De los pies a la cabeza, el CV Teruel extrema los cuidados del primer equipo
En el deporte de élite cuentan todos los detalles, desde cómo pisan los jugadores hasta la gestión emocional, y en el club naranja los atienden todosLlegar a lo más alto es difícil, pero aún lo es más mantenerse. El tópico se cumple con precisión espartana en la competición de élite. En el seno de equipos como el Club Voleibol Teruel lo saben y miman a sus jugadores llevándolos entre algodones para poder exigirles todo su potencial en los momentos cruciales de la competición.
La temporada 2017-2018 se ha estructurado con tres objetivos, tres momentos marcados en rojo en el calendario del club para los que el equipo se prepara alternando momentos de una intensa carga de trabajo, con la competición y otros de recuperación. En esta campaña el CV Teruel ha manifestado sin falsas modestias que quiere pelear “por todo”. El primer título de la temporada, la Supercopa, ya luce en las vitrinas de la sede del club. Llegar al mes de diciembre con el equipo en óptimas condiciones fue el primer reto al que se enfrentaba el cuerpo técnico y el primer mesociclo de trabajo se dibujó con ese trofeo en el punto de mira. Ahora, la proximidad de la Copa del Rey (23 al 25 de febrero) en Soria, y las visitas a Los Planos de Unicaja y Urbia Palma casi a continuación son el siguiente “momento caliente” en la preparación de los jugadores, que en las últimas semanas han acumulado muchas horas de alta carga física.
Un puzzle complejo
De los pies a la cabeza. Todos los aspectos son importantes para que un jugador o un equipo pueda dar todo su potencial en la pista. El entrenador Miguel Rivera trata de coordinar las diferentes facetas en las que el equipo se prepara. La salud del equipo, al cargo del médico Fernando Tomás; la atención fisiterapeúticas, ahora bajo la tutela de Diego Plumed tras la salida de Fran de Alba; los cuidados podológicos, atendidos por Marina Damas, de Podoactiva; o incluso el aspecto motivacional, gestionado por el segundo entrenador Juanjo Susín. Todos son importantes para intentar el asalto a todos los títulos.
El director de esta orquesta es Miguel Rivera. Es el responsable de que todos los instrumentos “suenen bien y en armonía”, como él mismo dice. Se trata, según su ejemplo de “un sudoku súper complejo. Cada jugador es un sudoku en si mismo”. Para Miguel, “cada jugador tiene unas cualidades físicas, técnicas y psicológicas que hay que conjugar para tratar de modular durante toda la temporada el estado físico y mental de cada jugador y después de todo el equipo en su conjunto”.
Y Rivera sabe que parte de la complejidad de este puzzle es que no hay reglas escritas. “La única norma es individualizar al máximo”, asegura el técnico. “Igual que en las pesas lo que a un jugador le sienta bien, a otro le sienta perfectamente uno puede necesitar entrenar más la recepción, mientra que a otro le hace falta más saque o más bloqueo. En las emociones, no es mismo tratar con un jugador veterano con mujer e hijos y todas las circunstancias que ello arrastra que con un chico de 18 años que se estrena en la primera plantilla. Cada uno tiene unas necesidades en cada uno de esos aspectos”, detalla el entrenador. “Nuestro trabajo como entrenadores es entender qué necesita en cada momento cada uno de los jugadores y saber dárselo”, añade.
Para Rivera es importante mantener a toda la plantilla activa y “que todos conozcan su rol dentro del equipo y que lo asuman”. Y engranar todas esas variables no es trabajo fácil. Para el técnico madrileño la receta no tiene secretos: “pensar 25 horas al día y ocho días a la semana en cómo mejorar el equipo”.
Para ello se coordina “todo un cuerpo técnico que te ayuda a que todo esté en su mejor estado de forma”.