Tercera División: el discreto encanto del pelotón

Pasan las jornadas, la Tercera División aragonesa supera su primer tercio de competición, y el enorme atasco en la tabla clasificatoria de esta liga traicionera y repleta de campos minados no sólo no se deshace, sino que cada vez es más denso, es un tapón en toda regla. Se han disputado ya doce jornadas, 36 puntos en juego, y una decena de equipos convive en apenas tres unidades de distancia, a tan solo un partido de mirar hacia arriba o alarmarse con lo que pueda pasar en la zona baja de la clasificación. 

Y en ese pelotón de iguales están ubicados los tres representantes turolenses. Entre la quinta posición que ocupa el Caspe, plaza de play-off, de eliminatoria de ascenso, y la decimocuarta posición de La Almunia, apenas dos peldaños más arriba del descenso a Preferente, Calamocha y Utrillas viven de manera constante desde que comenzó la liga prácticamente, y ya habita allí también el Andorra, a quien su mala racha, tres partidos perdidos de los últimos cuatro en disputa, le descabalga del podio de la clasificación en el que llegó a militar hace apenas un mes. 

La importancia de la dinámica

En realidad, casi cualquier equipo de la Tercera aragonesa está en esa misma tesitura. Y depende totalmente, su futuro deportivo se escribe, directamente desde las dinámicas, de lo que se llama encadenar resultados. Por eso en Andorra sorprendía el rendimiento tan positivo de las primeras semanas del conjunto minero, y se toma buena nota ahora de las consecuencias que tiene encadenar una mala racha de resultados. Hasta tal punto que el club no ha dudado un instante en incorporar un nuevo futbolista para su entramado de contención; Kever viene a meter hormigón, esto es, a minimizar las derrotas. 

Esa lección se la traen aprendida los otros dos representantes de la demarcación. El Calamocha sigue siendo el segundo equipo que menos pierde de toda la categoría. Sólo el líder Binéfar presenta mejor balance, una derrota por las dos que tienen los del Jiloca. También el Utrillas presenta una buena ratio de partidos sin caer, cuatro, apenas un tercio de los disputados hasta la fecha. Ambos descansan en zona media, catorce puntos para los utrillenses, 16 para los calamochinos dentro de ese pelotón en el que se cuece la bomba de protones que va a ser la categoría cuando lleguen sus jornadas decisivas. 

Porque, ese atasco, ese pelotón, es garantía de todo menos de calma. Tentados por el discreto encanto de la medianía, los equipos podrían olvidar que en otro pañuelo, en otros pocos puntos, se alzan los sueños de la Segunda Federación, con dos plazas de play-off que de momento parecen accesibles. O, peor, se abren las llamas del infierno, en las que ahora se quema el Almudévar con doce puntos, apenas dos por debajo del Utrillas, tres por debajo de la mitad de tabla que marca el Atlético Monzón. Un mal partido redefine las expectativas y los horizontes inmediatos, y una mala racha puede torcer una trayectoria y el devenir de una temporada entera. Por suerte, cada fin de semana hay otra oportunidad, en este caso el viernes: para el Andorra en Cuarte, para el Calamocha en Fuentes de Ebro, y para el Utrillas en La Almunia. 

Las tarjetas

El paso de las jornadas, la acumulación de minutos y la propia dinámica de cada partido empieza a tener su traslado en lo que se llama la parte disciplinaria del fútbol, que a efectos prácticos es la llegada de sanciones y bajas por tarjetas amarillas y rojas. El derbi entre Calamocha y Utrillas fue prolijo; deja a Unai y Nilton como sancionados en el once del Jiloca, y a Adán Sebastián en el cuadro minero. La amenaza de suspensión llega también al utrillense Adrián Hernández, al calamochino Escuín, y tampoco esquiva al Andorra, dos de cuyos puntales, el central Guía y el mediocentro Jai, también tienen cuatro tarjetas y rozan la quinta.