Turia recuerda a Odón de Buen, Ana María Navales y Juan Manuel Berges
La revista estudia también la actividad de la Falange y el Maquis en la posguerra de TeruelLa revista cultural Turia, que edita este mes su nuevo número, otorga un gran protagonismo en su nuevo número a los temas y autores vinculados a Aragón. Entre esos contenidos, destaca la publicación de varios artículos dedicados a glosar la figura y la obra de varios nombres propios de nuestra cultura: Odón de Buen, Ana María Navales y Juan Manuel Berges. Con estos textos se pretende incentivar el interés de los lectores por su legado intelectual y reivindicar destacado el papel que jugaron en sus respectivas áreas de trabajo.
Sobre Odón de Buen, Turia da cuenta de la apasionante y fecunda vida de quien fuera protagonista imprescindible de los periódicos durante medio siguo y tenazmente olvidado después. Y es que, este aragonés de Zuera lo fue casi todo y allí donde estuvo dejó huella. No en vano ejerció como catedrático, oceanógrafo, político, republicano, masón, divulgador científico, librepensador y exiliado.
Cuando se cumplen diez años de la muerte de la escritora Ana María Navales, la revista Turia la recuerda a través de un emotivo artículo y de un poema. Una remembranza necesaria y una invitación a seguir leyéndola.
También el historiador turolense Juan Manuel Berges, fallecido el pasado año, es objeto de un artículo que glosa su magnífica labor investigadora y difusora y que sirve también para trazar la trayectoria y logros del que fue su principal proyecto: el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (Cecal).
Por otro lado, Turia publica la segunda y última parte del artículo de investigación y divulgación histórica elaborado por Gaudioso Sánchez Brun sobre Falange, maquis. Situación política y social en la provincia de Teruel (1944-1952). En esta ocasión, se brinda una transcripción de los partes provinciales enviados mensualmente a Madrid por la Jefatura provincial del Movimiento. Unos documentos que constituyen “una fuente imprescindible para conocer la difícil situación socioeconómica, la evolución del maquis, la percepción que tienen del mismo las autoridades que lo combaten desde el poder y la posición de los distintos sectores políticos” en la posguerra turolense.
Un santo laico
En un extraordinario y riguroso ejercicio de síntesis, Antonio Calvo Roy escribe en Turia un brillante y oportuno artículo sobre la extraordinaria biografía que protagonizara el aragonés Odón de Buen y del Cos (Zuera, 1863 – Ciudad de México, 1943)
La de Odón de Buen fue, sin duda, “una vida apasionante y fecunda que va de la carabina Remington de un solo tiro de la tercera guerra carlista a la bomba atómica de Hiroshima, de la villa de Zuera a la ciudad de México, pasando por Barcelona y Madrid, por Banyuls-sur-Mer y por Palma de Mallorca, de la biología marina a la oceanografía, de la política a la gestión científica, de los ecos de la Primera República al estrepitoso y sangriento entierro de la Segunda”.
Por todo ello, Antonio Calvo Roy reivindica en Turia que la de Odón de Buen es la figura de “un aragonés al que es imprescindible rescatar del olvido y colocar en el altar de los santos laicos, de los sabios ignorados, de los hombres de acción preteridos. Uno de esos tipos cuya película sería una historia trepidante de acción y reflexión”.
Diez años sin Navales
En el décimo aniversario de su muerte, Turia recuerda a Ana María Navales (Zaragoza, 1939-Borja, 2009) a través de dos textos originales publicados en la sección Sobre Aragón. En primer lugar, la que durante más de 20 años fuera codirectora de la revista es objeto de un emotivo artículo elaborado por quien fuera su marido, el escritor y periodista Juan Domínguez Lasierra. En él se describe a la autora de “Cuentos de Bloomsbury” como una “mujer fuerte, tenaz, voluntariosa, independiente, insobornable, la Agustina literaria –como alguna vez fue dibujada--, con la tea dispuesta ante el cañón, capaz de ponerse el mundo por montera y acabar con tirios y troyanos”.
Una segunda aportación a este homenaje a Ana María Navales es el poema titulado “Ana”, del que es autor Eugenio García Fernández y que contiene versos como éstos: “Las personas como las hojas / (se van desmoronando ya / los áureos pabellones del otoño), / palidecen y mueren / y se convierten en silencio / no solo en las vastedad del aire, / también, sin que lo advirtamos apenas, / en las preservadas urnas de la memoria”.
Turia ya dedicó, cuando se cumplieron los 30 años de trayectoria de la revista y el quinto aniversario de la muerte de la creadora zaragozana, un monográfico de 115 páginas a Ana María Navales. Un total de trece autores, entre los que figuraron los principales estudiosos de su obra, descubrieron entonces las claves de una de nuestras más singulares autoras contemporáneas. Considerada por muchos como la “Virginia Woolf española”, Ana María Navales fue descrita como un ejemplo de mujer y de escritora libre, lúcida y pasional.
