infantil, cuando jugó como cadete a Silvia Pérez y a Carlos Urmente y por último a Antonio Giménez que fue su entrenador en el Club Voleibol Teruel. “Me enseñó mucho y ahora está haciendo una gran labor con el equipo de primera división”, subraya.
Primeros pasos
En esta etapa hay quien terminó de enamorarse del voleibol, no solo como jugador, también como entrenador. “Yo al principio tenía el voley como algo secundario, solo iba por los viajes”, apuntaba Álvaro Salvador, “pero cuando mi hermana empezó a jugar me surgió la oportunidad de ser su entrenador cuando cumplí los 15 años, fue entonces cuando realmente me apasioné por este deporte”. Durante sus años como jugador en el CV Teruel, Salvador tuvo la oportunidad de entrenar con el equipo de Superliga en el segundo año de juvenil, “algo que a nivel individual fue una experiencia muy bonita”, apunta.
La etapa en el Club Voleibol Teruel, muy a su pesar, fue acabando para todos ellos. Cuando llegó el momento de entrar a la universidad, tuvieron que marcharse a otras ciudades para continuar con sus estudios. Así es como Fernando Mengod terminó jugando en el Club Voleibol Valenciana, Álvaro Salvador como entrenador en el CAR valenciano, Javier Jarque en el equipo de la UPV y en Voley Playa, Aurora Ubé en el Xátiva, Laura Salvador en el equipo de Torrejón de Ardoz, Gloria Pacheco en el club de la universidad Miguel Hernández, Cristina Comas en el Sant Pere y Sant Pau de Tarragona, Javier Mengod en el CV Valenciana y Ana Maudos en el Voley Gray de Castellón.
Transición
Estos exiliados del voleibol no quisieron dejar de lado su gran pasión a pesar de todo lo que ello conlleva: habituarse a otro equipo, otro entrenador, nuevas tácticas de juego e incluso desplazarse kilómetros y kilómetros para poder seguir haciendo lo que más les gusta.
“Yo he tenido que cambiar totalmente el sistema de juego. En Teruel se juega de una manera con un tipo de jugadoras y un tipo de estructura del equipo y aquí es totalmente distinto. He tenido que aprender prácticamente de cero porque la forma de colocar los balones eran distintas, las estrategias también.Al principio me costó adaptarme”, afirmaba Gloria Pacheco.
Algo similar le sucedió a Aurora Ubé, quien asegura que fue muy duro salir de Teruel y tener que empezar en otro equipo. “Yo había sido jugadora de equipos turolenses toda mi vida, había jugado con las mismas personas y los mismos entrenadores. La primer vez que salí de casa lo noté mucho porque es todo muy diferente”, apunta Ubé.
Para algunos, sin embargo, jugar en una ciudad nueva significó un soplo de aire fresco. “Cuando vine a Valencia a estudiar pensé en dejar el voleibol porque llegaba un poco desmotivado, pero cuando probé en el CV Valenciana por recomendación de mi hermano vi que había liga todos los fines de semana, los equipos eran de mi edad, viajaba a sitios como Sevilla, Mallorca y realmente había competición”, explica Javier Mengod.
Jugar en ciudades grandes y en ligas más competitivas fue un plus de motivación para todos. “En la liga valenciana, hay muchas más salidas a nivel autonómico, más equipos de tu categoría”, apuntaba Fernando Mengod, actual jugador del CV Valenciana, que ha pasado por otros clubes como el Conqueridor valenciano, el club de la UPV o en un equipo sueco de Segunda División en el que estuvo durante un año.
Pero si hay algo en lo que coinciden estos nueve jóvenes turolenses es que no han conocido ninguna ciudad en la que se viva tanto este deporte como en Teruel.
Javier Jarque lleva varios años en Valencia y en su primer año fuera jugó en el CV Valenciana junto a Fernando y Javier Mengod. Pronto se dieron cuenta de cuál era la situación por la que pasaba el voleibol en esta ciudad. “Aquí en Valencia el voley se lleva muy poco. Solo hay un equipo y a penas tiene financiación, lleva varios años en Primera Nacional con opción de ascender a Superliga 2, pero como no encuentra respaldo económico no pueden subir. La gente no se vuelca con el voley como en Teruel”, explica Jarque.
Cristina Comas asegura que en Tarragona mucha gente ni siquiera sabe que existe el club Sant Pere y Sant Pau donde ella juega . “En Teruel es impensable que alguien no sepa qué es el Club Voleibol Teruel, cosa que aquí la gran mayoría de gente no sabe que está este equipo, siendo una ciudad bastante más grande que Teruel”, explica.
A día de hoy y después de muchos años fuera de casa, algunos más de diez, estos jóvenes siguen teniendo muy presente a la ciudad y a los clubes que los vieron crecer y que les ayudaron a hacerlo. Su amor por este deporte los invitó a seguir practicándolo allá a dónde fuesen, pero sin olvidar a la ciudad que, como muy bien describe su himno, es “ciudad de amantes, amantes del voleibol”.