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Lázaro Vicente preparó el Nacional en casa con una valla de ‘bricolaje’ Lázaro Vicente preparó el Nacional en casa con una valla de ‘bricolaje’
Secuencia de uno de los entrenamientos de Lázaro Vicente practicando el paso del obstáculo con una valla fabricada por su padre

Lázaro Vicente preparó el Nacional en casa con una valla de ‘bricolaje’

El atleta de La Salle entrenó durante un confinamiento con un obstáculo fabricado por su padre
José Luis Rubio

Las grandes gestas se cimentan a menudo en cosas pequeñas, y eso es lo que ocurrió estas semanas atrás en casa de Lázaro Vicente, actual subcampeón de España Máster 40 en 3.000 obstáculos. El atleta de La Salle se colgó, casi sin quererlo, la medalla de plata del cuello en San Fernando, Cádiz, después de una preparación que bien podría calificarse como “artesanal”.
Después de conseguir, casi de refilón, la clasificación para el Campeonato de españa, aprovechó un periodo de confinamiento para recuperar la técnica de paso del obstáculo con una valla que le construyó su padre en su chalet. Ahora, el turolense espera la celebración del Campeonato de Europa para terminar de sacar partido a su preparación. Si no, mira con cariño correr alguna de las maratones más populares del calendario nacional.
Lázaro Vicente, uno de los iconos del atletismo turolense, volvió a calzarse las zapatillas tras la medidas de relajamiento del confinamiento la pasada primavera. Con las primeras medidas de relajación del confinamiento en abril “entre las opciones de salir a andar o salir a correr, yo decidí salir a correr, como hicimos todos, porque el que habitualmente no hacía nada (de deporte) salió a andar y quien era un poco más activo salió a correr... por eso hasta que abrieron los bares había tanta gente haciendo deporte”, recordaba el lasaliano, que se volvió a vestir de corto, sobre todo “por romper la rutina de estar metido en casa”.
Durante los días más duros del confinamiento Lázaro Vicente procuró mantenerse activo en una bici elíptica que tiene en su casa, pero una vez que volvió a correr, “poco a poco veo que  me voy encontrando bien”, sin saber muy bien si esas buenas sensaciones eran fruto o consecuencia de no seguir un plan de entrenamiento establecido. “Yo iba haciendo un poco lo que me apetecía”, explicó el atleta, que “unos día corría más y otros días corría menos. Unos días iba más rápido y otros días menos. No tenía ningún objetivo ni ninguna pretensión”.
Y así fue corriendo cada tarde hasta que se permitió la movilidad entre comunidades. “Vinieron unos amigos de Madrid unos días a casa. Él ya tenía la mínima para el 1.500 y para el 800 (para el Campeonato de España Máster) y me animó a prepararme para el 3.000 obstáculos y a que así nos íbamos juntos ese fin de semana”, recordó. Y aunque en un principio no le hizo mucho caso, la semilla de la competición había caído en terreno abonado. Además, con las primeras comunicaciones de celebración de pruebas de control en España para  las pruebas de 3.000 obstáculos y 5.000 metros ese germen empezó a madurar. “Hasta que me llegó la noticia de que en Castellón había uno (control). Me apunté al 5.000, sobre todo por ver cómo llevaba todos los protocolos de Covid, e hice una buena marca. Y después salió otro en Valencia de 3.000 obstáculos, y ahí no tenía ninguna excusa para decir que no”.
Durante el calentamiento, Lázaro se volvió a plantar delante de uno de los obstáculos en la pista. “Intenté probar un obstáculo que había allí, en un aparte, y al llegar a él me acojono porque, claro, llevaba más de 18 años son saltar un obstáculo”, por lo que apostó por “ir por fuera y pasar todos los obstáculos tocándolos porque me daba miedo caerme”. Aún así, el turolense logró la marca mínima con holgura.

Obstáculo casero
Con la marca para poder participar en el Campeonato de españa en el bolsillo, Lázaro Vicente volvió a sucumbir a su espíritu competitivo y empezó a pensar “en pasar algún obstáculo, sobre todo después del desastre que había hecho en Valencia”.  Sin embargo no era fácil porque las pistas de atletismo José Navarro Bau, únicas que existen en Teruel, estaban fuera de servicio por las obras de remodelación que se estaban ejecutando en ellas.
Y mientras el lasaliano se debatía en esta coyuntura le llegó un periodo de confinamiento junto con sus padres al haber estado en contacto con un afectado por Covid. “Mi padre me dio que no me preocupase, que me él me hacía un obstáculo casero con las medidas para poder practicar durante el confinamiento y mejorar. El primer día de confinamiento mi padre se metió en el taller, porque es un manitas y ha sido carpintero toda su vida, y me hizo un obstáculo”.
El deportista no necesitaba más. “Fue lo que me dio el impulso y ya que había llegado allí, iba a intentar ir al Campeonato de España, y ya que iba a hacer el sacrificio de estar entrenando los quince días en el chalet dando vueltas  a la parcela”. Así, la rutina de Vicente se centró en la cita gaditana. “Por la mañana hacía un poco de elíptica y después practicaba la técnica del obstáculo, y por la tarde daba vueltas y volvía a practicar con el obstáculo. Era una manera de mejorar bastante ... aunque una vez pasado el Campeonato de España, está claro que no había mejorado lo suficiente”.  “Mi plan ha sido correr todos los días entre 10 y 13 kilómetros y, dependiendo de si me acompañaba alguien o de si me apetecía, iba más rápido o más despacio. No he hecho ninguna preparación ni de fuerza ni de series porque yo no quería que ésto se convirtiera en una obsesión”, relató el atleta.

Mucho margen de mejora
Vicente es un perfeccionista, y eso se nota. Se nota en actitudes como el afán de depurar su técnico en el paso de los obstáculos, incluso aun sin tener ninguna prueba a la vista. “(Entrenar con el obstáculo” me fue bien y no pasé los obstáculos tan mal como en Valencia, pero todavía tengo mucho margen de mejora”, razonaba el deportista, que encuentra en su forma de superar los obstáculos y la ría el principal motivo de crítica de su carrera del pasado fin de semana. “Si en algún momento yo tuve alguna oportunidad de ganar al campeón de Europa, la perdí en el paso de la ría y los obstáculos”, explicó, mientras recordaba que “a nivel de ritmo en ningún momento me vi superado por él pero en cuanto llegábamos al paso del obstáculo se me iba y me costaba un esfuerzo volver a cogerlo”. Y Lázaro Vicente añadía a su déficit de preparación el no haber realizado ejercicios de fuerza o series para terminar recordando que “gracias a mi padre lo he pasado mejor, y la medalla llegó gracias a mi padre”.