Reacción de fe del CD Teruel para llevarse un derbi frenético en casa (3-2)
El cuadro rojillo deja escapar una ventaja inicial, pero logra vencer en el descuento al Deportivo AragónEn un duelo frenético, que casi acaba con la salud cardiovascular de más de uno en Pinilla, el CD Teruel logró su segundo triunfo al conseguir una remontada agónica en el tiempo de descuento después de desaprovechar una ventaja inicial tras quedarse con un hombre menos en la segunda mitad.
Como prometió Víctor Bravo en la previa del partido contra el Deportivo Aragón, los suyos tuvieron que cambiar su juego para hacer frente al planteamiento del segundo equipo maño. El cuadro turolense se mostró cómodo con el balón durante los primeros compases y en una gran combinación en la frontal del área envió el primer aviso alarmante a su rival. Villa no logró enviar el balón al fondo de la red por muy poco.
Los locales, con un juego mucho más paciente que en los dos anteriores compromisos, siguieron siendo dueños del partido a pesar de las intentonas del filial zaragocista. La más clara de la primera mitad llegó en el minuto 19, cuando el colegiado anuló un gol al Teruel. Carbonell creó una jugada maravillosa. La última incorporación rojilla filtró un pase de auténtico crack a Borja Romero que se la dejó a Villa atrás para que el delantero la empujase. Cuando la grada de Pinilla ya cantaba el gol, el juez de línea alzó el banderín y anuló el primero del Teruel por fuera de juego. La polémica no terminó ahí. Carbonell se empeñó en volver loco a su exequipo. Poco tiempo después de la manifiesta oportunidad, el extremo puso en apuros a uno de sus antiguos compañeros, que lo derribó dentro del área, aunque el colegiado no pitó nada.
El equipo rojillo dominó y generó más peligro durante los primeros 45 minutos, pero el electrónico de Pinilla permaneció inmóvil y los 22 protagonistas enfilaron el camino hacia los vestuarios.
Tras la reanudación, cinco minutos bastaron para obtener recompensa. El paso por vestuarios hizo que Aparicio y Emaná cambiasen el chip. Y no hizo falta nada más. El diez del Teruel aprovechó la salida de un córner para meter un buen balón al primer palo y Emaná demostró que dentro del área no tiene compasión. El delantero la envió a guardar con un taconazo magistral y puso a los suyos por delante.
Suele decirse que la alegría dura poco en casa del pobre. Y eso fue lo que estuvo a punto de suceder en Pinilla. Un minuto después de ponerse por delante, el cuadro de Víctor Bravo respiró aliviado al ver como un disparo de Benedet se estrellaba contra el larguero de la portería de Taliby. Cuando mejor pinta tenía el partido para el Teruel, el propio equipo se complicó. Cabetas cometió un error grave en la salida del balón y, tras una posible falta del delantero visitante, hizo penalti y vio la segunda tarjeta amarilla. Taliby no acertó el lado y el Deportivo Aragón empató a falta de 25 para el pitido final.
Víctor Bravo reaccionó con un triple cambio, pero el gol hizo mucho daño al cuadro rojillo. El guion del partido dio un giro de 180 grados y el Deportivo Aragón tomó el mando del balón al verse capaz de darle la vuelta al duelo. Así sucedió. Un nuevo error en la salida permitió la entrada del Zaragoza por banda y Naranjo marcó el segundo para el filial maño. La crispación se apoderó de Pinila cuando restaban quince minutos para la conclusión del derbi. Todo parecía perdido para el conjunto turolense, pero todavía faltaban muchas cosas por suceder. Precisamente, el autor del doblete zaragocista pasó de héroe a aliado para los turolenses cuando en el 78 se autoexpulsó tontamente en una jugada sin balón.
Fue entonces cuando la afición turolense volvió a creer en las posibilidades de los suyos, que se vinieron arriba en busca de la igualada. De nuevo a raíz de un saque de esquina el cuadro turolense volvió a generar peligro. Guille lo intentó de chilena, pero el balón rebotó en un defensa del Deportivo Aragón y entre una multitud que copaba el área visitante apareció la cabeza de Víctor Sanchís para igualar la contienda y devolver la esperanza a los suyos de conseguir el segundo triunfo de la temporada.
La afición turolense también recuperó la confianza en sus jugadores y volvió a empujar con fervor para tratar de hacerse con el triunfo. Los de rojo notaron el apoyo y se pusieron el mono de faena en los últimos minutos. Casta, corazón y mucha fe fueron los ingredientes con los que se cocinó la jugada decisiva. Aparicio volvió a tomar las riendas, se entendió bien con Marc Manchón y entre los dos encontraron a Guille, que con un centro tenso provocó el lío entre la zaga visitante que acabó metiéndose el gol en propia y haciendo estallar la locura en el feudo turolense.
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