El jugador local Emaná, durante el partido ante el Espanyol B disputado en Pinilla. J. Gascó
El CD Teruel, un punto más cerca del ascenso (1-1)
El gol de Villa a los cinco minutos resulta insuficiente para vencer a un Espanyol rocoso en Pinilla
Un arranque ambicioso hacía soñar con un triunfo vital para el ascenso directo. Sin embargo, el CD Teruel solo pudo sumar un punto ante un Espanyol B sólido y férreo, que le complicó la tarde. El gol de Villa fue insuficiente para sumar una nueva victoria, pero enseñó el camino para las finales que tiene por delante el equipo hasta el final de la temporada.
La importancia del duelo de Pinilla se hizo notar desde el pitido inicial. La afición volvió a demostrar que quiere ir de la mano del equipo a por el ascenso directo. La combinación salió de maravilla y se reflejó sobre el tapete turolense, en mejor estado con la llegada de la primavera.
Cinco minutos tardaron Villa y Emaná, que eran los dos referentes ofensivos que propuso Víctor Bravo, en la grada por segunda jornada consecutiva, en entenderse. Uno se la dejó de cabeza al otro y la afición rojilla saltó de sus asientos para celebrar el primer tanto de la tarde. Villa la mandó a guardar y puso por delante a los suyos nada más arrancar la contienda. La tarde había comenzado de la mejor manera posible.
Sin embargo, estaba claro que el filial perico no se iba a quedar de brazos cruzados. Tras varias aproximaciones sin excesivo peligro, un despiste defensivo en una falta sacada rápido por el cuadro visitante supuso el empate. Nabil, que había entrado para sustituir a un compañero lesionado en los primeros compases colocó el cuero lejos del alcance de Taliby. El balón topetó con el palo, pero se fue para dentro y lo que hasta el momento estaba siendo un festival turolense pasó a ser un monólogo catalán.
Entonces reapareció Pinilla. El público era consciente de que la batalla que se libraba sobre el terreno de juego podía ganarse desde la grada y trató de empujar a los suyos hacia el triunfo.
Aunque solo con las gargantas rojillas no iba a ser suficiente, ya que durante el primer tiempo el bloque local mostró una imagen algo imprecisa en la elaboración.
Con un calco del primer tanto turolense lo intentaron Emaná y Villa antes de que la primera mitad llegase a su fin. Sin embargo, el autor de la diana inicial cayó en la frontal del área, pero el árbitro consideró que no había falta. El descanso podía servir para refrescar ideas y volver a la carga a por los tres puntos.
De hecho, el cuerpo técnico rojillo quiso arrancar la segunda mitad con la misma efectividad que lo había hecho en la primera. Carlos Javier y Lucho intensificaron los ejercicios de calentamiento durante el entretiempo para partir de inicio en el segundo periodo.
Los primeros compases dejaron entrever cierta mejoría. Con un nuevo sistema formado por tres centrales, el CD Teruel fue adelantando líneas poco a poco para tratar de aprovechar cualquier tipo de imprecisión del bando blanquiazul.
Emaná insitstió en encontrar huecos en la zaga perica para reencontrarse con el gol y darle los puntos a los suyos. El delantero retrocedió unos metros su posición para entrar más en contacto con el balón. El árbitro también se empeñó en desesperar al atacante y terminó mostrándole tarjeta nada más comenzar el segundo tiempo.
El ambiente se caldeaba y Julen se giraba a la grada para pedir ánimos al mismo tiempo que el colegiado volvía a robarle el protagonismo a la pelota con una nueva expulsión cuestionable al banquillo turolense.
Con más grados en el ambiente, el Espanyol B también quiso ir a por los tres puntos. El filial catalán encontró la fórmula para deshacer el nuevo esquema rojillo por momentos, aunque no terminó de intimidar a Taliby en exceso.
Para buscar soluciones, el banquillo rojillo introdujo piernas frescas tanto en el ataque como en la medular. Borja Romero se puso a comandar las operaciones en el medio del campo y Guille Andrés entró para buscar el gol del desempate.
Los turolenses pusieron un poco más de calma para ver si así podían encontrar premio, pero el duelo se plagó de interrupciones y costaba ver acciones combinativas de calidad.
Lucho probó fortuna desde un costado y el meta visitante respondió bien para evitar que los turolenses se llevasen los puntos. Los rojillo querían pelear hasta el final y se hacían dominadores en busca del triunfo. Emaná volvía a tener en sus botas el segundo del Teruel, pero el balón se le enredó y el nueve turolense se quedó con la miel en los labios.
En la siguiente fue Guille el que se topó con el arquero perico y tampoco pudo anotar. Pero el tiempo de descuento tomaba tintes rojillos. Cinco minutos para perforar un muro de contención blanquiazul, que cada vez veían con mejores ojos el empate.