Entonces y ahora, la revista a la que estuvo tan vinculada le brinda un merecido recuerdo y continúa reivindicando su lectura.
Homenaje
El próximo mes de abril se cumplirá un año de la muerte del historiador turolense Juan Manuel Berges. Con este motivo, la revista Turia ha querido rendirle un sincero homenaje a través del artículo de otro historiador, José Manuel Latorre, en el que se relata su trayectoria y la excelente tarea desarrollada por el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín en cuyo grupo fundador participó, para luego pasar a presidirlo unos años más tarde.
Desde su fundación en el año 2004, el Cecal ha venido realizado en su marco de actuación (toda la Comunidad de Albarracín, mas las localidades de Rubiales y Gea de Albarracín), una ingente labor de fomento y difusión de la ciencia, la cultura y la acción cultural en general. José Manuel Latorre, que fue el primer presidente del Cecal, no duda en calificar elogiosamente la gestión de quien le sustituyó en el cargo: siempre se mostró como un excelente coordinador del equipo de trabajo que ha levantado el Centro. Además, “a ello se unía su entusiasmo, su fe en el proyecto, su amor a la tierra y a las gentes que le vieron nacer, su tenacidad, su inacabable capacidad de trabajo, todas ellas cualidades imprescindibles para sortear las inevitables dificultades que en todo proyecto nuevo surgen”.
La muerte de Juan Manuel Berges fue un duro golpe para todos cuantos lo conocieron y trabajaron a su lado pero, como concluye José Manuel Latorre en su artículo de Turia, “el Cecal es un poderoso instrumento cultural, necesario para crear conciencia y cultivar los valores del espíritu, intangibles pero necesarios para que una comunidad humana pueda desarrollarse. La labor de Juan Manuel Berges y del equipo de personas que le ha rodeado ha sido fundamental en esta creación y lo seguirá siendo, pues el legado permanece y debe ser cuidado con mimo y delicadeza. El Cecal pertenece a la sociedad en la que se inserta y a la que aspira a servir. La perseverancia en las virtudes que mostró Juan Manuel ‒seriedad, rigor, trabajo infatigable, creencia en la tierra y sus gentes, capacidad de aglutinar voluntades, generosidad…‒ será la mejor manera de seguir avanzando y consolidando un proyecto que es necesario y merece una larga vida”.
Los conflictos de los años 40
El historiador turolense Gaudioso Sánchez Brun, especialista en el estudio del papel de las instituciones turolenses durante el franquismo, aporta en la segunda parte de su artículo la documentación falangista disponible sobre los conflictos de los años 40 del pasado siglo en Teruel. Se ofrece una selección de los partes provinciales que se remitían mensualmente desde Teruel a Madrid por los órganos falangistas y que permite tener una visión detallada de la situación política, económica y social que acontecía en la provincia durante los años 40 del pasado siglo.
Según constata Gaudioso Sánchez Brun, “la información es muy escueta y descriptiva, no son documentos propagandísticos, en todo caso hacen hincapié en la gravedad de la situación por las actuaciones guerrilleras, la escasez de los abastecimientos y la desorganización de los servicios del partido, para pedir apoyo y ayuda”.
En la documentación analizada, y de acuerdo con el estudio que realiza el historiador Gaudioso Sánchez Brun, se distinguen “tres ambientes políticos: Falange y autoridades, derecha tradicional e izquierdas. Los primeros deprimidos, divididos y llenos de incertidumbre ante la marcha de la guerra mundial, recuperan la calma al aclararse la situación política internacional y disminuir la presión del Maquis desde finales de 1947; los segundos alejados del poder provincial; y los últimos, cuyas esperanzas de cambio de gobierno por la derrota de Alemania y actuación del Maquis se desvanecen con la guerra fría y el abandono de los aliados occidentales”.
Por otra parte, en los documentos falangistas, “las actuaciones del Maquis se exponen bajo los epígrafes “orden público” y “actividades clandestinas de tipo político”, definiciones ambas -así como la de bandoleros, forajidos y enemigos de la Patria- para definir a los guerrilleros y a su actuación, que pretenden despojarles de todo tipo de significado político y equipararles a simples delincuentes terroristas, que van contra la propiedad privada y la paz pública, casi nunca se les cita por su nombre o apodo”.
También se puede apreciar en la documentación existente, concluye el historiador Sánchez Brun, que “el periodo de mayor intensidad en las acciones de la Guerrilla corresponde a la primavera y verano de 1947 y que desde entonces desciende considerablemente tras el nombramiento como gobernador civil del general Pizarro”.