Sin embargo, en un arrebato de valentía a punto estuvieron de llevarse el duelo tras un gran disparo de Vallés desde la frontal. Finalmente, ambos tuvieron que conformarse con la igualada y el reparto de puntos se hizo efectivo. Un punto más y un partido menos para el sueño del ascenso
La importancia del duelo de Pinilla se hizo notar desde el pitido inicial. La afición volvió a demostrar que quiere ir de la mano del equipo a por el ascenso directo. La combinación salió de maravilla y se reflejó sobre el tapete turolense, en mejor estado con la llegada de la primavera.
Cinco minutos tardaron Villa y Emaná, que eran los dos referentes ofensivos que propuso Víctor Bravo, en la grada por segunda jornada consecutiva, en entenderse. Uno se la dejó de cabeza al otro y la afición rojilla saltó de sus asientos para celebrar el primer tanto de la tarde. Villa la mandó a guardar y puso por delante a los suyos nada más arrancar la contienda. La tarde había comenzado de la mejor manera posible.
Sin embargo, estaba claro que el filial perico no se iba a quedar de brazos cruzados. Tras varias aproximaciones sin excesivo peligro, un despiste defensivo en una falta sacada rápido por el cuadro visitante supuso el empate. Nabil, que había entrado para sustituir a un compañero lesionado en los primeros compases colocó el cuero lejos del alcance de Taliby. El balón topetó con el palo, pero se fue para dentro y lo que hasta el momento estaba siendo un festival turolense pasó a ser un monólogo catalán.
Entonces reapareció Pinilla. El público era consciente de que la batalla que se libraba sobre el terreno de juego podía ganarse desde la grada y trató de empujar a los suyos hacia el triunfo.
Aunque solo con las gargantas rojillas no iba a ser suficiente, ya que durante el primer tiempo el bloque local mostró una imagen algo imprecisa en la elaboración.
Con un calco del primer tanto turolense lo intentaron Emaná y Villa antes de que la primera mitad llegase a su fin. Sin embargo, el autor de la diana inicial cayó en la frontal del área, pero el árbitro consideró que no había falta. El descanso podía servir para refrescar ideas y volver a la carga a por los tres puntos.
De hecho, el cuerpo técnico rojillo quiso arrancar la segunda mitad con la misma efectividad que lo había hecho en la primera. Carlos Javier y Lucho intensificaron los ejercicios de calentamiento durante el entretiempo para partir de inicio en el segundo periodo.
Los primeros compases dejaron entrever cierta mejoría. Con un nuevo sistema formado por tres centrales, el CD Teruel fue adelantando líneas poco a poco para tratar de aprovechar cualquier tipo de imprecisión del bando blanquiazul.
Emaná insitstió en encontrar huecos en la zaga perica para reencontrarse con el gol y darle los puntos a los suyos. El delantero retrocedió unos metros su posición para entrar más en contacto con el balón. El árbitro también se empeñó en desesperar al atacante y terminó mostrándole tarjeta nada más comenzar el segundo tiempo.
El ambiente se caldeaba y Julen se giraba a la grada para pedir ánimos al mismo tiempo que el colegiado volvía a robarle el protagonismo a la pelota con una nueva expulsión cuestionable al banquillo turolense.
Con más grados en el ambiente, el Espanyol B también quiso ir a por los tres puntos. El filial catalán encontró la fórmula para deshacer el nuevo esquema rojillo por momentos, aunque no terminó de intimidar a Taliby en exceso.
Para buscar soluciones, el banquillo rojillo introdujo piernas frescas tanto en el ataque como en la medular. Borja Romero se puso a comandar las operaciones en el medio del campo y Guille Andrés entró para buscar el gol del desempate.
Los turolenses pusieron un poco más de calma para ver si así podían encontrar premio, pero el duelo se plagó de interrupciones y costaba ver acciones combinativas de calidad.
Lucho probó fortuna desde un costado y el meta visitante respondió bien para evitar que los turolenses se llevasen los puntos. Los rojillo querían pelear hasta el final y se hacían dominadores en busca del triunfo. Emaná volvía a tener en sus botas el segundo del Teruel, pero el balón se le enredó y el nueve turolense se quedó con la miel en los labios.
En la siguiente fue Guille el que se topó con el arquero perico y tampoco pudo anotar. Pero el tiempo de descuento tomaba tintes rojillos. Cinco minutos para perforar un muro de contención blanquiazul, que cada vez veían con mejores ojos el empate.
Sin embargo, en un arrebato de valentía a punto estuvieron de llevarse el duelo tras un gran disparo de Vallés desde la frontal. Finalmente, ambos tuvieron que conformarse con la igualada y el reparto de puntos se hizo efectivo. Un punto más y un partido menos para el sueño del ascenso
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